Imagen de archivo de un piso para menores tutelados. Justo Rodríguez

Hogares sin padres donde «regenerar vínculos afectivos»

Los pisos donde viven los menores tutelados ofrecen cuidados personales y psicológicos, pero también recursos educativos y sociales

Víctor Soto

Logroño

Lunes, 8 de julio 2024, 07:23

Esparcidos por Logroño existen once pisos en los que las figuras paterna y materna deben ser sustituidas por el trabajo de profesionales: personal educativo, auxiliares, psicólogos, trabajadores sociales, coordinadores, directores…

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Todos forman un sistema de acompañamiento gestionado por la Fundación Diagrama que intenta «regenerar los ... vínculos afectivos, que llegan muy dañados por sus circunstancias». Así lo explica Marta Suárez, psicóloga de cuatro de estos espacios a los que arriban los menores que son tutelados por la Administración regional. Aquí no hay distinción por los motivos de ingreso, sino por necesidades y personalidad. «Un menor no acompañado puede requerir un trabajo adicional para adquirir el idioma, pero otros necesitan otro tipo de ayudas», explica.

La llegada, siempre complicada por lo que significa de romper con lo conocido, es muy cuidada «con acompañamiento inicial por el equipo educativo y por el resto de menores para aclimatarse». «Cada uno viene con una mochila cargada y trabajamos para ir afianzando sus lazos afectivos», explica la psicóloga. Primero se ponen objetivos a corto plazo y motivantes, después otros a medio y también a largo plazo, con la meta de «crear una autonomía de cara a la mayoría de edad».

«La realidad de los menores tutelados debe ser la misma que la de cualquier otro, con sus rutinas, sus horarios...»

Marta Suárez

Psicóloga de pisos-hogar

Los residentes de los pisos-hogar, de entre 6 y 18 años (si hay hermanos se mantiene esa unión) estudian en centros escolares, ayudan en las tareas domésticas («una semana colaboran en la cocina, otras barren, otras ponen lavadoras, cuentan con horas de ocio, salen……», incide Marta Suárez.

«Su realidad debe ser la misma que la de cualquier otro menor, con sus rutinas, horarios…», añade. Y también hay 'castigos', como en cualquier hogar. «Tenemos un reglamento de régimen interno que se les explica desde el primer día y que, si se incumple, acarrea consecuencias. Se habla todo lo que sucede y se trabaja para que lo entiendan. La convivencia es lo prioritario», abunda.

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Y a los 18, ¿qué?

Son grandes familias de entre 6 y 8 menores que comparten techo y día a día, pero que saben que su estancia va vinculada al calendario. Cuando soplen 18 velas, no se quedarán solos. «Se trabaja con la Consejería en las alternativas, en ver con qué red social cuentan, se escucha al menor, pueden acceder a otros recursos...», analiza. Diagrama cuenta con el Programa Labor y la Red Nodos de inserción en el mercado laboral, pero también mantiene un seguimiento, siempre que los jóvenes ya mayores de edad así lo deseen.

Además, cuentan con más opciones. Por ejemplo, los dos pisos de emancipación de Cruz Roja (11 plazas) donde los educadores pasan a ocupar un lugar secundario (de acompañar las 24 horas pasan a estar solo por las mañanas) y en las que los usuarios ya asumen todas las responsabilidades mientras terminan sus estudios o trabajan. Con una estancia habitual de año y medio, estos hogares completan el ciclo para lograr que el salto a la vida real resulte más sencillo.

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