El baúl de los recuerdos
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La Casa de la Imagen rescata de un viejo arcón el archivo fotográfico de Rufino Matute, 318 imágenes de Viniegra tomadas hace un sigloCumple todos los requisitos para considerarlo un tesoro. Un tesoro es una concentración de riqueza perdida o sin usar. En este caso que nos ocupa no se había extraviado pero estaba intacto, casi oculto en un viejo baúl en una casa de indianos en Viniegra de Abajo. Más de trescientos negativos -con formatos 9x12 y 13x18- sobre placas de vidrio en emulsión de gelatino-bromuro de cuya existencia sabían los hijos, los nietos, los bisnietos y los tataranietos de su autor, Rufino Matute, pero que ninguno se atrevió a tocar.
Jaime Pérez, tataranieto del fotógrafo, explica las circunstancias que han hecho posible que ahora salgan a la luz: «Los mayores de la familia sabían de su existencia pero decidieron no hacer nada. Tan solo sacaron unos pocos negativos para verlos a contraluz. Sabían que había unas plaquitas de vidrio con imágenes del pueblo pero nadie imaginaba la cantidad y calidad de las mismas tras el proceso de digitalización y positivado. Este ejercicio de imaginación está al alcance de muy pocos. Nosotros simplemente ignoramos su valor. O mejor dicho, el baúl y su contenido pasaron inadvertidos pues, a fin de cuentas, es una pieza más en una casa cuyo mobiliario, muy antiguo y cuantioso, guarda otros objetos a la vista mucho más valiosos que estas cajitas. Creo que fue mejor la inacción que haber intentado algo por nuestra cuenta».
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«Pasaron los años -añade Jaime- y algunos familiares corrieron la voz y la existencia de este baúl llegó a oídos del fotógrafo Jesús Rocandio, quien nos honró con su visita en agosto de 2019. Llegó con su equipo y dedicamos un domingo a digitalizar toda la colección. Yo le asistí en lo que pude pero el mérito es todo suyo. Sobre todo, con el gran trabajo posterior de edición... Con cada digitalización se nos habría una ventana a una Viniegra remota».
Este 'baúl del tesoro' fue el arcón con el que Rufino Matute regresó en 1902 de Chile después de tres décadas haciendo fortuna al otro lado del Atlántico. Tras instalarse en Viniegra de Abajo y levantar una de las casas de indianos que identifica a la localidad serrana, comenzó a montar su pequeño estudio en su vivienda y su trabajo lo iba guardando en pequeñas cajas de cartón en el interior del baúl. Precisamente, las características del arcón y las condiciones de temperatura y humedad de la vivienda han permitido que lleguen hasta nuestro días en perfecto estado de conservación. «El baúl ha permanecido más de un siglo en la misma habitación. No ha cambiado de lugar de aquel tiempo a esta parte. Sigue encajado entre el mismo suelo y la misma pared. Razón por la cual los negativos se han conservado bastante bien. No hay temperaturas altas en esta habitación y la humedad es muy baja. A mi parecer las condiciones fueron buenas para una correcta conservación. O al menos no fueron malas». Estas palabras de Jaime son corroboradas por Jesús Rocandio, quien solo tuvo que desdeñar una decena de negativos.
La temática de las imágenes es muy variada. Su obra puede dividirse en cuatro grandes grupos: fotografía de paisaje (los montes de Viniegra, la ermita de Santiago, el monasterio de Valvanera, la laguna de Urbión), urbana (rincones del pueblo y de Logroño), social-costumbrista (excursiones, romerías, bailes, juegos...) y retratos (la mayoría de estudio). Tal y como señala Jaime, «esta rica variedad hace patente su afán documentalista. No se le puede encasillar en un género determinado de fotografía. Tampoco se le debe considerar un fotógrafo profesional como sí lo fue, por ejemplo, Alberto Muro en Logroño. No se ganaba la vida con las fotos. Ya la trajo resuelta de Chile. La fotografía de las gentes y paisajes de Viniegra era su mayor afición. Fue testigo de las costumbres y el progreso de aquella época».
Rufino Matute murió en 1932 pero su legado se mantiene de esta manera vivo, como señala su tataranieto: «El trabajo que hizo Jesús Rocandio es impagable. Me ha cambiado la vida. A raíz de la recuperación de estas imágenes me he sumergido en el universo de los indianos. He rastreado todos los documentos y la correspondencia que nos legó este antepasado y tengo entre mis manos mucho material novelable».
¿Y qué hacer con este material único? «Son tres fines los que busco -explica Jaime-: honrar la memoria de mi tatarabuelo, elogiar el trabajo de Jesús Rocandio y mover a la administración para que financie una exposición en Viniegra». Dicho queda.
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