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La ciberdelincuencia no genera alarma social apenas es visible, parece que nunca nos va a tocar... hasta que se cruza en nuestro camino y picamos. Un SMS, un correo electrónico aparentemente conocido, un mensaje del banco, una promesa de inversión... Los delincuentes del teclado exploran las flaquezas del internauta para colarse por las rendijas y desvalijar lo que puedan antes de desaparecer como sombras por la web.
Los grupos de Policía Nacional y Guardia Civil dedicados a luchar contra este tipo de criminalidad alertan del imparable auge de los ataques, que se multiplican en todos los frentes: desde los más sencillos como estafas en ventas fraudulentas 'on line', a los más sofisticados que ponen en jaques a las empresas o los que funden los ahorros de honrados trabajadores con promesas de beneficios estratosféricos con criptomonedas. Estafas, casi siempre, porque los ciberdelincuentes buscan dinero, pero sin olvidar los delitos sexuales y de acoso, la pornografía infantil o las amenazas.
En total, en La Rioja durante el primer trimestres de este 2023 se denunciaron más de 50 cibercrímenes a la semana (686 desde enero a marzo, lo que supone más denuncias que en todo 2018, por ejemplificar su crecimiento). Desde Policía Nacional y Guardia Civil se advierte de que estas cifras solo son la punta del iceberg, que continúa habiendo un gran número de ataques que no se denuncian por desconocimiento o por su escasa entidad económica. Y eso fortalece a los 'malos'.
Por mucho que las palabras 'phising', 'smishing', o 'ransomware' o las expresiones 'man in the middle' les suenen a chino, son el día a día de miles de delincuentes que tienen como objetivo su cartera.
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Marta Fdez. Vallejo
Luciano Coccio
Equipo de Investigación Tecnológica de la Guardia Civil
«La tecnología avanza a un ritmo vertiginoso y tenemos que ser conscientes de que los ciberdelincuentes la adaptan y la aprovechan en su beneficio», resumen desde el Equipo de Investigación Tecnológica (Edite) de la Guardia Civil en La Rioja.
Los casos se multiplican y también el trabajo para los agentes, que han comprobado que, a pesar de la variedad de los delitos existentes, siempre suele existir un nexo común:la confianza, que hace caer las barreras de protección y abre las puertas al criminal. Es el caso de los delitos a través del SMS. «Los delincuentes hacen creer a las víctimas que han sufrido cargos en su tarjeta de crédito, que les pueden cortar la luz, que tienen pendiente una devolución de Hacienda o el famoso 'paquete de correos parado en Aduanas'», recuerdan los agentes especializados de la Benemérita.
Además, el usuario de Internet debe saber que sus perfiles valen dinero (casi 10 euros los datos de una tarjeta de crédito o cerca de 50 una fotografía asociada a un documento de identidad, explican desde el Edite) y de que existen miles de cebos esperándole en la red.
Se trata del 'phishing', donde a través del correo electrónico, el SMSo llamadas «se intentan conseguir las credenciales de acceso a través de un servicio simulado». Una vez entregadas estas claves, los malhechores tienen relativamente fácil acceder y transferir el dinero (lo difícil es materializarlo, para lo que en ocasiones contratan a 'mulas', el eslabón más bajo y expuesto de la cadena, quienes se quedan con una comisión por cobrar esa cantidad obtenida de manera ilícita).
En lo más alto del escalafón delictivo, a pesar de los esfuerzos de los agentes de la Edite, suele imperar la impunidad. Desde el grupo se reconoce que, como en el delito físico, en el virtual también se dejan huellas, aunque en estos casos «las máquinas establecen los contactos y lo que se intercambian son señales tecnológicas».
Eso provoca que «la evidencia digital pueda ser muy volátil y estar a miles de kilómetros de donde se ha cometido el delito», lo que complica el trabajo de los investigadores.
