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El coronavirus está teniendo ya un fuerte impacto sobre la relación comercial que mantienen La Rioja y China. Aún es pronto para cuantificarlo, pero el hecho cierto es que desde que se desató la epidemia en enero, la acción mercantil con nuestro decimoquinto cliente exterior ... está prácticamente paralizada. En el caso de los exportadores, porque los confinamientos impuestos por las autoridades chinas a su población, devienen en la falta de consumo y, por tanto, de pedidos; en el de los importadores, ya sea de componentes o productos terminados, porque temen un desabastecimiento dado que la producción está paralizada en las fábricas chinas (se alargaron las vacaciones del año nuevo) y, para todos en general, porque las cuarentenas están bloqueando al tráfico de mercancías tanto en los aeropuertos como en los puertos.
El director general de la Cámara de Comercio de la Rioja, Florencio Nicolás, confirma estas dificultades. Según explica, «de momento no se ha registrado una falta de suministros, aunque si esta situación se prolonga en el tiempo, el daño será importante». Un perjuicio también en sentido inverso porque las ventas de la comunidad a China están paradas por el cierre de los principales nudos de comunicación. Las acciones de promoción «también» se están viendo dañadas y hay problemas para transportar mercancías tanto hacia el gigante chino como desde él.
En paralelo a las empresas exportadoras, la epidemia con epicentro en Wuhan está generando problemas a las compañías riojanas que tienen instaladas factorías en China: la mayoría sigue cerrada o padece escasez de materia prima que transformar porque los desplazamientos entres regiones están vetados tanto para productos como para personas. Así que «muchos trabajadores no han podido volver a sus lugares de trabajo tras la migración masiva del año nuevo».
Así lo advierte el gerente de Ireluz, Pedro Gómez. Dos plantas chinas son sus proveedoras básicas de componentes led con los que posteriormente fabrican lámparas y otros elementos de iluminación en la factoría de Albelda de Iregua. Ireluz tiene «retrasados ocho contenedores, de los que dos llevan colgados en puertos desde hace tres semanas». Y, «aunque ahora mismo no tenemos un problema de producción en nuestra fábrica, es muy posible que lleguemos a esa situación». Eso conllevaría no poder satisfacer a sus clientes (sobre todo españoles y marroquíes) y perder cuota de mercado en favor de terceros a los que recurrirían los clientes si no les pueden atender. El gerente de Ireluz, que compró mascarillas a petición de los empleados chinos (aunque no ha llegado a enviarlas) dice que esta crisis «debería llevarnos a reflexionar sobre la elevada dependencia que tenemos de China». «Cuando se para aquello, se para todo», concluye,
Las bebidas, los vinos, copan el 59,5% del valor de las exportaciones y en Bodegas Altanza ya han notado los efectos del coronavirus: «Hemos cancelado un evento y ahora mismo tendrían que estar entrando pedidos para reponer lo consumido en el año nuevo, pero como no salen de casa, todo está paralizado».
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