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Último día de juicio por el crimen de Cuzcurrita y la Fiscalía se ha ratificado en su petición de 27 años y 27 años y nueve meses de cárcel para los acusados C.S.R. y A.D.G.. Mientras, las defensas insisten en la absolución y las acusaciones particulares, que representan a los hijos de Guillermo Castillo y reclaman la prisión permanente revisable para los dos procesados, retiran el delito de organización criminal. El abogado de Yolanda Castillo va más allá y solicita que se deduzca testimonio contra otras cinco personas por, entre otros delitos, mentir durante su declaración en el juicio celebrado durante las dos últimas semanas en la Audiencia Provincial de La Rioja.
Para la fiscal, teniendo en cuenta todos los indicios, ha quedado acreditado cómo A.D.G, de 54 años, y C.S.R., de 39 y nacido en Portugal, cometieron los hechos. Los procesados, que se conocieron en la cárcel, se concertaron para dar el que creían el golpe de sus vidas. Sabían que Guillermo Castillo tenía dinero en casa y lo sabían porque C.S.R le conocía, de hecho habían mantenido una relación a cambio de una compensación económica.
Ambos, ha añadido la fiscal, idearon un plan «que podría resultar perfecto: ir un día que suponían habría una gran caja». Aparcaron el coche en la plaza del pueblo para que pasara desapercibido, se desplazaron por un callejón estrecho hasta llegar a la casa y pertrechados con guantes, C.S.R. llamó al timbre mientras A.D.G esperaba. Guillermo abrió «a quien creía su amigo o su amado» ha detallado, pero a partir de ese momento, la víctima «no tuvo ninguna oportunidad», se abalanzaron sobre él y le golpearon de «manera brutal». Le pusieron las esposas para facilitar el arrastre y mientras uno tiraba hacia arriba, el otro le daba patadas rompiéndole las costillas. Le encerraron en el baño asegurando que nadie pudiera interrumpirles. Allí «le siguieron golpeando y le dejaron sin la más mínima posibilidad de salvar la vida».
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Los acusados, además, registraron la casa «de manera precipitada» y no encontraron ningún botín, salieron por el hall pisando los charcos de sangre y volvieron al coche. De regreso hicieron una parada en el entorno de Cuzcurrita para limpiarse con toallitas y luego en Lardero «no sabemos para qué, pero presumimos que para comparar más drogas», luego uno se quedó en La Estrella, el barrio en el que residía A.D.G, y el otro se dirigió a Pradillo, donde convivía con su pareja.
La fiscal, que se ha extendido a lo largo de una hora y cuarto, entiende que este recorrido ha quedado corroborado tanto por el registro de las llamadas como por la localización del teléfono móvil de C.S.R. porque A.D.G. lo habría apagado deliberadamente. En concreto, queda acreditado el concierto previo a través de las llamadas la noche anterior, las antenas permiten localizar los terminales móviles. A las 21.04 C.S.R. recoge a A.D.G, a las 21.43, C.S.R. llama al traficante de Lardero y a las, 23.05, siempre según la geolocalización de los terminales móviles, ponen rumbo a Cuzcurrita. A las 23.35 se les ubica en Briones y a las 23.51 llegan a al municipio del hostelero donde permanecen hasta las 00.44. Teniendo en cuenta que la siguiente conexión no se produce hasta las 01.29 entienden que al salir de Cuzcurrita hicieron una parada para limpiarse. Luego fueron a Lardero.
La fiscal también se ha remitido a las declaraciones efectuadas por el instructor del caso que corroboraban la implicación de dos personas en el asesinato de Guillermo Castillo tanto por la colocación de las zapatillas en la entrada, las manchas de sangre y la colocación de las esposas y la postura en la que le dejan encerrado en el baño. «El cerrojo estaba cerrado y manchado de sangre esto implica que uno cerró la puerta mientras el otro vigilaba».
A su juicio, también queda acreditado que era un plan preconcebido porque A.D.G apagó el teléfono y no lo volvió a encender hasta la mañana siguiente. Además, se llevó a cabo un día festivo y por tanto sabían que la recaudación iba a ser mayor. El lugar en el que aparcan es otro de los indicios que apuntarían a los dos acusados porque «si querían haberlo hecho rápido habrían aparcado en la puerta, pero lo hicieron en la plaza para pasar inadvertidos».
La fiscal ha sido tajante descartando la participación de terceras personas, tesis en la que insiste el abogado de Yolanda Castillo. «Hubo otros sospechosos, pero han sido descartados de manera objetiva analizando las coartadas de cada uno de ellos».
Entre otras cuestiones, la acusación pública ha subrayado las contradicciones de los acusados. En concreto, respecto de A.D.G, ha señalado que dijo que no había recibido una llamada de C.S.R y por los repetidores se sabe que no fue así. Dijo que no pasaron por Lardero y no es así, los repetidores determinaron que sí fueron a la localidad cigüeña. En Cuzcurrita declaró que habían aparcado en un lugar concreto de la plaza y, sin embargo, a través de las huellas que dejaron en la calle, se puede determinar, ha precisado la fiscal, que el coche se encontraba en otro lugar distinto de la plaza.
