Diario del año del virus (14): Era él

Continúa el relato escrito por los redactores de Diario LA RIOJA

Inés Martínez

Logroño

Domingo, 5 de abril 2020, 21:39

Se miraron entre sí con intriga, con mucha incertidumbre, con miedo. El intento por disimular ante José Ángel y Eduardo no podía ser más incómodo en una redacción prácticamente vacía, en la que la vida había casi desaparecido hacía semanas pero que desprendía una nostalgia ... perpetua de tiempos en los que chistes que se pasaban de la raya, bromas obscenas y comentarios sobre el aumento de ciertas barrigas volaban de lado a lado de la sala.

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- Tíos, esto es demasiado. No sé si la hemos liado- dijo Martín- De verdad.

- Que no, que este es un paranoias- replicó Juan mientras se quitaba la cazadora de cuero y sacaba del bolsillo del pecho una de esas cajitas de minicaramelos que siempre usaba cuando quería endulzar momentos amargos.

- ¿Pero, qué? Coño, contad algo- gritó por lo bajo la Campos. Le costaba mantenerse serena.

Martín estaba tan nervioso que le entraba la risa al intentar explicarse. Se ponía rojo desde el flequillo rubio hasta la punta de los dedos intentando contener los aspavientos habituales en él cuando algo le hacía emocionarse, daba igual si era algo divertido o un dramón. Él sabía que igual se habían metido en un gran cisco, pero se sentía tan protegido por aquellos compañeros de aventuras periodísticas que parecía incluso que la cosa no fuese con él. O puede que fuera ese algo tan extraño que permite a los periodistas ver los asuntos desde fuera, como si no fueran con ellos.

- En el Sequero hay una montada que no veas. Apenas nos han dejado acercarnos y no han soltado ni mú. Pero por lo que hemos podido ver hay por lo menos 10 naves en las que están interviniendo. Y... no os lo vais a creer- se limpió el sudor y se tapó los ojos tardando demasiado en seguir con el relato.

- ¡Qué, joder, qué!, coño qué lento eres contando las cosas -dijo la campos, que no puede evitar volverse una borde malhablada cuando está nerviosa. Al segundo se sintió mal por hablarle así a Martín. A él, después de aquello.

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- Pues que cuando estábamos allí ha aparecido un furgón - dijo Martín intentando ignorar las prisas de Campos- Lo han metido hasta la última nave que nosotros podíamos ver. Y han bajado... a Luis esposado.

Todos se echaron hacia atrás. Campos se sentó sin querer en la mesa de recuerdos que protagoniza el centro de la redacción. Tiró una figura de una hawaiana bailonga, un gato dorado, un cerdito del Belén de Tris, una foto firmada de las Baccara y un mini Naranjito. Todos lo ignoraron. La cosa no estaba para figuritas.

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- Que no, hombre, que no era él- dijo Juan- Mirad.

Sacó la cámara. El temblor casi incontrolado de sus manos le delató. Quería creer que no era Luis el de las esposas. Pero sí. Lo sabía él y lo supieron todos cuando vieron las imágenes. Puede que su aspecto hubiera cambiado. Pero no había duda.

- Bueno, ¿qué nos traéis?- Dijo José Ángel, tras dar un potente último intro a al teclado que hizo sobresaltarse al grupo.

Eduardo miraba disimulando la escena desde su silla solitaria de Deportes. No estaba seguro si levantarse o no. Había escuchado alguna palabra suelta de lo que estaban cuchicheando y los nervios le estaban dejando las manos heladas, los pies como témpanos y un sudor escalofriante le bajaba por la columna.

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-Mierda, ya se ha destapado algo- se dijo mientras hacía cálculos mentales de si disimulaba más haciéndose el tonto y quedándose sentado o haciéndose el tonto y acercándose al grupo. Se levantó.

Continuará

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