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La descomunal incidencia de la sexta ola con una disparatada explosión de contagios, casi 23.000 detectados en La Rioja desde el 20 de diciembre, ha hecho saltar por los aires esperanzas recientes y, a la par, los protocolos de una red de rastreadores, ... vital desde su creación en mayo de 2020, y obligada por la irrupción de la variante Ómicron a actualizar su sistema de trabajo hacia un modelo de cribado que prioriza la protección de los más vulnerables tras verse desbordada.
Los rostros agotados y los miles de nombres que contienen las decenas de folios ordenados por fecha de entrada que saturan las paredes son la nueva decoración de la zona de la primera planta del CIBIR que ocupa la Unidad COVID, empeñada en no rendirse tampoco ante la nueva embestida del SARS-CoV-2, pese a ser privada de algunas de las armas claves en el pasado. Reforzado desde el pasado mes con militares procedentes de la base de Recajo, de Madrid y de Jaca, el equipo de 152 personas, en turnos de 8 a 22 horas los días laborables y de 9 a 21 los festivos, no cede, pese al colapso reciente, en su frenética actividad como radar de la pandemia y alivio de la tensión en Atención Primaria.
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941 298 333 COVID Responde, reforzado hasta sumar un centenar de personas, se encarga de resolver todas las dudas y consultas de infectados y ahora también de apoyar a la Unidad COVID en la detección de positivos vulnerables.
112 Para pedir ayuda profesional si hay síntomas no leves.
«Para nosotros esta ha sido la peor ola de todas, con una incidencia brutal y miles de casos diarios a los que no llegábamos. Se nos acumulaban los retrasos porque era imposible llegar, hubiese sido imposible incluso con mil rastreadores. Ha sido muy frustrante para nosotros y de una impotencia total», admite Rocío Loma-Osorio, coordinadora de la Unidad COVID.
Rocío Loma-Osorio - Coordinadora de la Unidad COVID
Con jornadas de hasta 2.000 nuevos contagios el rastreo llegó a acumular a finales de año un retraso de hasta 10 días. «Había personas a las que llamábamos cuando ya habían concluido el aislamiento, era una llamada para saber cómo estaban o si necesitaban ayuda para solucionar cualquier problema porque rastrear ya no era posible», explica la responsable de la unidad, que alaba la respuesta «megacomprensiva de una sociedad riojana que entendía completamente la situación y agradecía la llamada».
El esfuerzo del personal logró mantener sin retrasos, incluso en la fase más crítica, al colectivo más vulnerable, las residencias de mayores. «Hemos hecho lo que hemos podido y estamos agotados porque ha sido un esfuerzo descomunal, ya que cada rastreador se ponía en contacto con entre 50 y 60 pacientes positivos, lo que supone tener que ir muy rápido y dejarte un trocito de alma en cada llamada porque es muy duro», resume Loma-Osorio, que confiesa que «el protocolo anterior es absolutamente inviable con el estallido de casos de esta sexta ola».
Por eso, la Unidad COVID estrenó, el 2 de enero, un nuevo modelo. «Tuvimos que cambiar el protocolo y, como hemos hecho siempre, adaptarnos a la situación. Hemos tenido que priorizar y proteger a los vulnerables. Desde entonces los rastreadores ya solo contactan con los mayores de 65 años y, de hecho, nos hemos puesto ya al día, lo logramos el miércoles, lo cual fue una gran alegría», prosigue la responsable.
La unidad rastrea a todos los casos positivos que superan esa edad y a todos sus contactos estrechos vulnerables –mayores, mujeres embarazadas, pacientes inmunodeprimidos o con las defensas bajas, como enfermos de cáncer o trasplantados; personal sanitario y sociosanitario; no vacunados; y pacientes con enfermedades crónicas, como EPOC, problemas cardíacos, pulmonares o cerebrales.
«Nosotros filtramos por edad, pero eso no quiere decir que a los de 65 años para abajo los hayamos dejado abandonados. Los menores de esa edad tiene un aprendizaje de las olas pasadas y deben saber autocuidarse y, si tienen síntomas que les preocupan, comunicar con COVID Responde o el 112. Además deben notificar si alguno de sus contactos estrechos es una persona de algunos de los colectivos vulnerables para que nos los pasen a los rastreadores y podamos gestionarlos y prestarles atención», aclara Loma-Osorio, que insiste en que «es la hora de que cada uno de los riojanos tengamos conciencia de que toca pasar a la acción, ser proactivos y cuidarnos a nosotros mismos y a los más vulnerables».
A TRAVÉS DE LA UNIDAD COVID
El nuevo protocolo no ha cambiado el sistema de rastreo y atención (a través de los profesionales de Atención Primaria o de la Unidad de Cribado Avanzado) cuando el positivo es mayor de 65 años. Una vez comunicado el caso a la Unidad COVID, los rastreadores se ponen en contacto con él e inician el rastreo de sus contactos estrechos integrados en cualquiera de los colectivos considerados vulnerables.
Los positivos que llegan a la unidad proceden de las pruebas PCR que realiza Salud, de los laboratorios privados, del Colegio de Farmacéuticos de La Rioja, de COVID Responde y de la aplicación que ha creado el Gobierno de La Rioja para comunicar los positivos de los autotest hechos en casa, que, resalta Rocío Loma-Osorio, «está funcionando muy bien».
A TRAVÉS DE COVID RESPONDE
Con el nuevo protocolo, la Unidad COVID cuenta con el respaldo de COVID Responde para detectar a toda persona vulnerable (mayores, enfermos crónicos, inmunodeprimidos...) que sean contacto estrecho de cualquier positivo.
Para ello, el resultado positivo de cualquier prueba diagnóstica, incluidas las domésticas, debe ser notificado a Salud y, a la vez, hacer una lista con los contactos estrechos y comunicar a COVID Responde si alguno de ellos es vulnerable. «Es la mejor manera de resolver esta situación, en algunas comunidades se ha dejado de rastrear, pero aquí lo seguimos haciendo, pero con un nuevo protocolo para que nadie vulnerable, los mayores y los enfermos, se quede fuera o sin apoyo», resume desde la Unidad COVID, Rocío Loma-Osorio.
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