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rafael m. mañueco
Corresponsal. Moscú
Miércoles, 16 de junio 2021, 13:23
El presidente ruso, Vladímir Putin, calificó este miércoles su primera cumbre con el jefe de la Casa Blanca, Joe Biden, de «diálogo bastante productivo». Lo dijo durante la rueda de prensa que ofreció en solitario, ya que Biden compareció por separado. En otro momento de ... su encuentro con los medios de comunicación, Putin dijo que su homólogo norteamericano «es un político constructivo y experimentado», al tiempo que aseguró no haber sentido «ninguna presión, pese a que hemos hablado de forma muy directa».
Puso como ejemplo que su conversación con él cara a cara «duró casi dos horas», antes de que la reunión tuviese lugar en formato extendido con la participación de todos los miembros de ambas delegaciones. Esta parte de la cumbre se prolongó también cerca de otras dos horas.
Sin embargo, y pese al buen sabor de boca que le dejó al presidente ruso, al valorar la cumbre en su conjunto admitió, que era «difícil vaticinar qué pasará a partir de ahora, ya que todo lo que hizo empeorar nuestras relaciones no lo provocamos nosotros». Putin afirmó que Biden le preguntó sobre la situación de derechos humanos y él hizo lo mismo. Citó en concreto los abusos policiales con la población norteamericana de raza negra y el hecho de que todavía exista un sitio como Guantánamo, «en donde no funcionan las leyes internacionales ni las vigentes en Estados Unidos».
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Preguntado sobre las organizaciones opositoras criminalizadas en Rusia, consideradas «extremistas», el jefe del Kremlin respondió que «EE UU considera a Rusia su enemigo y, al mismo tiempo, financia y apoya organizaciones dentro de nuestro país. No parece que tales organizaciones vayan a trabajar en beneficio de Rusia».
En la misma línea, Putin se refirió al líder opositor Alexéi Navalni como de costumbre, sin pronunciar su nombre o apellido, señalando que «sabía que violaba la ley» al no respetar las condiciones de una condena en suspensión mientras era tratado en Alemania del envenenamiento que sufrió el año pasado en Siberia. Por tanto, añadió, «se ordenó su búsqueda y captura, y también sabía que si regresaba a Rusia sería detenido».
Pero lo cierto es que los dos presidentes no hablaron ayer ni una palabra de Navalni, que cumple una condena de dos años y cinco meses de prisión por un caso de supuesto fraude, porque la delegación rusa retiró el asunto de la agenda, algo que ya adelantó la semana pasada el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, presente también este miércoles.
Sus organizaciones acaban de ser declaradas «extremistas» por el Tribunal Municipal de Moscú, lo que hará imposible que Navalni y sus seguidores puedan presentar candidatos a ningún tipo de comicios. Las elecciones más importantes y cercanas, las legislativas, están convocadas para el próximo septiembre.
En una entrevista concedida a la cadena norteamericana NBC, emitida en su totalidad el martes, el máximo dirigente ruso negó que nadie haya querido acabar con la vida de Navalni. Afirmó también que en la cárcel «recibe el mismo trato que cualquier otro preso». Biden, no obstante, reiteró que, si el líder opositor ruso muriera en la cárcel, «sería una tragedia (...) Eso dañaría las relaciones de Rusia con el resto del mundo y conmigo».
Por otro lado, el jefe del Kremlin negó que su país se proponga militarizar el Ártico, en donde Moscú aumenta día a día su número de bases, efectivos y armamentos. «No hacemos más que restablecer las infraestructuras que existieron en la época soviética, pero creemos que en el Ártico debe colaboración de todos los países», aseguró.
Otra cuestión que los dos presidentes abordaron fue la situación en el este de Ucrania. Según Putin, «acordamos que la única forma de resolver el problema es solamente mediante la aplicación de los acuerdos de Minsk«, firmados en febrero de 2015 en la capital bielorrusa. Moscú considera que tal convenio obliga a Kiev a sentarse a negociar con los separatistas de Donetsk y Lugansk antes de convocar elecciones locales mientras que Ucrania exige primero los comicios y, con los dirigentes que salgan elegidos, iniciar conversaciones.
