El pasado año un norovirus, que es un virus muy contagioso que causa vómitos y diarrea, se cebó con 38 usuarios de una residencia de mayores. No fue el único brote por intoxicación alimentaria, otros tres afectaron a otras tantas familias. La infección la causó ... la salmonella contraída, según se analizó e investigó después, en varios establecimientos hosteleros.
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Un año antes, hubo mucho menos intoxicados aunque el diagnóstico y las consecuencias fueron peores. Se trató de un brote de botulismo que afectó a varios miembros de una misma familia que habían consumido guindillas de un bote de conservas caseras. Los tres afectados ingresaron en el Hospital San Pedro, uno de ellos en la Unidad de Medicina Intensiva (UMI). A los tres, según la información facilitada por la Consejería de Salud, se les facilitó antitoxina botulínica.
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Luciano Coccio
Cuantitativamente, el año 2021 fue el más alarmante, hasta 130 personas resultaron contagiadas, 37 eran pequeños de una guardería y 16, jóvenes que participaban en un campamento. Afortunadamente ningún caso revistió gravedad.
Estos son sólo algunos de los datos del impacto que los brotes por intoxicación alimentaria tienen en La Rioja, una enfermedad cuyo causante principal es la mala praxis en el hogar, es decir, la intervención del consumidor en la manipulación de los alimentos. Son fallos que pueden provocar la transmisión directa de la toxina, explica Eva Martínez Ochoa, directora general de Salud Pública.
Sin llegar a ser brote, lo cierto es que el año pasado 638 personas fueron atendidas en esta región por alguna enfermedad transmitida por alimentos o a través del agua, lo que representa un incremento del 157% con respecto a 2022, según se desprende del informe semanal de Enfermedades de Declaración Obligatoria de La Rioja
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Si bien la cifra puede parecer elevada, lo cierto es que no es un fenómeno «llamativo» básicamente porque cada vez estamos más concienciados con la higiene de los alimentos. El incremento del número de casos obedece, según Martínez Ochoa, al control cada vez más exhaustivo por parte de la Administración y a las cada vez más habituales inspecciones sanitarias que son eficaces en la detección de estos problemas.
Según el sistema de vigilancia de enfermedades de declaración obligatoria, la infección más frecuente está producida por el campylobacter que se contrae cuando se consumen alimentos contaminados, en especial aves que no están bien cocidas o crudas. También por agua contaminada o leche cruda o por manipular excrementos de animales. En general, es la causa más frecuente de la gastroenteritis en todo el mundo desarrollado.
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Si bien el campylobacter es el más habitual, el pasado año fue desbancado por el cryptosporidium, poco frecuente hasta entonces, pero que experimentó una importante escalada en 2023 en todas las comunidades autónomas. En la localidad zaragozana de Tarazona, por ejemplo, en septiembre pasado este agente provocó un brote de gastroenteritis que afectó a cerca de 500 personas. El protozoo criptosporidiosis se encontraba en el agua de grifo de la localidad, pero el origen de la contaminación se encontraba en la provincia de Soria.
La giardiasis son como las lombrices, la mayoría se transmite de personas a persona. Es una enfermedad causada por un parásito llamado Giardia intestinalis que vive en el suelo, los alimentos y el agua. También puede estar en las superficies contaminadas con desperdicios.
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La Listeriosis, explica Martínez, se produce sobre todo por comidas como el queso no pasteurizado y es una enfermedad que puede llegar a ser más grave sobre todo porque afecta a personas inmunodeprimidas.
Eva Martínez Ochoa
Directora general de Salud Pública
La salmonelosis es la más conocida, tiene cierta frecuencia y está muy relacionada con los alimentos. La shigelosis no es muy frecuente y está relacionada con las aguas, mientras que la yersiniosis se transmite al consumir alimentos contaminados, sobre todo carne de cerdo poco cocinada, lácteos no pasteurizados, o vegetales regados con aguas contaminadas. Es una enfermedad relativamente rara y generalmente se presenta como un hecho individual aislado.
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Por fortuna, los casos de intoxicación alimentaria se pueden evitar, explica la directora general de Salud Pública. «Hay medidas y normas de higiene durante la preparación que van a ayudar a garantizar la seguridad de los alimentos», apunta. Por un lado, lavarse las manos antes de empezar a cocinar, mantener limpias las superficies y los utensilios que se emplean, separar los alimentos crudos de los cocinados y usar diferentes utensilios de cocina para manipular diferentes productos.También contribuye a mantener la seguridad y evitar las infecciones que los alimentos alcancen temperaturas elevadas, es decir, cocer suficientemente la carne, el pollo, los huevos y el pescado. Preparar las comidas con la mínima antelación posible antes de consumirlas, refrigerarlos tan pronto como sea posible después de cocinarlos, no mantenerlos fuera del frigorífico, especialmente en verano, descongelar los alimentos dentro de la nevera y no hacerlo a temperatura ambiente.
A mediados de septiembre pasado Sanidad detectó un notable incremento de casos de criptosporidiosis en la gran mayoría de comunidades autónomas. Los casos estaban vinculados tanto al consumo de agua de redes de abastecimiento local como al uso de piscinas y de aguas recreativas.
En La Rioja en todo 2023 se detectaron 241 casos frente a los 20 de 2022. Y sólo en las dos primeras semanas de este año ya se han detectado 8 casos, frente a los 2 de un año antes.
Pero ¿por qué? Aunque no se sabe con certeza, se cree que puede deberse a una combinación de factores relacionados con las condiciones climáticas extremas de este verano.
Por fortuna, la infección no suele ser grave. Lo más común es una diarrea acuosa que puede ir acompañarda de calambres abdominales, pérdida de apetito, febrícula, náuseas, vómitos y pérdida de peso.
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