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Jorge González, Eva Guillorme, Beatriz Moreno, Angélica Gutiérrez, Mercedes Martínez, Lucía Justa y Thaline Silva. SONIA TERCERO
La huella que dejan los muertos
Instituto de Medicina Legal

La huella que dejan los muertos

Un equipo de 17 profesionales busca las causas del fallecimiento cuando una persona pierde la vida de forma violenta, pero también si no hay una razón aparente y a priori se supone que no era el momento

Carmen Nevot

Logroño

Lunes, 27 de febrero 2023, 01:00

Hace unos años, no tantos, los médicos forenses acudían al cementerio para hacer la autopsia a los muertos, lo que coloquialmente se llamaba 'en mesa de piedra'. A veces no había agua caliente y en otras ni siquiera agua corriente. No eran las mejores condiciones, pero sí en las que Jorge González, director del Instituto de Medicina Legal de La Rioja (IML), hizo sus primeros estudios patológicos. ¿Cómo llegó hasta allí? Desde pequeño tuvo claro que quería ser médico y en sexto de Medicina una asignatura «fascinante» fue el detonante para que encaminase sus pasos hacia la investigación: quería saber cómo se produce la muerte. Estaba tan fascinado que al terminar la carrera se puso en contacto con los forenses Miguel Revuelta, en Logroño, y Abdón Saez, en Haro.

El primer caso lo recuerda como si fuera hoy. Estaban pasando consulta e irrumpieron en la sala para avisar a Revuelta que había un homicidio en el Camino Viejo de Lardero. Era una víctima de violencia de género y por entonces –era 1987– no se prestaba tanta atención a estos temas. Le acompañó, autorizaron el levantamiento del cadáver e hicieron la autopsia a la mujer. «Llegué a la conclusión de que ese camino que había decidido tomar profesionalmente era el que quería seguir», apunta.

El 30 de diciembre de 1987 empezó a trabajar y el 10 de enero del año siguiente se encargó de su primera autopsia. Sobre la mesa, el cuerpo de un hombre que había fallecido víctima de un atropello. Desde entonces hasta ahora, su mundo laboral, al que confiesa auténtica devoción, ha vivido una gran revolución, sobre todo desde que en 2002, mediante una orden, se creó el Instituto de Medicina Legal de La Rioja. No se puso en marcha hasta el año siguiente. A día de hoy trabajan diecisiete profesionales: ocho médicos, una trabajadora social, una psicóloga forense, tres técnicos de autopsia y cuatro administrativos, que son funcionarios de los cuerpos de gestión, tramitación y auxilio judicial.

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La parte más conocida del Instituto de Medicina Legal, al que se accede por el intrincado laberinto de pasillos del palacio de Justicia, es el servicio de patología, el que se dedica al estudio de los fallecidos. Se buscan las auténticas causas de la muerte de una persona, el momento, las circunstancias y si hubo intervención de terceras personas. Se trata de encajar las piezas del puzzle de modo que un juez pueda dirimir después responsabilidades civiles o penales.

¿Cuándo se hace una autopsia? «En todos los casos de muerte violenta o sospechosa de criminalidad», responde Jorge González. En ocasiones también cuando una persona fallece de forma repentina y no se conoce una causa médica que lo justifique. Entonces se convierte en una muerte que podría tener alguna connotación criminal que no se suele confirmar tras la práctica de la autopsia.

La muerte inesperada

Como en todo, también hay categorías y los óbitos se dividen en muertes por homicidio, accidentales, suicidios y naturales. En el caso de estas últimas solo se efectúa el examen del cuerpo cuando no se conoce la causa de la muerte, no hay sospecha ni enfermedad y son personas relativamente jóvenes que no tenían que haber muerto. Son esos casos en los que la muerte es una incógnita.

El examen que se efectúa es externo e interno. Se toman muestras y todos los órganos se ponen en la balanza. ¿Cuánto pesa el corazón? Unos 300 gramos. Junto a una de las mesas de autopsias, el equipo encargado del estudio anota cada detalle en una pizarra. Del último examen, fechado el 17 de febrero, todavía quedan restos, aunque borrosos. 'Corazón: 245 gramos', reza en negro y rojo sobre fondo blanco. Los pulmones, algo más: 350 el izquierdo y 330 el derecho.

