Barrio de Arriba de Albelda de Iregua
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Barrio de Arriba de Albelda de Iregua
«Nos dejan de la mano de Dios»Mientras la Guardia Civil continúa con la investigación para esclarecer los hechos e identificar y detener al hombre que el pasado viernes 8 de marzo agredió sexualmente a una joven de 28 años en Albelda de Iregua, el barrio de Arriba, la zona donde ocurrió todo, permanecía ayer en una tensa calma. En la zona más elevada de la barriada, donde se encuentra el origen de la localidad, donde estaba el desaparecido monasterio de San Martín, es difícil encontrar a una persona, apenas se dejan ver los gatos callejeros y los perros parecen desconfiar de quienes no les muestren desprecio. Un gallo afónico y despistado canta a los lejos al borde de las 12.00 horas. Es otro mundo.
El barrio de Arriba es un entramado de calles de urbanismo abstracto, con desniveles imposibles y un suelo de hormigón agrietado que en diferentes zonas está cubierto de moho por la humedad. Las floridas y hermosas casas se codean con las infraviviendas, con edificios semiderruidos convertidos en vertederos incontrolados en los que electrodomésticos desvencijados conviven con piezas de automóvil, latas, envases, bolsas de basura, juguetes rotos y escombros. Un agujero en el cemento por el que cabe perfectamente una persona no deja ver el fondo. Podría ser un acceso al abismo.
De pronto, un hombre con aspecto de punk desciende por la calle fumando y da educadamente los buenos días. Un portugués, a lo lejos, profiere juramentos y no es difícil saber la razón. Abajo, en la zona más accesible, Ana barre su calle escoltada por dos furiosos pero débiles perros. «Limpio porque aquí no limpian, aquí no viene ningún servicio público», explica Ana. Y la verdad es que es difícil encontrar una papelera o un contenedor en todo el barrio. «Nos dejan de la mano de Dios, lo mismo la limpieza que el alcantarillado», añade.
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Pronto se unen a la conversación José Vicente, que cuenta que hace años le robaron un remolque y una moto en la puerta de casa, y su vecino Eugenio, que se vino a vivir hace siete años a Albelda. Para ellos el problema de la zona no es tanto la seguridad, pese a que reconocen que existen problemas, pero muy concretos, sino que no disponen de servicios públicos básicos. Por ejemplo, en la calle Pósito hay una alcantarilla hundida. Otras están taponadas. «Está todo denunciado desde hace años y nada», apunta José Vicente. «Antes había una alcaldesa y no hacía nada. Ahora hay otro, y lo mismo», opina Ana.
«Este barrio es seguro. Siempre hay alguno... pero como en todas partes. Yo me siento más seguro aquí que en Logroño. Tenemos la huerta al lado del descampado donde ocurrió y mi novia suele estar ahí. Lo que ha sucedido es un ajuste de cuentas», apunta Eugenio. «No hay derecho a lo que le han hecho a la chica, pero que no nos metan a todos en el mismo saco», reclama Ana. Y es que en el denso barrio existen varias zonas, cuanto más alta, más deprimida y conflictiva. Los vecinos reconocen que hay intervenciones de Guardia Civil y peleas, pero afirman que siempre se producen entre las mismas familias de etnia gitana. «Yo me siento segura y llevo aquí 20 años», afirma Ana. «Yo dejo el coche en la calle con las llaves puestas y nunca me ha pasado nada», dice Eugenio.
«Sí que hay una parte más conflictiva pero no de ahora, de siempre. Lo de la droga viene de atrás», advierte José Vicente. «Cuando hablan del barrio de Arriba parece que solo viven aquí cuatro gitanos pero medio pueblo vivimos aquí. Sí que hay denuncias y chatarra pero nunca he tenido ningún problema», asegura Eugenio.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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