Almacenaje en frío de las vacunas hasta su inminente distribución a los puntos habilitados para la inoculación. Sonia Tercero

El punto de partida de la esperanza

Riofarco recepciona, custodia y reparte los viales que llegan a La Rioja en una milimétrica operativa con una solución para cada reto

Teri Sáenz

Logroño

Sábado, 8 de mayo 2021, 02:00

El 27 de diciembre del año pasado se citó un reducido grupo de personas en las instalaciones que Riofarco posee en el polígono Puente Madre, en Villamediana de Iregua. No eran más de 20 y casi nadie sabía que estaban allí. Se trataba de directivos ... de la cooperativa, esponsables de la Consejería de Salud, representantes de la Delegación del Gobierno y algún agente de la Guardia Civil. Sin embargo, lo importante no era quién, sino por qué estaban reunidos.

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La respuesta se contenía en una caja de apariencia vulgar y dimensiones modestas, pero cuyo contenido iba a cambiar el rumbo de la lucha contra la pandemia en La Rioja. Dentro, a -80 grados de temperatura, reposaban los 13 primeros viales de Pfizer llegados a la región, que pocas horas después iban a inyectarse entre usuarios y trabajadores de residencias de la tercera edad. «Todos nos quedamos mirando la caja fijamente y durante muchos minutos nadie dijo nada, se hizo un silencio absoluto», rememora Iván Pérez, director gerente de Riofarco, en el mismo lugar del almacén donde el pasado lunes, cuatro meses después de aquel primer envío, acababan de recalar otros dos bultos con el logotipo de Pfizer con 10 bandejas, esta vez de 195 viales para un total 11.700 dosis. «Las cantidades cada vez son mayores y se suman a las que van llegando del resto de marcas: Moderna, AstraZeneca y, hace no mucho, también un millar de Janssen», informa el directivo de la sociedad.

Arriba, detalle de los indicadores incluidos en los envíos de Pfizer. Abajo, a la izquierda, ultracongelador donde se conservan parte de las vacunas. A la derecha, Cuesta y De Torre certifican el envío junto a personal de Riofarco. Sonia Tercero

La cooperativa desempeña un papel discreto pero estratégico en el proceso de vacunación que arrancó lentamente y va tomando velocidad. Tras confirmarse la llegada a España de las primeras vacunas contra el COVID y su distribución entre las comunidades, la alambicada logística y las singularidades de conservación de los nuevos sueros obligaban a disponer de un lugar idóneo para su custodia, almacenaje y distribución. Ahí entró en juego la disposición de la firma y unas instalaciones perfectamente acondicionadas con 8.000 metros cuadrados, pero sobre todo una vasta experiencia. «Dos meses antes comenzaron las reuniones entre todas las partes para definir los protocolos, fijar planes de contingencia para absolutamente todo, concretar hasta el mínimo detalle», explica Pérez. «La gestión de estas vacunas es en teoría similar a la de cualquier otro fármaco, pero somos conscientes de que su trascendencia es vital», añade.

Más de 60 cámaras de vigilancia por todo el perímetro, puertas blindadas y sensores avalan la seguridad

La diferencia sustancial de estas «cuatro joyas» estriba en cómo llegan a La Rioja y de qué forma deben tratarse. Sobre todo los lotes de Pfizer, que van marcando la pauta en el global del procedimiento. El envío hasta La Rioja se realiza en este caso directamente desde el punto de fabricación de la compañía farmacéutica en Puurs (Bélgica), vía Vitoria. Desde el aeropuerto de la capital vasca llegan cada lunes entre fuertes medidas de seguridad las cantidades asignadas a la comunidad, previamente comunicadas para organizar la posterior administración.

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Una vez que las vacunas llegan al destino, junto a los responsables de Riofarco intervienen sendas representantes de la Consejería de Salud y la Delegación del Gobierno. Carmen Cuesta y Carmen de Torre son las encargadas de chequear las neveras que contienen los sueros y que al desprecintarse emanan un vapor de hielo seco. Solo cuando dan fe de que el envío se ajusta estrictamente a lo acordado y los tres leds exteriores que monitorizan otras tantas variables –apertura, temperatura y conservación– están en verde, las vacunas se trasvasan a uno de los lugares neurálgicos de Riofarco: la sala de frío donde se conserva toda la medicación que exige baja temperatura y que se mantiene todo el año entre 2 y 8 grados, gracias a dos potentes turbinas. Dentro de esta estancia, en una celda a la que solo tiene acceso un reducido número de personas y siempre mediante control de huella digital o tarjeta identificativa, se confinan las partidas de vacunas que van llegando y saliendo para ser aplicadas de manera continua. En el caso de los sueros de Pfizer, su lugar de almacenamiento es un ultracongelador ubicado en la misma zona y adquirido en Alemania, que implicó una de las inversiones más fuertes en el origen del proceso.

