«El otro día hubo una ambulancia que estuvo esperando con un paciente desde las ocho de la tarde a las cuatro de la mañana», cuenta en primera persona uno de los conductores de estos vehículos que viene «soportando» esta situación «desde marzo, por lo ... menos». Todos los días es igual, relata: «Llegas, hacen el triaje y después toca esperar, hay gente que llega muy grave y los derivan a reanimación, pero para los demás no hay sitio, te lo repiten varias veces: no hay sitio, tienen que esperar».
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Entre tanto, los pacientes intentan asimilar la situación como pueden. Llegan con patologías de todo tipo, desde accidentados a personas con afecciones respiratorias, cardíacas y «hasta enfermos terminales». A todos ellos les aguardan largas horas de espera hasta que, por fin, queda libre alguna cama de los 44 boxes de Urgencias. «Me ha tocado llevar a personas mayores con dolores abdominales, gente con migrañas muy fuertes, cólicos, problemas respiratorios... Todos estos se quedan fuera». Ni él ni sus compañeros de oficio tienen claro qué hay detrás, aunque suponen que la ola de calor ha terminado por desestabilizar un servicio que ya acumulaba largas horas de espera.
CONDUCTOR DE AMBULANCIA
«Una ambulancia llegó a estar entonces de espera siete horas», señala este joven profesional, para quien el efecto perverso de esta situación es que pueda perjudicar a alguien que no pueda disponer de una ambulancia porque están todas concentradas en Urgencias. Ya ha ocurrido, y como primera medida se ha tenido que echar mano de las ambulancias de fuera de Logroño.
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Una vuelta por Urgencias a media tarde permitía confirmar las palabras de este conductor. «A las cuatro había cinco ambulancias estacionadas, nosotros hemos sido los primeros en entrar y llevábamos dos horas y media de espera», relataba un conductor que acababa de trasladar a una persona con heridas por una caída y a otra con insuficiencia respiratoria. «Yo he trabajado en otras regiones y esto no lo había visto nunca», señala, salvando de esta situación al personal sanitario. «Hay enfermeras que toman muestras de orina o suministran oxígeno dentro de la ambulancia o en la camilla, en el hall, mientras esperan», relataba antes de añadir:«Menos mal que los sanitarios son muy profesionales».
Junto al él otro técnico de emergencias compartía su queja por esta situación, si bien aludía a la picaresca de algunos pacientes que piden una ambulancia «porque creen que les van a atender antes». «Las soluciones tienen que venir desde arriba, no hay otra», resumía a la espera de que el paciente que había trasladado con insuficiencia cardíaca dispusiera, por fin, de una cama.
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