La inmigración crece en La Rioja y registra la tasa más alta en la última década con un 13%

El incremento con respecto al pasado ejercicio –la tasa ha pasado del 12,78% al 13,05%– está en línea con el experimentado a nivel nacional –del 11,4% en 2021 al 11,6% en 2022– y mantiene a La Rioja como una de las regiones con mayor presencia de extranjeros, superada por Baleares y Canarias donde el turismo consolida esa población foránea, por los territorios 'cosmopolitas' de Cataluña y Madrid y por las comunidades valenciana y murciana. Y después aparece La Rioja, a gran distancia de las vecinas Castilla y León, País Vasco o Navarra.

«Asistimos desde hace décadas a un cambio en la estructura de la población. Estamos en una sociedad más diversa y heterogénea por los procesos migratorios y La Rioja, en este sentido, tiene un porcentaje importante de personas nacidas en otros países. Y no incluimos los nacionalizados porque llevan ya mucho tiempo en España», destaca Sergio Andrés Cabello, doctor en Sociología y profesor en la Universidad de La Rioja.

Como le puede suceder a Murcia, entre las comunidades que superan a la riojana en tasa de extranjeros, las características socioeconómicas de nuestra estructura productiva también «contribuyen a la llegada de personas de fuera a trabajar en el sector primario que aquí tiene gran importancia», añade el docente. Pero también el terciario, en los últimos años, se está nutriendo de inmigrantes en hostelería o atención a la dependencia y cuidado de mayores, principalmente.

La mayoría femenina en el censo global de habitantes de La Rioja también tiene su reflejo en la población foránea, con 21.067 mujeres por 20.688 hombres. La natalidad en nuestra región depende, en buena medida, de ellas «porque la tasa de fecundidad de las extranjeras es bastante más elevada que la de las autóctonas», señala Andrés Cabello; en concreto la triplica (15,91 nacimientos por cada mil de mujeres inmigrantes y 5,68 entre las nacionales). Y esto se refleja en la pirámide de población porque veinte de cada cien niños menores de cinco años en La Rioja son de madre extranjera, una proporción que desciende a medida que suben los tramos de edad.

El doctor en Sociología también incide en la importancia que tiene la población inmigrante en la actividad laboral «porque en muchos casos desempeñan trabajos que no hace la gente local», en actividades agrarias, hostelería o cuidado de personas mayores.

Entre las 143 personas que viven en La Rioja y tienen cien años o más hay solo una mujer de nacionalidad extranjera, pero por encima de 80 años están empadronados en 168 ciudadanos nacidos fuera de España (en total hay 22.141 según el INE). «Vivimos en una sociedad con una esperanza de vida cada vez es más elevada», confiesa Sergio Andrés, y esa diversidad y heterogeneidad a la que «están ya consolidadas». De tal forma que los retos relativos a la inclusión y la integración de la población inmigrante «son muy importantes».

Pero en La Rioja, señala el profesor universitario y lo confiesan también representantes de colectivos de extranjeros, «no asistimos a episodios de segregación o de exclusión» relevantes, aunque sí puede haber casos concretos, reconocen.