A una pregunta sobre si no cree que Rusia es, como la acusan en Occidente, «imprevisible» en su forma de actuar, Putin aseguró que «son los Estados Unidos los que actúan de forma imprevisible». Enumeró cómo Washington abandonó «unilateralmente» importantes tratados de control de armamentos (ABM, INF o Cielos Abiertos) y cómo «instigaron el golpe de Estado en Ucrania».
Por su parte, Biden, en su rueda de prensa concedida aparte, manifestó que «creo que lo último que quiere ahora Putin es una Guerra Fría». Declaró, al igual que su homólogo ruso, que el encuentro fue «productivo y positivo pese a las discrepancias». Pero es cierto que muchos temas, como la «estabilidad estratégica» el futuro del acuerdo de desarme START o las medidas de ciberseguridad requerirán «consultas» en adelante. Alertó que «algunas infraestructuras cruciales» deben quedar al margen de los ciberataques. «Le di una lista» de 16 entidades que van desde el sector de la energía hasta nuestros sistemas de distribución de agua«, agregó. El presidente norteamericano señaló que. »si no hay avances en la agenda bilateral establecida, en tres o seis meses tendrán que reunirse de nuevo«. Pero ambos aseguraron que no han sido todavía invitados ni a viajar a Rusia ni a Estados Unidos.
La delegación rusa estuvo compuesta por el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, el asesor de política exterior de la presidencia rusa, Yuri Ushakov, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el embajador de Rusia en Washington, Anatoli Antónov, el jefe del Alto Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, el general Valeri Guerásimov, el viceministro de Exteriores, Serguéi Riabkov, el encargado dentro de la Administración Presidencial de lo asuntos relacionados con el conflicto con Ucrania, Dmitri Kózak, y el representante especial de Putin para Siria, Alexánder Lavréntiev.
La norteamericana incluyó al secretario de Estado, Antony Blinken, al embajador estadounidense en Moscú, John Sullivan, a la subsecretaria de Estado de Asuntos Políticos Victoria Nuland, gran conocedora de Rusia, al asistente de Seguridad Nacional Jake Sullivan y al director para Rusia y Asia Central del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Eric Green.
Vladímir Putin fue el encargado de anunciar ayer el único acuerdo material de la cumbre de Ginebra. Él y Joe Biden acordaron que los embajadores de Rusia en Washington y de Eestados Unidos en Moscú, Anatoli Antónov y John Sullivan respectivamente, volverán pronto a sus puestos. El compromiso supone un importante paso en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre las dos potencias, que han sufrido un duro castigo en los últimos meses hasta caer a su punto más bajo en años. Aparte de la retirada de los embajadores, los dos gobiernos han establecido sanciones mutuas sobre empresas o personas y limitado el movimiento de los funcionarios diplomáticos por el territorio contrario.
Anatoli Antónov fue retirado por el Ministerio de Exteriores después de que el mandatario americano impusiera sanciones a Moscú por su presunta injerencia en las elecciones de EE UU y su posible papel en varios ciberataques. La gota que colmó el vaso fue que Biden asumiera como cierto que el jefe del Kremlin pudiera merecer el calificativo de «asesino», una acusación sobre la que ambos no dijeron ayer ni una sola palabra después de habérsela tomado con cierto humor en los días previos a la reunión.
Por su parte, John Sullivan fue conminado a abandonar la capital rusa en abril, prácticamente como respuesta a la expulsión del diplomático ruso. Tanto la Casa Blanca como el Kremlin desconocen la fecha exacta en que los dos embajadores se reincorporarán a sus despachos, pero apuntaron a que será pronto pues se trata de «un asunto puramente técnico».
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