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Mientras los ayuntamientos preparan ya albergues para acoger temporeros de cara a la inminente campaña de la fruta y a la espera, un poco ... más adelante, de una nueva vendimia, el convenio agropecuario, aunque aún pendiente de publicación definitiva, traerá dos novedades importantes en lo que se refiere a alojamientos: para aquellos temporeros que residan a menos de 80 kilómetros de donde sean contratados no será obligatorio procurarles vivienda, mientras que se permitirá además que sean los propios trabajadores quienes se busquen residencia en alquiler repercutiendo los costes a el o a los empleadores.
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Eran dos importantes demandas defendidas por las organizaciones agrarias y de bodegas, que llevan años con problemas para encontrar mano de obra: «Cada campaña es una incógnita, de momento ya se está recogiendo el melocotón, que es minoritario y en breve llegará la pera y luego la vendimia», indica Igor Fonseca, secretario general del sindicato ARAG-Asaja. «De momento –continúa–, el ciclo de la viña no se ha amontonado como el año pasado, pero sí nos tememos que pueda volver a haber momentos críticos con la vendimia, incluso a pesar de que miles de hectáreas han ido para cosecha en verde».
ARAG-Asaja asesora a sus agricultores en la tramitación de contratos e incluso en la prevención de riesgos laborales, y ahora mismo el sector agrario está a la espera de la firma del convenio agropecuario, que se arrastra desde el 2009 –en 2014 se firmó un acuerdo extraestatutario que suscribió UGT pero el grueso de contenidos seguía referenciado al de hace 15 años– y para el que hubo acuerdo al final de la campaña pasada, pero aún quedan unos flecos: «Relaciones Laborales ha pedido aclaraciones por estos dos puntos, la suspensión de la obligatoriedad de alojamiento para 80 kilómetros y la posibilidad de que sean las cuadrillas las que alquilen viviendas, pero el acuerdo existe y son sólo matices de redacción, de forma que esperamos que para agosto el convenio esté subsanado, publicado en el BOR y, por tanto, en vigor», confirma Miguel Rello, de CC OO. El convenio actualiza además salarios, con subidas del 4% a cuenta de 2023 y un 3% para los años 2024 y 2025.
Igor Fonseca incide en la trascendencia del nuevo acuerdo marco laboral: «La Inspección de Trabajo hace responsable a los agricultores de los trabajadores durante las 24 horas del día, lo cual no es demasiado razonable y no ocurre en ningún otro sector». «Hay cuadrillas –continúa– que trabajan para varios empleadores y se mueven por varios puntos de la región y parece lógico que puedan alquilarse de forma conjunta sus propias viviendas, lo cual es bueno para el agricultor, pero también para ellos».
Esta flexibilidad es importante en un momento además en que la mecanización avanza rápidamente en la mayoría de cultivos, y también en la viña: «La mecanización está bien, pero en el caso del viñedo creo que casi todos convendremos en que la calidad es mayor cuando la vendimia es manual», indica Fonseca. «En este momento crítico en que no salen los números –continúa–, el viñedo viejo, el que se trabaja a mano, es el más amenazado y esta flexibilidad es importante».
De hecho, la vendimia mecánica avanza muy rápido. Según datos oficiales del Consejo Regulador, en el 2019 el 37,9% de la uva se recogía con máquina, mientras que en la pasada campaña 2023 se recolectó ya más del 46%.
Entre tanto, sucedió el covid, en el que las limitaciones sanitarias provocaron momentos críticos, aunque, con mucho trabajo de todos, se solventó un grave problema ante las dificultades de movilidad de la mano de obra. La propia presión de la Inspección Laboral por cumplir las normas o la menor rentabilidad de los cultivos, especialmente la viña, son factores que siguen empujando a la mecanización: «En el covid se hizo un gran trabajo, acompañado de un gran esfuerzo económico», recuerda Ana Arnáez Vadillo, de Cruz Roja.
La entidad es la responsable de los albergues para temporeros de Nájera y de Fuenmayor y sus voluntarios colaboran también con el Ayuntamiento de Logroño en el frontón Titín III: «No es fácil saber con anticipación qué va a pasar en la campaña. En 2021, después del covid, abrimos los albergues de Nájera y Fuenmayor, pero apenas vinieron temporeros y cerramos este último por falta de gente y, sin embargo, al año siguiente estuvimos desbordados».
Cruz Roja, como el resto de organizaciones empresariales, sindicatos de clase y agrarios, esperan a la próxima convocatoria de la comisión de flujos migratorios que, dirigida por la Delegación del Gobierno en La Rioja, intenta gestionar la llegada de temporeros. Ana Arnáez habla del perfil de estos últimos: «Lo que nosotros desde Cruz Roja hemos detectado son sobre todo trabajadores extranjeros, apenas nacionales; hombres, casi ninguna mujer; y jóvenes, aunque no menores, con una edad de entre 25 y 45 años, pero también los hay hasta de 65».
La responsable de Cruz Roja señala que, además del apoyo de sus voluntarios en el complejo de Logroño, sus furgonetas trabajan también como si fueran lanzaderas: «Mucha gente ni conoce el idioma ni la ciudad ni que existen alojamiento». «Lo que hacemos los voluntarios es ir a los principales lugares donde existen temporeros, informarles y acompañarles a los albergues donde podrán estar hasta cinco días para encontrar un contrato». En todo caso, la mayoría de las contrataciones se gestionan en origen y con antelación a las propias campañas de recogida.
Durante los meses de agosto, septiembre y octubre de 2023, se suscribieron 15.700 contratos de temporada en La Rioja en el sector agrario: 12.492 fueron temporales y 3.208 indefinidos, aunque, de estos últimos, 2.948 (91%) fueron fijos discontinuos. De los 15.700 contratos, el 75,3% se firmaron con trabajadores extranjeros (11.823), mientras que el 87,12% (13.679) fueron suscritos por hombres, según los datos facilitados por la Dirección General de Empleo y la Consejería de Agricultura del Gobierno de La Rioja. Es decir, en los meses de las campañas de recogida de fruta y de la uva la actividad contractual en el sector es intensa y está protagonizada por trabajadores extranjeros, tres cuartas partes del total, y por hombres, casi nueve de cada diez. 6.772 contratos tuvieron una duración inferior a 7 días, 3.394 entre 7 y 15 días, 4.781 entre 15 y 30 días, y 753 duraron más de un mes.
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