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logroño. Los alumnos de la Escuela de Enfermería pueden presumir de tener las instalaciones más modernas y funcionales, aunque de momento no las conocen. Les hubiera gustado haber empezado ayer mismo, coincidiendo con el nuevo curso académico, pero aun deberán esperar un tiempo (sin determinar) ... hasta poder cruzar los escasos metros que le separan. Son pocos metros, aunque en realidad mudarse del viejo edificio que todavía les acoge (sin ascensor y con barreras arquitectónicas) hasta el nuevo complejo (un inmueble inteligente y equipado con los últimos avances para el ejercicio de la profesión y con cafetería incluida) supondrá dar «un paso de gigante».
«No hay color», resumían ayer los alumnos que merodeaban por Donantes de Sangre tras las presentaciones correspondientes del primer día. «Vamos a pasar de sufrir las estrecheces de las aulas a disponer de amplios salones, y de turnarnos el muñeco de prácticas a practicar con modelos 3 D».
No hubo una circular remitiéndoles a las viejas instalaciones, pero por inercia, todos acabaron por darse cita donde siempre. «Es una pena seguir aquí, mientras la nueva escuela se ve tan bonita, con esos ventanales verdes increíbles, tan grandes, y con tanta luz...», suspiraba Julia, alumna de 3º, de Bilbao, para quien alargar la estancia en la clase actual, donde una columna le impide ver la pizarra, se le va a hacer muy pesado.
Al otro de la carretera les espera el flamante edificio, un espacio que multiplicará por diez las dependencias actuales y que, a la vista de los alumnos, está en perfectas condiciones para iniciar el curso. «Desde las ventanas se ve todo equipado, las sillas y las mesas ya están dispuestas, se ve todo para entrar», señalaba Vitoria, de San Sebastián, sin llegar a entender el retraso del traslado. Enfilando ya el último curso, y sin poder evitar comentar el problema de ruidos que han sufrido con las obras («en los exámenes me costaba mucho concentrarme, a veces parecía que el edificio se caía»), se mostraba, pese a todo, radiante ante las expectativas de una profesión que «me encanta»: «Me da pena no aprovechar más la nueva Escuela, pero yo ya pienso en el futuro. Hoy nos han dicho que no solo están los hospitales, también están los centros penitenciarios, la investigación y los colegios van a empezar a contratar enfermeras...».
Ayer fue día para conocer el calendario, el temario, los los profesores..., «pero no nos han dicho nada sobre la fecha de la mudanza, aunque tampoco lo hemos hemos preguntado», se sinceraba María. En un principio, se dio por hecho que el inicio del nuevo curso escolar de Enfermería comenzaría en el nuevo complejo. Fue inaugurado oficialmente el pasado 31 de julio por el anterior Ejecutivo y, todo apuntaba a que hoy ya estaría en funcionamiento. Sin embargo, sobre la moderna Escuela sobrevuela un viejo asunto: la integración plena (está previsto reactivar la comisión de seguimiento) de Enfermería en la UR. «Es lo más prudente», indicó el rector, Julio Rubio, la semana pasada al referirse a la necesidad de esperar a este proceso antes de que las instalaciones puedan abrir sus puertas.
Poco o nada les sonaba este asunto a los jóvenes sondeados ayer. Alguno, como Mikel aventuraba, por comentarios que se dejan oír, «que todavía quedan flecos pendientes como la conexión wifi», una prestación de la que también carecen en en el viejo centro. «No hay conexión, así que no hemos podido usar el portátil, ni descargarnos archivos...», dice Mikel, uno de los once alumnos chicos matriculados este año en 3º curso («cada vez somos más») y un enamorado de Enfermería: «Mi idea es especializarme en salud mental, es algo que siempre me ha gustado».
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