Con respecto a su relación con el 'camello' de Lardero, primero dijo que no le conocía, luego que de prisión y en el juicio que le reconocía de manera indirecta. Y en cuanto a su teléfono móvil, explicó que se le apagaba y se encendía porque funcionaba mal, que era antiguo, y sin embargo, su sobrina declaró que hacía un uso normal.
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En cuanto a las contradicciones de C.S.R. la fiscal se ha referido a que el ataque a Guillermo no pudo ser cómo él indica. Además, dijo que era su amigo y «si ves que están atacando a quien consideras tú amigo pides ayuda y sin embargo él se dedica a registrar la casa».
Durante su declaración, C.S.R. detalló vio los charcos de sangre al bajar al vestíbulo y la puerta estaba abierta. «Eso no fue así, la puerta estaba cerrada porque de lo contrario el cerrojo no tendría marcas de sangre, mientras uno asestaba golpes el otro hizo una función de vigilancia». Por todo ello, «la versión de ambos no es factible». Además, la declaración del testigo protegido ha sido corroborada en todos sus términos«.
La fiscal concluía su extensa exposición explicando a los miembros del jurado la diferencia entre homicidio y asesinato, y en por qué en este caso no cabe la petición de prisión permanente revisable, que reclaman las acusaciones particulares, al entender que la vulnerabilidad de la víctima ya se recoge en la alevosía con la que se tipifica el asesinato de Guillermo Castillo.
Por su parte, Gracia Castro, abogada de la acusación particular que representa al hijo de la víctima, ha puesto el foco en las numerosas contradicciones en la declaraciones de los dos acusados, su «única prueba es un mar de contradicciones», ha dicho. También ha subrayado la necesaria participación de los dos en el crimen, como así lo concluyó el agente instructor del caso.
En cuanto a la drogodependencia de los acusados que alegan sus defensas, los profesionales forenses dejaron claro que no existía síndrome de abstinencia ni acudieron a tratamiento de deshabituación y por tanto, no fue un impulso de dos personas drogadictas .
«Ellos tenían un objetivo claramente económico; una fecha, justo después del puente de mayo cuando preveían una importante caja; y un horario, que era la madrugada aprovechando la nocturnidad», ha señalado. Además, sabían que Guillermo iba a estar solo porque uno de los procesados C.S.R. conocía a la víctima.
Entre otros puntos de la declaración de los procesados, ha intentado desmontar la versión que ofreció C.S.R. cuando argumentó que intentó defender a Guillermo Castillo pero que luego tuvo miedo. «Si tanto miedo tenía por qué luego estuvo con él, y si era amigo de Guillermo Castillo podía haber llamado a la policía».
La letrada también ha hecho hincapie en el estado del hijo de la víctima y las secuelas psicológicas que sufrió tras el asesinato de su padre. «No volverá a ser el mismo», ha reiterado. En conclusión, «existen pruebas más que concluyentes para desvirtuar la presunción de inocencia de los acusados».
Manuel Saez Ochoa, abogado defensor de A.D.G., en la tarde de este lunes, una vez que se ha retomado la última sesión del juicio tras un receso para comer, ha recordado el historial delictivo de este procesado en el que «no verán delitos de amenazas ni coacciones y eso que dicen que es muy violento». La postura de su cliente es coherente, ha dicho. «Sin embargo, no ocurre lo mismo con la versión del otro acusado. No hay quien se la crea».
Además, «no se ha podido demostrar que existiese ningún tipo de relación entre Guillermo y su defendido y ¿va a entrar y se va a poner a darle? no tiene ningún sentido».
En cuanto al testigo protegido, C.S.R. asegura que le dijo que había cometido el crimen con A.D.G. y, sin embargo, el testigo protegido no dice con quién va. «Entiendo que quieren echar la culpa a A.D.G.»
En el episodio de Pradillo, según explicó Yolanda Castillo, la novia de C.S.R. le habría confiado a su entonces pareja sentimental que su novio y otro habían matado a un viejo en Cuzcurrita. «Es chocante que le confiese a otra persona el crimen que ha cometido su pareja ¿por qué lo hacen? Porque quieren implicar a una segunda persona y ese es el plan que sí está urdido, es el que lleva a A.D.G. hasta allí y lo utiliza como cabeza de turco». «Como dijo la pareja de C.S.R., uno va a pagar por bobo y otro por tonto, porque a C.S.R. también le han dejado colgado», ha señalado.
Saez Ochoa también sostiene la implicación de terceros en este caso. «Está claro que otras personas tuvieron algo que ver y ojalá en un futuro se sepa toda la verdad». «Algo hay porque sospechoso es al 100%», en referencia al mencionado traficante de Lardero.
Por su parte, Tatiana Ivanova, defensa de C.S.R., de 39 años, al igual que el abogado de A.D.G. sostiene que hay más implicados en el caso y que en ningún caso hay pruebas de ADN que incriminen a su cliente, ni siquiera sangre de Guillermo Castillo en el coche que emplearon para trasladarse de Cuzcurrita a Logroño después de supuestamente dar muerte al hostelero. Tampoco,ha añadido, se sabe la hora de la muerte y todo lo basan en indicios.
«Es muy grave no tener pruebas más que indicios y decir que mi cliente se descargó a puñetazos con Guillermo Castillo». «No hay ninguna prueba de cargo que le pueda incriminar, tan profesional que es mi cliente cometiendo delitos y sólo tiene delitos contra la seguridad vial», ha ironizado.
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