Secciones
Servicios
Destacamos
Las asociaciones y entidades sociales riojanas no han registrado, en los últimos años, una caída significativa en su plantilla de voluntarios. Sin embargo, han detectado que, aunque hay jóvenes que deciden implicarse en ellas, cada vez son más las personas mayores, prejubiladas o jubiladas ... que «siguen siendo activas» y «quieren colaborar».
Todo debido, en parte, a que «la dedicación que se necesita es incompatible con tener un trabajo», explica José Manuel Pascual Salcedo, presidente del Banco de Alimentos de La Rioja, donde el perfil actual del voluntariado, conformado por entre 40-50 personas que acuden de manera habitual a la entidad, muestra a «gente ya mayorcita, jubilados, mayormente hombres, pero con ganas de seguir colaborando o de hacer alguna actividad, sobre todo solidaria». «En general, estamos bien, vamos consiguiendo salir adelante, pero notamos cierto desánimo, sobre todo entre los voluntarios que tradicionalmente nos han ido apoyando», lamenta Pascual Salcedo mientras apunta que los jóvenes «se están implicando cada vez más a través de los colegios».
Desde el grupo Asprodema, donde acuden 13 voluntarios «de forma estable», su responsable de Calidad y Comunicación, Santiago Urizarna, apunta que la media de edad es «bastante alta». Pero no siempre ha sido así. «El perfil ha cambiado: «Antes era gente joven que estaba cursando títulos universitarios o grados de FP relacionados con el ámbito de la discapacidad, pero ahora son personas mayores o incluso jubilados», afirma. En el caso concreto de esta entidad, la media de edad es de 63 años, «el más mayor es de 75 y el más joven, de 45». «Nos va bien, porque a veces incluso tienen más puntos en común con nuestros usuarios, son personas que tienen tiempo, ganas de aportar y mucho conocimiento». A pesar de ello, reconoce que «echamos de menos el perfil de gente más joven, porque para un usuario que acaba de entrar joven, hay una distancia». En Plena Inclusión, no obstante, cada vez hay más voluntarios, donde el perfil muestra a «una mujer joven con estudios universitarios».
Santiago Urizarna
Responsable de Comunicación de Asprodema
En la misma línea se muestra Jaime Caballero, coordinador autonómico de Cruz Roja en La Rioja, quien explica que «hemos notado que cada vez tenemos más voluntarios en la franja de entre 55 y 60 años, jubilados y mayores, gente que deja de trabajar, sigue siendo muy activa y quiere colaborar». «Son los que tienen tiempo y la vida arreglada, y no es como las personas que están en edad laboral, trabajando, que pueden dedicar tiempo pero este siempre es menor, porque lo dedican fuera de su horario laboral, por las tardes, en fin de semana o en los ratos que tienen libres».
Desde la irrupción del SARS-CoV-2, los riojanos que acuden a colaborar a Cocina Económica son más jóvenes. «Se ha rejuvenecido el voluntariado y, ahora, hay más personas de entre 45 y 60 años porque tienen su vida hecha, organizada», explica Javier Porres, director gerente de la citada institución –en la que hay unos 170 voluntarios– mientras puntualiza que, aunque hay jóvenes, «son más entrantes y salientes porque les surge trabajo, estudios o se tienen que trasladar».
José Manuel Pascual Salcedo
Pte. Banco Alimentos de La Rioja
De ahí las dificultades para que acudan a la entidad con frecuencia. «No tienen una vida establecida como el resto, que la tienen organizada, y se nota; tienen que hacer su vida, están en una época de estudios, cambian de ciudad, o forman una familia... tienen que estabilizarse, mientras que los de 45 años tienen ya organizada su vida y pueden dedicarse al voluntariado».
Noticia relacionada
Irene Echazarreta
Parecida situación experimentan en APA Rioja, donde, como explica su presidenta, Carmen Faulín, «tenemos todo tipo de edades y también gente joven, pero los que se están buscando la vida están muy supeditados a sus estudios, a terminar sus exámenes y a encontrar trabajo, por lo que muchas veces nos ocurre que cuando empiezan a trabajar, dejan de venir a ayudar o lo hacen de manera muy puntual».
Desde que empezó el Teléfono de la Esperanza en La Rioja, «hemos tenido una progresión lineal en el número de voluntarios, de entre 35 y 40 personas en todo momento», explica Magdalena Pérez, presidenta del citado servicio. Un engranaje esencial para el que, no obstante, hace falta recibir formación. «Cualquier persona que quiera colaborar necesita una preparación de un año y medio dos, porque por la gravedad de las llamadas, por la dificultad de lo que atendemos y la responsabilidad que tenemos, necesitamos que estén centradas».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.