Vacaciones y COVID: si viajas, con ojo

Nuestro bolsillo ·

La nueva ola de coronavirus deja a los consumidores con menos armas jurídicas para reclamar si deciden no viajar

Pablo Álvarez

Logroño

Lunes, 27 de julio 2020, 19:48

A estas alturas, más de uno empieza a echar de menos el estado de alarma. Evidentemente no por lo que significaba (y ojalá las cosas no lleguen a justificar una medida así) sino por la clarificación jurídica que traía en muchos asuntos. Y entre ... ellos, y dadas las fechas en las que estamos, el de los viajes es uno de los más claros.

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El estado de alarma (o más bien el COVID) golpeó al sector turístico como un tsunami, pero al menos era un tsunami sin más lecturas: no se podía viajar por causas decretadas letalmente como de fuerza mayor, así que el dinero desembolsado por vuelos cancelados o por otros servicios (como paquetes de viaje o alojamientos) había de ser devuelto. Hubo una cierta controversia sobre si galgos o podencos, si bonos reembolsables al cabo de un año de caducidad o si reembolso ya y nos olvidamos de todo. Pero, salvo desastre financiero de la agencia en cuestión, el viajero se aseguraba que, más tarde o más temprano, recuperaría el dinero de su viaje no disfrutado por culpa del COVID.

Con los vuelos, la cosa estaba aún más clara: si el estado de alarma cancelaba un vuelo, el viajero no viajado tenía derecho a al devolución total del billete. Y punto.

Las tarifas de cancelación gratuita hasta el último momento son la mejor opción ante la volátil situación actual

De quién es la decisión

Pero se acabó el estado de alarma, y ahora las cosas ya no están tan claras. De hecho, están de un gris niebla. Hay situaciones de todos los pelajes, y el consumidor no tiene las cosas tan claras como antes.

Lo primero es lo evidente: todas las normativas que protegían los derechos del consumidor en caso de reclamación, de servicios no recibidos o de disconformidad con el cumplimiento de un contrato están igual de vigentes. Es decir, lo que uno contrata ha de serle prestado, haya o no COVID, y de no ser así por voluntad del prestatario del servicio, el derecho al reembolso asiste al viajero en las condiciones que ya marcaba la ley antes de toda esta pesadilla.

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Pero ¿y si la decisión es del viajero? Ahí está el gran problema en estos momentos. Durante los últimos días, por ejemplo, ha habido una polémica en Barcelona con las líneas aéreas. Después de que el gobierno catalán recomendara a los barceloneses confinarse en casa lo más posible, había quien decidía, con un criterio de prudencia muy defendible, que no podía tomar los vuelos que había reservado para estos días. Tanto de ida a Barcelona como de salida desde allí.

Pero ahí estaba el problema: que lo del gobierno catalán es una «recomendación», no una ley. Y ante eso, algunas líneas aéreas defendían que era una decisión libre del viajero no tomar el vuelo, y que por tanto no le correspondía reembolso alguno.

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Esa es la situación actual, y ante ella, el viajero ahora mismo solo tiene un asidero: pagar más por seguros de cancelación o acogerse a las tarifas (que casi siempre existen) con cancelación gratuita hasta el último momento. Suelen ser más caras, y de hecho hay compañías, como Vueling, que ya solo ofrecen de ese tipo.

La situación es ahora mismo enormemente cambiante. Si las medidas legales impiden viajar, estará cubierto. Pero si es uno mismo el que decide no hacerlo, más le valdrá haberse cubierto pagando por anticipado por la cancelación gratuita. Porque si no, ahora mismo lo más seguro es que pierda viaje y dinero.

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