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Este sábado entra en vigor la relajación del uso de mascarillas en exteriores (siempre que se cumplan una serie de condiciones), pero los fabricantes riojanos ya han abandonado este segmento de actividad porque «nunca» barajaron consolidarlo. Cuando irrumpió la pandemia del COVID, uno ... de los mayores problemas fue el desabastecimiento de mascarillas en los centros hospitalarios del país. También en La Rioja. Por ese motivo, diversas empresas arnedanas del sector del calzado como Arneplant, Hergar y ACstyle, decidieron empezar a fabricar protectores faciales de forma altruista. Sin embargo, el uso de la mascarilla se impuso de forma generalizada y lo que había comenzado como «un compromiso social» pasó a convertirse en una línea de negocio, que se demostró clave para «capear» la crisis que había paralizado en seco el negocio tradicional.
Con todo, «nosotros sabíamos que la producción de mascarillas tenía un comienzo y un final», explica el gerente de ACstyle, José Antonio Ibáñez. «A mediados del año pasado duplicamos la plantilla –añade–, pero en noviembre y diciembre el tema de las mascarillas bajó muchísimo porque la gente empezó con las FFP2 y las reutilizables y ya entonces la producción descendió bastante». A partir de ahí fue «un goteo y muy personalizado para empresas y administraciones públicas».
Lo que sí se planteó esta empresa auxiliar del calzado durante la pandemia fue que, aunque tenía que seguir trabajando para otras compañías, podía dar un paso más y «sacar un producto propio». Y la idea cristalizó en la producción de bolsos y mochilas sostenibles «ya que utilizamos los plásticos de los fondos marinos para hacer el hilo del cual se hacen los tejidos reciclados». Una idea «curiosa y diferente», que ya es una realidad. De hecho la previsión es sacarlos a la venta dentro de unos diez días, primero 'on line' y, posteriormente, a través de la red comercial.
Otra empresa que también ha dejado de producir mascarillas es Hergar, «ya que nunca pensamos en ello como una futura línea de negocio», explica su CEO, Basilio García, quien avanza que, si no logran vender el stock, «lo donaremos y enviaremos a algún país que lo necesite».
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María José González
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Así que la compañía arnedana ha recuperado ya su actividad básica, la fabricación de calzado, «donde estamos haciendo un esfuerzo tremendo» para «salir a por todas en el mundo, estando muy atentos para ver lo mejor que podemos hacer de cara a nuestros clientes». «Lo hemos pasado fatal –subraya García– porque esto ha sido peor que una guerra; llevamos una cornada impresionante, aunque no nos ha tocado órganos vitales, pero la única forma de salir de esto es trabajando más y tirar hacia delante». «Supongo –apostilla– que ya no solo como empresas, sino como país y como UE».
El CEO de Hergar se declara optimista porque «sí estamos notando una recuperación del consumo desde mediados de mayo; justo cuando se empezó a abrir un poco la movilidad: la gente está deseando salir y recuperar sus vidas, y empezar a celebrar eventos que es lo que al final hace que se compre calzado, ropa, etcétera». Por ello «estamos ya con el calendario de desarrollos y de ventas que teníamos antes del COVID», que a partir de esta semana «empezaremos a presentar a nuestros comerciales de todo el mundo». No obstante, admite, «otra cosa es el tiempo que les va a costar a nuestros clientes recuperar las cifras de la etapa previa a la crisis económica provocada por la pandemia, lo que llegará cuando vivamos en una situación de plena normalidad».
Con todo, «nuestro objetivo sigue siendo buscar nuevos productos y desarrollar nuevas oportunidades en el mercado». Y durante la crisis sanitaria «encontramos un nicho: el 'Callaghan In', primer zapato del mundo pensado para uso en interiores». Una nueva categoría «en la que tenemos depositadas bastantes esperanzas y que queremos que crezca mucho más en los próximos años». El modelo, que nació para «cubrir una necesidad en oficinas», tendrá una versión 'Pro' para sanitarios.
Por su parte, Arneplant concluyó el pasado 29 de mayo la producción de mascarillas. Era una decisión que se tomó en enero porque el objetivo era «retomar nuestra actividad, la fabricación de plantillas que exportamos a toda Europa», señala su gerente, Alfonso Ruiz. «Para nosotros fue un verdadero privilegio poder ser útiles a la sociedad produciendo mascarillas, pero además –reconoce– la empresa pudo capear la situación y salvar los empleos»: se evitó un ERTE e, incluso, contrató a 151 personas. Pero «este no es nuestro negocio y teníamos claro que queríamos volver a lo nuestro».
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