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Con la vicepresidenta Carmen Calvo como maestra de ceremonia, y en presencia de cuatro ministros del Gobierno de España (los de Agricultura, Política Territorial, Industria y Cultura), Concha Andreu protagonizó este jueves en Madrid una intervención de carácter reivindicativo ante el Estado ... , encarnado en el actual titular de Moncloa, Pedro Sánchez. A quien reclamó, teniendo además como auditorio a un selecto grupo de invitados del mundo empresarial y político de la capital del Reino, junto con una nutrida representación de dirigentes llegados expresamente desde La Rioja, que sea sensible a las necesidades de reindustrialización de la Comunidad Autónoma que ella preside desde el pasado verano. Su tono firme, aunque suave en las formas, pobló la parte final de su discurso y dejó, a pregunta del periodista que moderaba su intervención, la siguiente frase: «Necesitamos que el Gobierno de España nos considere una región preferente para la instalación de industrias».
Esa reclamación había servido para abrochar la parte final de su discurso, luego del largo preámbulo que eligió como carta de presentación para su auditorio en torno a las vicisitudes históricas de La Rioja en demanda de su autogobierno. En ese tramo postrero, más reivindicativo, Andreu pasó a concretar las demandas de su Gobierno respecto a los poderes del Estado, que materializó en la permanente exigencia de mejores inversiones en suelo riojano (con especial celo para el capítulo de infraestructuras) y que tuvo un carácter crítico respecto a quienes le antecedieron en el Palacete: «En La Rioja no se ha creído en los últimos años en la industrialización».
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Una queja que a continuación trasladó a otra esfera, la nacional. Andreu recordó la penalización sufrida por la región en contraste con territorios vecinos («No se ha invertido en La Rioja como en Navarra o e lPaís Vasco», denunció) y llegó a quejarse del agravio comparativo que padecen los riojanos en estos términos: «Desde el Gobierno nacional siempre nos esquivan».
Su intervención, dentro de los foros organizados por la agencia de información Europa Press destinados a dar voz a los líderes de la política nacional, se había inaugurado con unas palabras de reconocimiento hacia Andreu por parte de la vicepresidenta Calvo, que la elogió en estos términos:«Eres una mujer resistente». Ese adjetivo, resistente, sería luego el escogido por la propia Andreu para describir la naturaleza de la identidad regional: La Rioja es, a su juicio, un territorio «resistente». Un atributo que le sirvió para aludir al modelo de gestión de Sánchez al frente del Gobierno de España, esa tanda de reflexiones que ocuparon la ronda final de preguntas a cargo del moderador, donde Andreu no pareció sentirse especialmente cómoda. De la agenda nacional que quebró esa parte de sus discurso y por la que prefirió pasar de puntillas, la presidenta del Gobierno acabó regresando hacia el eje vertebrador de su mensaje: la defensa de La Rioja como tierra de «encuentro y mestizaje», un espacio donde deberían cristalizar alguna de las prioridades de su mandato: impulsar la agenda social hacia la igualdad y ser a la vez capaz de convertir los dos grandes argumentos de la región (el vino y la lengua) en referencias mundiales. «La calidad de vida de La Rioja», resumió, «supone una alternativa real para proyectos que se desarrollan en otras ciudades del país que tienen condiciones inhabitables».
Se trata de un lugar común en buena parte de los mensajes institucionales que Andreu traslada desde que llegó a la Presidencia del Gobierno: observar la escala reducida de La Rioja («Me han prohibido que diga que es pequeña», bromeó) como una oportunidad para promover redes de conocimiento y riqueza más difíciles de impulsar en territorios más grandes y también más dispersos. Una región que se beneficia además, según sus palabras, de la fértil convivencia que caracteriza a sus habitantes y de la que presumió, entre promesas de procurar de manera constante el «diálogo» con las fuerzas económicas y con un constante recordatorio: su condición de mujer. Ese «liderazgo femenino» del que alardeó y que también había destacado Calvo en su presentación, es también un mensaje recurrente en el discurso presidencial, igual que otra noción clave: la igualdad. «Impulsaremos la igualdad a través del desarrollo de los servicios públicos», prometió Andreu, con un acusado énfasis en situar en esa línea de recuperación de derechos sociales las políticas en educación y sanidad. «No podemos desaprovechar esta oportunidad histórica», subrayó cuando concluía su intervención, conectando con la parte nuclear de su discurso:«La Rioja es tierra de oportunidades y la oportunidad de cambio es real».
Como se puede leer, hasta en tres ocasiones casi consecutivas recurrió a esa misma palabra, oportunidad. Era la manera que Andreu tenía de sintetizar el espíritu con que llegó al Palacete: «Todo está por hacer».
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