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A destajo y sin un descanso que ya tocaban con los dedos. La Unidad de Críticos del hospital San Pedro ha tenido que rehacer los cuadrantes de la plantilla para cubrir una cifra de guardias impensable en la época estival y desconocida incluso en ... los dos años de la pandemia de COVID.
Sin la incidencia del virus del pasado que llegó a colapsar la unidad, el servicio ha tenido que multiplicar su actividad en estos meses veraniegos por varias causas, entre las que dos destacan especialmente: una prevista, la mayor actividad quirúrgica para acelerar la merma de las lista de espera en el quirófano provocada por la crisis sanitaria del SARS-CoV-2; y otra, posible pero no tan severa como la vivida en un último trimestre de continuas olas de calor y su consiguiente impacto en la salud de los denominados 'pacientes frágiles'.
«Llevamos todo el verano con una altísima ocupación en el servicio, desconocida hasta ahora. En los años previos a la pandemia, cada verano se reducían las 17 plazas UCI a 12 y era raro el pico de atención que requiriera abrir una cama extra, porque la docena de camas era más que suficientes para las necesidades del verano», explica María Macías, jefa de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital San Pedro.
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El cierre de parte del servicio ha sido, hasta la fecha, imposible. «Raramente hemos bajado de las 22 o 26 camas ocupadas y seguimos con una actividad que es frenética, pero no es por el COVID. La mayoría de los pacientes que atendemos en la UCI es por causas multifactoriales y nuestro ritmo de trabajo sigue siendo altísimo», explica la responsable del servicio de Intensivos.
Una de las causas, detalla la doctora Macías, «es que la activi- dad quirúrgica sigue siendo muy intensa aunque estemos en verano, con intervenciones por la mañana y por la tarde, para paliar lo que provocó la propia pandemia. De hecho la planificación de agosto no se parece en nada a la de otros veranos en las que se podía hacer reajustes en los quirófanos para que la gente descanse y disfrute de las vacaciones».
María Macías | Jefa de la UCI
La otra razón clave tiene que ver con lo meteorológico y las consecutivas olas de calor de unos meses tórridos. «Las altas temperaturas siempre implican para el organismo un estrés y hay quien tiene reserva fisiológica y pude ser sometido a ese estrés con menos repercusión, pero hay muchos organismos que viven al límite, que todos sus órganos están compensados en un débil equilibrio que se ve descompensado por ese factor externo como el del calor. El estrés que supone la refrigeración, las taquicardias, descompensaciones de enfermedades que están ahí... Hablamos de lo que llamamos pacientes frágiles, muchos mayores, pero también más jóvenes con ciertas patologías».
De hecho, por el denominado golpe de calor directo la UCI solo ha atendido un caso, de momento. «Son pacientes en los que los mecanismos de regular el calor se ven sobrepasados y dejan de funcionar, llegan aquí con la piel totalmente seca, sin sudar, con temperaturas superiores a los 42 grados y las proteínas con daños irreversibles con lo que se provoca una disfunción multiorgánica y en algunos casos mortal».
Recién iniciado el mes de agosto, la responsable de la Unidad de Críticos no se atrevemos a pronunciarse sobre el futuro inmediato. «Quién iba a pensar que desaparecida la incidencia del COVID íbamos a seguir con esta locura. Seguimos haciendo un número de guardias increíble, en torno a ocho al mes, porque no hay otra forma de gestionar los descansos, la gente está muy cansada, pero siguen demostrando que son unos profesionales tremendos, en un servicio en el que la relación con los familiares es muy especial porque lo pasan muy mal», se enorgullece la doctora María Macías.
Las consecuencias de lo peor de la pandemia empezaron a mitigarse en la UCI desde mediados de febrero, tras el paso del tsunami que supuso la descomunal cifra de contagios que supuso la sexta ola. El servicio, que quedó limpio de COVID a principios de mayo, ha visto desde entonces cómo el impacto del virus se reducía desde entonces a cifras casi testimoniales. «La alta ocupación actual no es por el COVID, ya que la semana pasada solo había tres plazas destinadas al virus, un paciente ingresado como consecuencia de este y dos por otras patologías pero que dieron positivo en COVID», resume la doctora, que estima que en breve la unidad puede recuperar las puertas abiertas prepandémicas, con horario de visitas de 10 a 21 horas.
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