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La reunión del pasado día 20 en la sede del PSOE, que congregó a la cúpula del partido y derivó en el confinamiento de los asistentes tras desvelarse que uno de ellos (el senador Raúl Díaz) había dado positivo por coronavirus, sirvió también ... para escenificar la abierta guerra entre Concha Andreu y la dirección de su propio partido y del grupo parlamentario que sustenta su mayoría en el Legislativo, encabezada por su secretario general y hasta hace unos meses su principal colaborador, el consejero Francisco Ocón. Andreu ni siquiera ese día acudió a la sede de Martínez Zaporta. Tampoco asistieron el presidente del partido, José Ignacio Pérez, ni otras dos destacadas personalidades: María Marrodán, delegada del Gobierno, y Jesús María García, presidente del Parlamento. Una ausencia que simboliza cómo se han deteriorado las relaciones entre Andreu y el partido que le da soporte en el Parlamento, cuya lista encabezó hace apenas un año, y que cristalizará en la crisis de Gobierno que, según todas las fuentes consultadas por este periódico, ya está en marcha y se materializará en las próximas horas. Significará prescindir de Ocón, antiguo brazo derecho de la presidenta e ideólogo de la larga serie de éxitos electorales del año pasado, y de Ana Santos, consejera de Asuntos Sociales, del primer Ejecutivo socialista en un cuarto de siglo.
La crisis no ha tardado ni siquiera un año en registrarse. A finales de agosto del 2019 tomó posesión Andreu como presidenta y apenas unas semanas después comenzaron los primeros desencuentros, cuyo desenlace ya se hubiera desencadenado hace unos días si no hubieran concurrido un par de circunstancias que contribuyeron a aplazar las decisiones adoptadas a mediados de julio. Por un lado, la convocatoria de la recién celebrada conferencia de presidentes autonómicos, que reclamaba de Andreu toda su atención; por otro lado, el mismo hecho de que algunas de las víctimas de la remodelación (Ocón, Santos y varios de sus colaboradores, como los también parlamentarios Nuria del Río y Santiago Urizarna) se hallaban aislados en sus domicilios mientras esperaban un segundo test que confirmase el negativo por coronavirus como así resultó ser. Superados ambos elementos, la presidenta ya tiene manos libres para ejecutar sus decisiones.
El deterioro en las relaciones entre la cúpula del Gobierno y la dirección del partido se vincula con las primeras decisiones que adoptó Andreu en la formación de su equipo, donde es muy visible la presencia ascendente de antiguos militantes del PP y de un grupo de fichajes ajenos a la familia socialista, una circunstancia que se juzgó incomprensible en el seno del PSOE, tanto entre buena parte de sus dirigentes como entre militantes de todas las facciones. El malestar, larvado durante los primeros meses de Gobierno, afloró en toda su crudeza a principios de marzo, cuando Luis Cacho, consejero de Educación en quien Andreu mantenía hasta ahora su confianza, destituyó como director general de Cultura a Diego Iturriaga, miembro del Grupo Parlamentario, de estrecha afinidad con Ocón.
SUSTITUTOS
NOMBRAMIENTOS
SOSTENIBILIDAD
La falta de sintonía entre Gobierno y partido quedó poco después ensordecida por las consecuencias de la crisis del virus, pero a medida que la situación de emergencia sanitaria se fue despejando menudearon de nuevo los dardos mutuos entre Martínez Zaporta y el Palacete, desde donde se empezó a promover la conveniencia de que Andreu se hiciera con el control del partido aprovechando el congreso que debe celebrarse el año próximo. Que plantara en consecuencia batalla a Ocón, presentara su propia lista y, en caso de victoria, alineara ambos poderes: el Ejecutivo y el orgánico.
En esta estrategia, la presidenta parece dispuesta a retirar su confianza en todos los integrantes de la dirección socialista que tengan algún cargo en el Gobierno, con la única posible salvedad de Vicente Urquía, director general en la Consejería de Transición Ecológica y miembro de la ejecutiva. Para reemplazar a Santos, el nombre más extendido es el de Pablo Rubio, que ya ocupó plaza en el Gobierno regional cuando José Ignacio Pérez, mentor de Andreu y cuya influencia se observa en esta arriesgada maniobra de la presidenta, fue jefe del Gobierno regional. También resulta muy consistente la idea de aprovechar la crisis para aplicar cirugía en Educación; se da por segura la salida de la directora general, Pepa Iriarte, pero al cierre de esta edición tampoco se descartaba la del propio Luis Cacho. Como relevo para Iriarte se apunta el nombre de Emilia Fernández, antigua diputada socialista y vinculada con el círculo crítico con Ocón, aunque también se especula con el fichaje de Alicia Romero, dirigente de UGT.
Otro nombre que está en el alero es el de arnedano José Luis Rubio, titular de Sostenibilidad y Transición Ecológica. Para sustituirle suena Álex Dorado, vinculado a la estructura de gestión de Ferraz. Todas las fuentes consultadas apuntan a que Ocón no tendrá relevo, de manera que Andreu aprovechará la crisis para adelgazar el número de consejerías, distribuyendo las competencias que tutela el aún titular de Gobernanza entre otras carteras.
De hecho, la marea llegará a más consejerías, en las que no se descartan más movimientos de personas y también algún trasiego de competencias.
Decía Hillary Clinton que algo que une mucho a un matrimonio es detestar a la misma gente. Una máxima que también se cumple en el ámbito de la política, con el señalado caso del PSOE riojano como ejemplo. Los viejos enemigos de ayer, que se profesaban un odio irreductible, pueden convertirse en aliados de primera necesidad en cada crisis, si encuentran a alguien enfrente a quien aborrezcan con una fortaleza superior. Cada lucha de poder significa para los socialistas riojanos una oportunidad para pasar lista: cambian entonces las alianzas por otras sobrevenidas, cuyos protagonistas se profesan de repente un amor que parece insincero y dura por lo tanto lo que dure el periodo de tregua, nunca de paz. Con la particularidad, en el presente supuesto, de que los perdedores del congreso de ayer serán mañana los ganadores de esta crisis de gobierno: ya observan cómo se abren las puertas del Palacete.
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