Perspectiva de la nave principal de Riofarco en Villamediana. Sonia Tercero

Del reparto en bicicleta a un centro logístico puntero de 8.000 metros

Detrás de un gesto tan común como acudir a una farmacia en La Rioja, solicitar un medicamento y que el profesional cite al usuario unas horas más tarde para recogerlo, hay una robusta estructura de distribución de nombre Riofarco. Creada en 1966 para abastecer a más de 215 socios de la comunidad y provincias limítrofes, la cooperativa ha ido medrando en volumen, capacidad y, sobre todo, en un grado máximo de automatización que posibilita que siete de cada diez productos que hoy dispensan las farmacias riojanas provengan de las instalaciones ubicadas en el polígono Puente Madre. El crecimiento ha sido exponencial desde aquellas entregas que se realizaban en los albores con cuentagotas, a través de autobuses de línea e incluso en bicicleta. Riofarco cuenta en la actualidad con una logística capaz de realizar hasta seis repartos cada jornada en tres rutas diferentes de lunes a domingo. El punto de inflexión en su capacidad remite al traslado en 2018 de las históricas instalaciones de la calle Chile de Logroño –previamente se emplazaban en avenida de Portugal– a la nave de 8.000 metros cuadrados, con avances de última generación en Villamediana, desde donde ahora opera. Allí se almacenan más de 27.000 referencias de todo tipo. Desde un simple protector gástrico cuyo precio es de pocos céntimos hasta medicación oncológica muy específica con dosis que pueden superar los 4.000 euros de coste. Todo tiene un valor similar para el día a día en la cooperativa donde la robotización abarca el 80% de los procesos. Eso permite que el farmacéutico pueda consultar en tiempo real si hay disponibilidad de un medicamento concreto, que el gigantesco mecano que preside la nave central de Riofarco lo localice, se deposite en unas cubetas verdes que van conduciéndose por los raíles y se expidan a su destino con una precisión milimétrica. En esa rueda giran ahora también los sueros contra el COVID disponibles para La Rioja y sobre los que Iván Pérez vuelca todas las garantías. «El sector es uno de los más regulados del mundo y las vacunas, el pasaporte para la salud», opina.

Pero, ¿y si las alarmas instaladas en los recipientes donde llegan las vacunas avisan de alguna anomalía? «Es muy infrecuente, pero si se da el caso, la compañía comprueba en ese instante la trazabilidad y que ni la cadena de frío ni la de suministro se han roto en ningún momento; absolutamente todo tiene un control exhaustivo y si se produce suele ser por problemas técnicos nimios», detalla Pérez, mientras repasa otros aspectos que Riofarco ha debido reforzar, como el de la seguridad de las instalaciones y su contenido. Ahí se inscriben las 64 cámaras de vigilancia repartidas por todo el perímetro, puertas blindadas o los sensores de entrada y salida en cada una de las dependencias.

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Orden y descongelación

Completada esa fase crucial del procedimiento, se da paso a otra no menos relevante: su distribución a los lugares indicados y en un tiempo determinado. Todo un desafío logístico, por cuanto la dispensación está siguiendo un pautado orden en función de parámetros como la priorización de pacientes, los rangos de edad, el ritmo de suministro de cada marca o las características propias de cada vacuna que, en cualquier caso, obligan a un proceso marcado por la velocidad y la precisión. «El día previo, la Consejería nos comunica cuántas vacunas y dónde debemos transportarlas previa descongelación», revela el gerente. Un traslado desde Villamediana hasta, por ejemplo, Riojafórum, la Fundación Hospital de Calahorra o el San Pedro en unas cajas térmicas especialmente diseñadas para minorizar las vibraciones y que las dosis lleguen en perfectas condiciones para ser aplicadas a la población convocada. El viaje, a veces, también es de vuelta. «Si por casualidad alguno de los llamados falla, traemos los viales que no se han dispensado y que son los primeros en salir en la siguiente expedición», explica el gerente de Riofarco porque, como recalca, «cada una de las dosis es oro puro».

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