Cuca Gamarra, una carrera de fondo con destino a Madrid

Experiencia en el municipalismo y alergia a la radicalidad son, según ese diagnóstico, dos de las señas definitorias de una mujer forjada dentro del PP desde muy joven. Licenciada en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y Máster en Práctica Jurídica, su activismo en Nuevas Generaciones de La Rioja, donde llegó a ser presidenta del 2000 al 2005, le llevó en el 2003 a ingresar como concejala en el Ayuntamiento de la capital. El entonces alcalde, Julio Revuelta, le concedió casi desde el minuto uno un papel relevante. En esa etapa inciática en la gestión fue la encargada de ejercer la portavocía o liderar proyectos de calado como la reforma integral de la Gran Vía, a la vez que iba ganando peso en la maquinaria interna del partido pilotado por Pedro Sanz.

Su primer revés llegó en el 2007. El PP no logró conservar la Alcaldía de Logroño y Gamarra tomó las riendas del grupo municipal en la oposición. La marcha de Revuelta constituyó un terremoto menor cuando el que fue su mentor rompió abruptamente en el 2011 con el PP para formar un partido propio al que atrajo un puñado de excolaboradores. Gamarra antepuso la fidelidad a sus siglas y en esa convocatoria electoral, ya como cabeza de cartel del PP, se convirtió en la primera alcaldesa en la historia de la ciudad gracias a una holgadísima victoria. Una cota que no pudo reeditar en el 2015, si bien el apoyo condicionado de Cs le permitió conservar la vara de mando.

El segundo gran varapalo en su carrera lo sufrió en abril del 2017 en Riojafórum. Allí se celebró el congreso regional del PP que, según el guión previsto, debería darle la presidencia del partido dirigido con mano de hierro por Sanz durante décadas. La apuesta expresa del expresidente por Gamarra topó con la capacidad de su rival, José Ignacio Ceniceros, para ganar un cónclave que reventó las costuras de la formación y visibilizó una fractura que todavía sigue latente.

En esa situación tan comprometida irrumpió otro factor llamado a priori a jugar en su contra. El PP dirime la sucesión de Mariano Rajoy en la cúpula de Génova y Gamarra se decanta por Soraya Sáenz de Santamaría. Sin embargo, lejos de confinarla al ostracismo, la victoria final de Pablo Casado impulsa su futuro político. El nuevo líder nacional de los populares la sitúa como vicesecretaria de Política Social en un gesto de integración y búsqueda de aire renovado en la dirección y da un paso más en clave regional: en diciembre del 2018 la impone como candidata otra vez a las elecciones municipales frente a la preferencia de Ceniceros por Conrado Escobar y el malestar de Cs por incumplir el pacto que limitaba los mandatos. La convocatoria de las generales de abril del 2019 propicia una nueva carambola que le lleva a 'mutar' de papeleta y encabezar la del PP de La Rioja al Congreso. Ahí se opera su salto definitivo a Madrid, donde su nombre suena desde el primer momento como portavoz en el hemiciclo. En plena ascensión de Vox, Casado opta entonces por el tono más duro de Cayetana Álvarez de Toledo.

El cambio de estrategia en el PP es también el relevo en favor de Gamarra para buscar la centralidad extraviada. Una lectura que se comparte desde Duquesa de la Victoria, donde hasta los críticos con la exalcaldesa valoran su capacidad de trabajo y el bagaje municipal que ya le presumió Illa. «Sabe lo que es pisar moqueta, pero también gestionar un presupuesto y llegar a acuerdos», subraya alguno de sus compañeros recordando su trayectoria en el Ayuntamiento –oposición, mayoría absoluta y mayoría simple– y su «lealtad» al partido hasta cuando el viento más soplaba en contra. «Su carrera está en Madrid; ahora ya juega en otra liga», apuntan las mismas fuentes, que ven en su definitivo ascenso el desvanecimiento de sus aspiraciones dentro de La Rioja... «a no ser que Génova diga otra cosa».