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Maynara Cristina de Oliveira Juan Marín
«Asesinaron a mi hermano con 15 años y el miedo a perder a alguien estando lejos es muy grande»

Maynara Cristina de Oliveira | Vive en un piso tutelado de Cáritas

«Asesinaron a mi hermano con 15 años y el miedo a perder a alguien estando lejos es muy grande»

«En Cáritas no me vieron como un número más y me hicieron sentirme como si yo fuera una parte esencial de su familia», confiesa

Carmen Nevot

Logroño

Sábado, 25 de mayo 2024, 08:18

Maynara Cristina de Oliveira tiene 28 años, este lunes cumplirá uno más. 29 primaveras que en su caso han dado para mucho. Demasiados sinsabores que le dejaron el alma hecha un trapo. De su ciudad, Uberlandia, en el estado brasileño de Minas Gerais, habla de riquezas, de grandes plantaciones, de bellezas naturales, pero también de miserias y de uno de los momentos más terriblemente tristes a los que ha tenido que enfrentarse. Era 2009 y un año antes ella había venido a España a estudiar y a buscar trabajo. Su idea era quedarse, pero el regreso a su país se precipitó. Su hermano murió. Tenía 15 años y fue asesinado a sangre fría, de la forma más miserable posible. Cogió el primer avión para estar lo más pronto posible con su familia.

Después de aquello su sueño español se enfrió al menos por unos años porque «el miedo de perder a alguien estando lejos era muy grande». Retomó sus estudios de Administración, pero lo suyo era la cocina. Trabajaba para una buena empresa, era importante y cocinaba en numerosos eventos, carnavales y grandes faustos por todo el país. Sao Paulo, Río de Janeiro...

En 2014, con 19 años, «fui mamá por primera vez» y siguió trabajando. Su madre cuidaba de su pequeña y ella seguía soñando con España. Ahora incluso más, porque quería que su pequeña estudiara y gozara del bienestar social de este país. En 2019 surgió la oportunidad, compró el billete y se presentó en la localidad burgalesa de Miranda de Ebro. Un año después, por amor, se mudó a la capital riojana. Era marzo de 2020 y en 2021 tuvo a su segundo hijo. La relación no funcionó y en noviembre de ese mismo año pasó a ser oficialmente familia monoparental.

Entonces no trabajaba. Eran los tiempos de pandemia y todo era demasiado complicado. El país empezaba a retomar una relativa normalidad así que emprendió la búsqueda de cursos, de empleo y de apoyo. Por aquel entonces le hablaron de la 'casa amarilla' –los servicios sociales del Ayuntamiento de Logroño– y fue allí donde le mencionaron por primera vez la palabra Cáritas. Llamó y le pusieron en contacto con su parroquia, le correspondía Carmelitas. Aquello fue providencial. Conoció a Nati, una voluntaria con mayúsculas. A Maynara se le ponen los ojos vidriosos cuando habla de ella. «Es una gran mujer y un gran apoyo para mí», cuenta, porque no sólo se preocupaba de su situación económica, también de si tenía apoyos. «Fue como tener una mamá o una abuela. Se preocupaba por mí y me escribía prácticamente todos los días».

Entonces Maynara vivía en una habitación alquilada y trabajaba en negro. Era todo muy duro para una mujer sola con sus hijos y con escasas posibilidades de conciliar. «Se aprovechan mucho de que trabajes en negro y no tengas derechos».

Nati le habló del programa de vivienda de Cáritas y como «soy una persona de mucha fe, creo mucho en dios, cuando me dijo que había ese programa, desde el primero momento le dije que dios nos iba a bendecir». Todo fue muy rápido, en una semana conseguía la cita. Le atendieron muy bien y «cuando llegué pude hablar de mis problemas, de que ser madre sola es muy duro y con ellas (Marina) no sólo fue el apoyo de la vivienda, también social, de sacarme adelante con mis hijos, de preocuparse por cómo estaba». «No me vieron como un número más y me hicieron sentirme como si yo fuera una parte esencial de su familia». Poco después tenía su vivienda. A partir de aquello todo fue mejor, empezó a salir del pozo en el que estaba y encontró un trabajo como operaria en una fábrica. No sólo atendieron sus necesidades básicas, aquellas que se pueden paliar con ayuda económica, sino también la emocional con apoyo psicológico y terapia.

El próximo 28 de junio hará un año que entró en el piso de Cáritas y su vida ha dado la vuelta como a un guante. Ahora, los fines de semana los dedica a su hijos, incluso entre semana tiene mucho más tiempo que antes para ellos. En Brasil, cuenta, «participé de muchos eventos muy importantes, pero perdí lo más importante, que eran mis hijos».

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