Un trabajo que hay que mirar con distancia, aunque no siempre es fácil. Hay familias, explica el director del IML, que «necesitan estar con su ser querido, necesitan verle y despedirse». En esos casos se les permite estar en una salita contigua.

Al año se efectúan más de un centenar de autopsias. En concreto, en 2022 se realizaron 146, un 8% más que el año anterior, la cifra más alta desde, al menos, el 2017. No hay una razón concreta del porqué del aumento, aunque lo cierto es que en el antiguo anatómico forense han constatado un notable repunte de fallecidos de accidente de tráfico y de suicidios. «No obedece a ninguna causa, simplemente se ha producido», remacha. Nada relaciona el incremento de fallecidos con la vacuna del covid. Una leyenda que, como todas, no tiene ninguna base científica.

Precisamente, dado el aumento de las muertes autoinfligidas y con el fin de paliar ese incremento, la Dirección General de Justicia e Interior ha programado un curso de prevención de suicidio, que se celebrará entre el 7 y el 10 de marzo en las dependencias del IML y dirigido a personas que intervienen en casos de situación de riesgo. La formación en estos y muchos otros casos es un pilar fundamental y el Instituto de Medicina Legal riojano es un referente en formación en patología forense en todo el mundo de habla hispana.

Las autopsias son la parte más conocida de las tareas que se llevan a cabo en el antiguo anatómico, pero hay otra, la clínica forense, que es el estudio de las personas vivas que tienen cualquier relación con la justicia y que acapara el grueso de la actividad. En estos casos, un informe médico o de los profesionales de la psicología o de los trabajadores sociales puede servir de base para que un juez adopte una decisión u otra ante diferentes situaciones. Por ejemplo, en los casos de conflicto entre dos personas hay que estudiar el alcance de las lesiones, el plazo de curación y las secuelas. El informe que elaboran los profesionales «le sirve al juez para determinar la responsabilidad del agresor, tanto penal como patrimonial».

Otra parte de la clínica forense aborda el estudio psiquiátrico de personas que han cometido un acto ilícito y el juez necesita saber –como ocurrió en el caso de Adriana Ugueto, condenada a prisión permanente revisable por el asesinato de su hija, la pequeña Carolina, de 5 años, en 2020– si esa persona era capaz de entender lo que estaba haciendo y de elegir entre hacerlo y no hacerlo. También se realizan estudios destinados a proteger a las personas con algún determinado trastorno que por su patología no son capaces de administrar sus bienes y necesitan alguna clase de apoyo.

Dentro de la estructura del IML, la unidad de valoración forense integral, compuesta por la psicóloga, la trabajadora social y un médico forense que va rotando, es una parte fundamental. Se dedican a hacer evaluaciones en casos de violencia sobre la mujer. «Cuando se trata de un daño físico o en el que ha habido una secuela psíquica, a parte de la evaluación psicológica, se nos puede requerir para ver si la víctima tiene un trastorno depresivo o estrés postraumático», explica Jorge González.

La atención a las víctimas de violencia sexual se efectúa conforme a los últimos protocolos del Consejo Médico Forense y desde el pasado mayo disponen de un protocolo específico para víctimas de sumisión química, una cifra que no es baladí. De acuerdo con un estudio reciente de Jorge González Santamartina, el 40,5% de las víctimas de violencia sexual entre 2008 y 2020 en La Rioja estaban en una situación de vulnerabilidad o sumisión química, la mayoría por consumo de alcohol.

También en esta materia, el IML de La Rioja es un referente en formación. El centro de estudios jurídicos del Ministerio de Justicia organiza aquí un congreso anual, que este año está previsto para los próximos 23 y 24 de marzo. En él se tratarán las últimas novedades en materia de protocolos.

Jorge González, director del Instituto de Medicina Legal de La Rioja. S. T.

«Me gustaría morir lúcido, siendo consciente de que me voy a marchar»

– ¿Tiene miedo a la muerte?

– Sé que está ahí, que va a llegar un día, que no sabemos cuál es. Miedo no, pero sé que llegará. Hasta entonces hay que disfrutar de la vida, de lo que tenemos de nuestra gente.

– ¿Cómo le gustaría morir?

– Me gustaría morir lúcido, siendo consciente de que me voy a marchar pronto y pudiendo despedirme de los míos.

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