El responsable de Salud aclara que la flexibilización no significa suprimir uno de los pilares de contención de la pandemia, sino adaptarlo al entorno en el que estamos. Así, la obligatoriedad del uso de mascarillas «se mantiene en los espacios cerrados o en los exteriores que estén muy concurridos y en los que no se pueda guardar la distancia de seguridad». La protección facial también continúa siendo «fundamental cuando se contacte con personas vulnerables, no solo las que no están vacunadas, sino aquellas que tienen problemas severos de salud que les pueden impedir desarrollar una inmunidad adecuada después de la vacuna».
Latasa añade que las medidas se irán revisando y, en función de cómo evolucionen la campaña de vacunación y la incidencia, se podrá ampliar su flexibilización, o bien, retroceder (Israel impuso ayer de nuevo la mascarilla por el repunte de casos). «Al final esto es una cuestión de equilibrio entre las medidas farmacológicas y las no farmacológicas», afirma Latasa.
«Las medidas se revisarán y podrán ampliarse o reducirse en función de la campaña de vacunación y de la incidencia»
Por último, y respecto al comportamiento de muchos jóvenes (en las últimas horas se ha detectado un macrobote en Baleares), el responsable de Salud Pública recuerda que la población joven «no está haciendo nada que no sea esperable para su edad y su forma de vivir, pues la socialización es un elemento crucial para el desarrollo de la persona y su bienestar emocional». «Dicho esto –precisa–, lo que observamos es que la mayor parte cumple; de lo contrario, la incidencia sería muchísimo mayor». Por lo tanto, «el grueso de la población está cumpliendo y, precisamente, la flexibilización del uso de las mascarillas está dirigida a quienes lo hacen bien». Por ello, Latasa apela a la responsabilidad individual para «protegernos a nosotros mismos y a los demás».
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