La trágica muerte de Mahfuz Hussain el pasado 25 de julio mientras trabajaba en una obra de la calle Juan XXIII de Logroño ha dejado una familia rota por el dolor. Desde el barrio de San José hasta Pakistán, sus allegados y amigos ... siguen llorando el trágico destino de este obrero de 45 años que acabó sepultado por un derrumbe.
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«Toda la familia está destrozada. Muy triste», señala Matloob, hermano del fallecido, que no se separa de su sobrino Rehan, hijo del fallecido y que sufre una discapacidad. Matloob asegura que tanto su madre, como la esposa de Mahfuz y sus cinco hijos (tres en España y dos en Pakistán, y no siete como se publicó erróneamente en un primer momento) están pasando un calvario.
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El proceso para repatriar el cadáver ya está en marcha después de que la comunidad pakistaní pudiera realizar el ritual del lavado de cuerpo y las oraciones fúnebres la pasada semana. «Nuestro deseo es enterrar a mi hermano en Pakistán y luego intentaremos traer a su mujer y a sus otros dos hijos para que estén todos juntos en España», señala.
A la discapacidad de Rehan y las necesidades de los otros cuatro huérfanos se suman la intención que tenía Mahfuz de reunir a todos en Logroño, donde sus amigos le recuerdan como un hombre «honrado y muy trabajador». Zia Ullah, de la Asociación Pakispano, recalca que lo prioritario ahora es dar tierra a Mahfuz y que luego comenzará el trabajo para lograr el reagrupamiento.
«Lo normal es que una madre esté con sus hijos, no pueden estar solos», dice Matloob, que recuerda que su hermano ya consiguió traer hace unos meses a tres de sus hijos a La Rioja y que tenía los papeles presentados y todo previsto para reunir a toda su familia lo antes posible. Matloob y su esposa se están volcando con sus sobrinos pero sienten que falta la madre para afrontar este duro trance y lo que vendrá después.
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Matloob recuerda estremecido cómo el jefe de su hermano le llamó para contarle lo que había sucedido. «Fui corriendo, la Policía no dejaba entrar a nadie. Me metieron en una ambulancia y me dieron un pastilla. Yo estaba muy mal. Tardaron en sacar a mi hermano», rememora. «Fue muy duro», recuerda, antes de agradecer el cariño de la comunidad pakistaní, que acompañó a su familia durante el duelo. «Vino mucha gente a las oraciones en el tanatorio», recalca.
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Ahora también deben esperar a que concluya todo el proceso judicial que acompaña a una muerte por accidente laboral, unos trámites que saben que van a resultar largos.
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