Si los particulares deben evitar facilitar sus datos en Internet o en redes (tanto bancarios como personales) y las empresas tienen que luchar contra ataques espías o robos de datos, el trabajo de las familias es clave para proteger a los menores de los peligros de la red.
«Los padres tienen que ser conscientes de que los menores acceden cada vez antes al uso de las nuevas tecnologías, por lo que se exponen, a una edad más temprana, a los riesgos que puede acarrear un mal uso de las mismas», explican desde la Guardia Civil, que piden «educación y prevención».
La experiencia de los investigadores señala que «los límites de edad para el acceso en solitario» a teléfonos móviles, ordenadores o tablets y las aplicaciones «que evitan el acceso a ciertas funciones o páginas» ayudan a preservar la seguridad de los menores, pero que la tutela es siempre el mejor remedio para evitar casos de acoso sexual o amenazas.
Silvia Barrera Inspectora del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacionall
Silvia Barrera lidera el grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional en La Rioja. Su voz es una de las más respetadas en España en la lucha contra la criminalidad y su diagnóstico de la ciberdelincuencia es claro:«La gente aún no está concienciada ni toma las debidas precauciones y el criminal lo aprovecha».
Los malhechores en la red (casi) siempre buscan dinero. «El cibercrimen es un negocio», resume la inspectora, quien explica que «en La Rioja tenemos víctimas, pero no ciberdelincuentes». Víctimas de un incontable número de tipos delictivos, que van desde «el engaño y la estafa entre particulares» a los ataques más sofisticados en los que «bandas, muchas veces desde el extranjero, acceden a los servidores de correo y esperan, por ejemplo, al cobro de una factura pendiente para cambiar el número de cuenta y desviar el pago». Grandes golpes que se están repitiendo en la región y que pueden provenir, por ejemplo, de Nigeria, donde niños de 12 años trabajan como 'hackers'.
También se ha multiplicado el engaño con criptomonedas, uno de los que más precupa a Silvia Barrera y su equipo, que han visto cómo a muchas personas se les volatilizaban los ahorros de una vida en pocas semanas. «Hay verdaderas mafias que, mediante teleoperadores logran convencer a personas sin conocimientos en ese campo para invertir primero un poco, luego más, después instalarles un software que les roba los datos de la banca 'online'. Cuando la víctima se da cuenta, el destrozo económico es enorme», sintetiza.
Actos delictivos que encuentran su contrapunto en el trabajo de estos policías, armados de dedicación, constancia, tiempo y buena dosis de gestión de la frustración. Porque las pesquisas son largas y el éxito pocas veces está asegurado. «Los delincuentes avanzan mucho, van siempre un paso por delante: hay medios de anonimización, operan esde países donde no hay convenios, ocultan sus pasos... Y nosostros seguimos investigando con los plazos de delitos analógicos», se lamenta Barrera.
Así, la inmediatez que se exige para echar el guante a estos criminales 2.0 en demasiadas ocasiones se topa con «meses de espera para recibir respuesta de proveedores de servicio, de bancos, de Google...». «Aunque los jueces están concienciados y en La Rioja estamos muy contentos de cómo enfocan los casos y las sanciones que imponen, llegar hasta ahí es complicado», incide.
Su sensación es la de «jugar con un equipo de siete contra once» por el desequilibrio «de tiempo, de armas, medios...» con las bandas criminales. Barrera y sus compañeros de Delitos Tecnológicos enseguida perciben si un caso va a poder cerrarse o si acabará en el limbo, con ataques desde países que no responden a las requisitorias de la Policía u otras circunstancias.
Pero el afán de investigación y las ganas siguen ahí, a pesar de que para luchar contra los cibercriminales hay que ser de una pasta diferente. «No es lo más llamativo de nuestra profesión, no se trata de un homicidio o un secuestro. Afrontamos un trabajo muy vocacional, que exige trabajo de meses, gestiones continuas, estar detrás de un ordenador... No a todos le gusta», resume.
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