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Aquel estudiante (o su familia) que busque ahora una habitación en una residencia de Logroño lo va a tener muy difícil o, directamente, imposible. A ... finales de julio, los grandes alojamientos comunitarios de la capital, ubicados en el entorno del campus de la Universidad de La Rioja, colgaron el cartel de completo y empezaron a admitir alumnos en sus listas de espera, con la confianza de alguna baja por cambio de matrícula o por cualquier otra decisión que les abra las puertas de una habitación más demandada que nunca. El inicio de curso universitario está previsto para el 4 de septiembre y las opciones existentes son ya bastante limitadas.
«La verdad es que nunca se había llenado con tanta antelación», explica Mónica Lacarra, que gestiona la residencia Francisco Jordán junto a su marido, Rubén Jiménez. Ellos ofertarán sesenta plazas en el edificio de Salvatorianos para alumnos «en habitaciones individuales, con pensión completa por 850 euros». No quieren ofrecer más porque su negocio es familiar y buscan un trato cercano, pero la demanda superaba la oferta. «Hemos reservado una planta para estudiantes y otra diferente para alumnos de la Escuela de Pilotos», remarca Lacarra.
También la residencia Mi Campus, vecina al campo de fútbol de La Ribera, ha visto cubiertas sus 185 plazas y existe lista de espera. «El año pasado el proceso fue mucho más lento, pero para el próximo curso en agosto ya estaban las habitaciones llenas», indican desde Mi Campus, cuya oferta es múltiple en tipología de alojamiento y precios: desde 428 euros por una habitación doble con cocina hasta los 794 de una individual extra.
315 habitaciones
suman las tres residencias para universitarios de Logroño.
428-850 euros
Los precios varían para el alojamiento según el tipo de habitación o la pensión alimenticia.
En avenida de la Paz, la Residencia María Inmaculada (frente al Ayuntamiento) también cerró sus posibilidades de admisión en julio y hay estudiantes que aguardan una baja. «Contamos con 70 habitaciones individuales y con baño y están todas reservadas de septiembre a junio», confirman desde el céntrico alojamiento. En su caso, el alojamiento y la comida tienen un coste de 726 euros mensuales.
A la espera de la futura entrada en funcionamiento de otras residencias y sin oferta pública en la capital, la explicación de este tirón tiene varias causas, aunque dos son las principales: cada vez hay más estudiantes de otras regiones en la UR(por ejemplo, en este curso se estrenan 30 nuevos pupitres para Enfermería) y, sobre todo, el incremento en el precio de los alquileres, que se han disparado en Logroño en los últimos tiempos (el 12% desde 2022, según pisos.com, hasta alcanzar los 8,72 euros por metro cuadrado de media).
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Mónica Lacarra considera que esa subida hace que las residencias resulten más atractivas. «Veo que los pisos se han encarecido y no ofrecen la comodidad de una residencia: comidas, limpieza, wifi, otros gastos… Al final, todo esos factores suman y las familias tienen que elegir», añade.
El huésped de una de estas residencias suele tener un perfil muy marcado. Se trata, mayoritariamente, de un 'novato' que se estrena en el campus (pero también en la Escuela Superior de Diseño o en algún ciclo de Formación Profesional) y que proviene de País Vasco, Navarra y Castilla y León, fundamentalmente. Aunque siempre hay algún usuario de pueblos de La Rioja o de regiones lejanas, pero estos son casos contados.
Después de ese primer año de transición, las miras de los estudiantes suelen centrarse en el siguiente objetivo: el piso en alquiler, un símbolo de libertad que implica madurez, autogestión y otras muchas exigencias (aunque empieza a aflorar un modelo de piso 'tutelado', que ofrece comidas y limpieza en el precio).
Y la competencia por un piso es feroz porque la demanda resulta enorme. La Universidad de La Rioja cuenta con una bolsa de pisos en la que se pueden hallar inmuebles al gusto de casi todos y cuyos dueños muestran su preferencia por los universitarios. Pisos que se alquilan desgajados en habitaciones o al completo, dependiendo de las necesidades; cercanos al campus o localizados en el centro de la ciudad; nuevos, usados; con y sin ascensor; decorados en los 70 o renovados recientemente… La variedad es enorme y también los precios.
Hay pisos enteros de cuatro habitaciones por 1.100 euros y también algunos de esa tipología más baratos. Los de tres se acercan o superan los 800, mientras que las habitaciones individuales van desde los 250 hasta los 400 euros.
Un encarecimiento evidente respecto a años precedentes y un desembolso importante para las familias de los universitarios, que afrontan un curso escolar marcado por el mercado inmobiliario.
El mercado del alojamiento tiene tirón no solo en el ámbito turístico, sino también en el de los estudiantes. Algunas empresas han visto las posibilidades y se han lanzado a cubrir la demanda. En Juan XXIII se levantará una residencia con 97 habitaciones y una capacidad de hasta 131 alumnos en el solar que hasta hace poco pertenecía a las Adoratrices. Global Gemina es la empresa que invertirá cerca de cinco millones de euros en llevar adelante este proyecto. Otras anunciadas, como una que iba a suponer la remodelación de un edificio en la calle Ateneo Riojano (el objetivo era ofertar 36 habitaciones) continúan, tres años después de su anuncio, sin avances. Y mientras algunas toman forma y otras se encuentran a la espera, también las hay que dicen adiós. Es el caso de Santa Mónica, ubicada en la calle Galicia y vinculada a las Agustinas. El próximo curso no abrirá sus puertas. Hasta ahora, ofrecía 55 habitaciones para un alumnado exclusivamente femenino que, de momento, no volverán a ofertarse.
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