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Treinta días para recorrer un tramo de seis meses... Pero hacia atrás. El verano no le ha sentado bien a la batalla contra la pandemia del coronavirus y La Rioja afronta el temido otoño en una situación tan preocupante como la de la primavera ... pasada, estación en la que el estado de alarma decretado el 14 de marzo nubló todo.
Hace justo tres meses, el 21 de junio, el fin de la desescalada del confinamiento abría las puertas de la 'nueva normalidad', el primer día del resto de nuestras vidas con la esperanza de que la pesadilla hubiese quedado atrás.
39 víctimas mortales ha causado el COVID-19 en La Rioja desde el fin de estado de alarma.
257 personas han sido hospitalizadas en La Rioja desde el 21 de junio pasado, más de 20 en UCI.
Pero no, el monstruo no desapareció, solo aguardaba agazapado bajo la cama a la espera de que bajásemos la guardia y eso es exactamente lo que sucedió a partir de junio, prosiguió en julio y se descontroló en agosto a lomos de unos indicadores ciertos, pero engañosos si solo se detiene la mirada en el presente y se olvida el pasado reciente y el futuro inmediato.
Relajación, exceso de confianza, fiestas y no fiestas, reuniones... Los riojanos, no todos, se lanzaron el 21 de junio a la recuperada libertad sin atender a las certezas –para ese día el SARS-CoV-2 había infectado a miles de riojanos aunque solo 4.073 habían sido diagnosticados mediante una prueba (hoy son 7.762), de los que 365 fallecieron y 1.488 debieron luchar por su vida en un hospital, 91 la UCI– ni a los augurios de las autoridades sanitarias y expertos ni a sus insistentes llamamientos a la responsabilidad y el aviso de que el otoño podía ser terrible.
Pero el coronavirus no ha necesitado esperar tanto. Seis meses después volvemos a estar en el punto de partida, como acreditan esos mismos indicadores que parecen invisibles para muchos pese a su publicación diaria desde el 1 de marzo.
Todavía hay margen, pero en el horizonte se intuyen negros nubarrones. Tras casi dos meses sin muertes en La Rioja por COVID-19 –del 27 de junio al 20 de agosto–, el desenlace más dramático de la pandemia ha vuelto a activar todas las alarmas: agosto se cerró con 6 fallecidos, todos en la segunda quincena, y septiembre contabiliza ya 32, el tercer mes más dramático tras abril (241) y marzo (92). Si se analiza el periodo de 14 días que los expertos utilizan para cifrar la incidencia acumulada, vemos que entre el 8 y el 21 de este mes, el virus ha segado la vida de 25 personas, un demoledor dato que seis meses atrás, entre el 8 y el 21 de marzo, era de 18, pero antesala de lo que estaba por llegar una semana después, con jornadas tan trágicas como las del 26, 27 y 31, con 12, 11 y 15 víctimas mortales, respectivamente. Entre el 8 y el 21 de junio, fin del estado de alarma, no hubo que lamentar víctima alguna (el día 18 figuran en las estadísticas 3, pero se debe a una de las actualizaciones del Ministerio de Sanidad).
Tampoco invita al optimismo la situación hospitalaria actual. En la UCI del San Pedro, sus profesionales tratan de salvar a los 22 ingresados, 5 más de los 17 que hasta el 21 de marzo habían pasado por una Unidad de Críticos que en las dos semanas posteriores rozó el colapso con 40 ingresados (3 de abril). Vacía por fin de pacientes COVID el 23 de mayo, la ilusión duró un trimestre, hasta el 20 de agosto, fecha del primer ingreso tras el fin del estado de alarma, al que posteriormente se han sumado otra veintena, más de la mitad en los últimos 14 días.
Una radiografía similar presentan los indicadores de hospitalización en planta, con 83 ingresados en La Rioja el pasado lunes, 20 en la Fundación Hospital de Calahorra y 63 en el San Pedro, un complejo en el que hasta el 21 de marzo hubo que alojar 'solo' a 117 pacientes, pero que fue el anticipo de lo que llegó de inmediato, con el pico, el 2 de abril, de 431 infectados repartidos por los siete niveles de un centro hospitalario logroñés que ya ha atendido a 1.745 contagiados, aunque el 21 de junio solo quedaban 5.
Más complicado se plantea el análisis de la evolución de la pandemia en otros indicadores claves –casos confirmados e incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes–, a veces por los continuos cambios de criterio de las autoridades sanitarias, pero, sobre todo, por el número de pruebas realizadas. No obstante, la cifra de contagios confirmados en estos últimos 14 días, 1.542 con 15.724 PCR realizadas, ya triplica las 593 (1.878 pruebas) del mismo periodo de marzo. En lo peor de la pandemia (del 8 al 21 de abril), los positivos notificados fueron 893 tras 6.083 test practicados y a las puertas del fin de la desescalada, el 21 de junio, 11 en 14 días con 3.285 análisis.
Sin problemas de PCR desde entonces, parece evidente que la pandemia vuelve a cabalgar desbocada: de los 26 positivos en junio o los 122 en julio, se ha pasado a los 1.676 de agosto, un millar de ellos en sus últimos 10 días, y a los 1.987 de septiembre.
Con más material y medios y más conocimiento del enemigo, pero con el personal sanitario 'tocado' por aquellos meses, el otoño que ayer comenzó precisará de paciencia y, en especial, de cordura y responsabilidad.
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