Crimen de Lardero

«La intención de Almeida no era matar a Álex, si hubiera querido lo habría hecho inmediatamente», alega la defensa

Este martes la escena se ha repetido y Almeida ha entrado en la misma sala de entonces y lo ha hecho con las manos esposadas a la espalda, aunque poco después los agentes de la Policía Nacional que le custodiaban le han quitado los grilletes para que pudiera tomar asiento. No tenía turno de palabra ni su presencia era necesaria, sin embargo, el pasado viernes fue trasladado desde la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) a la de Logroño después de que él solicitara expresamente estar en la vista del recurso que su abogado presentó ante la sala de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja (TSJR) contra la sentencia de la Audiencia Provincial. Iniciada una sesión que apenas duró 30 minutos, César Martínez, el abogado del condenado ha asegurado que «la intención de Almeida no era matarlo, si hubiera querido lo habría hecho inmediatamente».

La defensa ha alegado que no se ha tenido en cuenta la aplicación de 'in dubio pro reo', es decir, del principio de que en caso de duda se favorezca al acusado. A su juicio, esta omisión resulta «evidente» cuando se dice que se ha dado muerte de forma intencionada al menor cuando, en realidad, «se hace para ocultar la agresión sexual al menor». Por tanto, «considerar acreditada y probada la intencionalidad de matar al menor es una actuación contraria al 'in dubio pro reo' porque no se ha demostrado».

El letrado ha recordado las declaraciones de Francisco Javier Almeida durante el juicio, cuando aseguró que en ningún momento tuvo intención de matar al niño, que le tapó la boca después de «unas relaciones sexuales no consentidas al tratarse de un menor» porque estaban buscándole. Lo hizo «para que no gritara y con el brazo le sujetó el cuello y esa acción se prolongó un largo tiempo lo que acredita que la intención no era matarlo». Ha apelado a la atenuante de reparación del daño, que, según su versión, se produjo cuando el condenado, «que no podía tener constancia de si Álex estaba muerto o no, sale de su casa y lo hace para buscar ayuda».

Por su parte, el fiscal Valentín de la Iglesia, actual teniente fiscal de La Rioja, se ha ratificado en el escrito de conclusiones definitivas y ha señalado que en este caso no se sustenta la aplicación del 'in dubio pro reo' porque «se ha practicado prueba suficiente para probar los hechos». Es evidente, ha incidido, que «existió una clara intención de matar».

La secuencia de los hechos fue clara, ha manifestado, «el acusado rodeó con su brazo el cuello del menor, hizo flexión con el antebrazo, primero de manera no muy intensa hasta que el pequeño perdió el conocimiento y luego el condenado ejerció una presión mayor durante unos minutos que fue lo que le llevó a la muerte y este es el relato de los hechos».

La acusación pública ha puesto el foco en la diferencia de edad y de complexión entre la víctima y el condenado, de ahí que «no hay lugar a dudas sobre la existencia de una muerte alevosa, dolosa y homicida». «El niño no tuvo la más mínima posibilidad de defensa y cuando Álex cerró la puerta, se le desvanecieron todas las posibilidades de sobrevivir». Además, no se puede aplicar la atenuante de confesión porque el acusado fue sorprendido cuando «pretendía deshacerse del cadáver. No pretendía pedir ayuda».

Alicia Redondo, abogada de la acusación popular, en nombre de la asociación Clara Campoamor, y particular, en representación de los padres del pequeño, ha explicado que impugna el recurso porque ahora se pretende introducir que la muerte se ha producido de manera fortuita, pero «en ningún momento se solicitó por parte de la defensa que la calificación fuera esa, sino que reiteró la petición de absolución».

En este caso, ha relatado Redondo, Francisco Javier Almeida «eligió a la víctima en el parque, la llevó al domicilio y después de agredirla sexualmente la mató, quería asegurar su voluntad y esta era matarlo».

Respecto de la atenuante de confesión que solicita la defensa, la acusación ha indicado que para que se aprecie deben darse tres requisitos: que sea veraz, que sea ante las autoridades y que se produzca antes de que sepa que se ha abierto un procedimiento judicial contra él. Y en este caso, Almeida no reconoció los hechos en ningún momento y «a partir de ahí el silencio fue la tónica». «La declaración la hizo cuando la investigación estaba concluida de una manera minuciosa», ha precisado.

La abogada ha recordado que el acusado dio diferentes versiones de lo sucedido. Primero reconoció la agresión sexual pero negó la violencia, luego negó la agresión sexual, negó la existencia de violencia y como confesión lo único que hizo fue escribir al capellán del centro penitenciario de Logroño identificándose en el texto como el hombre que ha matado al niño de Lardero, «pero no lo hace por arrepentimiento ni por confesión, sino para pedirle dinero», ha matizado.

A su juicio, tampoco cabe la reparación del daño porque cuando sale de la casa, en la segunda planta del número 5 de la calle Río Linares, en Lardero, con el pequeño en brazos, Álex ya es cadáver. «No hay llamadas ni un grito a los vecinos para que le ayuden», aseguró. «No ha tenido piedad con la familia, después de agredir y matar a Álex llegó a decir que la agresión sexual fue voluntaria».