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¿Qué ha sido de los rehenes israelíes? La pregunta está hoy en boca de la sociedad hebrea, de los familiares de los 132 ciudadanos en manos de Hamás y de las organizaciones humanitarias, extrañadas por el silencio que ha caído sobre estos cautivos. Pero ... también es un interrogante que manda en las negociaciones de una posible tregua entre Israel y la milicia islamista de Gaza.
Tel Aviv ha puesto como condición para el alto el fuego conocer el estado de los secuestrados y cuántos de ellos continúan vivos. Hamás ha sido incapaz de confeccionar una lista con las cuarenta personas que Israel exige con vistas a ordenar el cese de las armas, a cambio de cuatrocientos presos palestinos. Simplemente, la milicia desconoce donde están muchos de ellos y ni siquiera quienes conservan la vida. Para reunir esta información, afirma que es necesario decretar primero un alto el fuego, puesto que los cautivos se encuentran retenidos por diferentes células y dispersos en zonas donde se libran combate. «Ahora es imposible saber exactamente quién sigue vivo y quién ha muerto a causa del bombardeo israelí o quién ha muerto de hambre a causa del bloqueo de alimentos israelí», acusó este martes Bassem Naim, portavoz de la oficina política de Hamás.
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Óscar Beltrán de Otálora
La milicia calcula que setenta rehenes han sido víctimas de los ataques de la aviación, abatidos por las explosiones o aplastados entre los escombros de los edificios y los túneles donde eran mantenidos presos. Las Fuerzas de Defensa han descubierto en el laberinto de pasadizos construido bajo la Franja celdas con barrotes y salas repletas de jergones, utensilios y hasta mensajes escritos en trozos de tela desgarrados, signos claros de la presencia de cautivos.
El ejército solo ha confirmado el fallecimiento de una treintena de secuestrados. Los servicios de Inteligencia temen, sin embargo, que un número indeterminado de ellos haya muerto por inanición o deshidratación, puesto que el reparto de comida es muy precario y las redes de agua potable están destruidas en su mayoría, aparte de la falta de medicamentos en el caso de los heridos o enfermos y unas condiciones de supervivencia «deplorables» durante casi cinco meses. La reconstrucción sobre su modo de vida apunta a que pasan las horas en medio de la humedad y la oscuridad de las galerías, habitualmente mal oxigenadas, o en habítaculos custodiados por colaboradores del grupo islamista.
70 secuestrados
han muerto según la milicia islamista por los bombardeos y el hambre.
Los testimonios de algunos de los 105 liberados en este tiempo tampoco resultan alentadores. La incertidumbre sobre la suerte de los «ausentes» consume a la población y eleva las protestas para poner fin a ese infierno. Los médicos han tratado de evitar que las víctimas revivan situaciones angustiosas, pero algunas han hecho duras referencias a malos tratos psicológicos y físicos. El informe publicado este lunes por la ONU sobre la violencia sexual ejercida por los terroristas de Hamás durante la masacre del 7 de octubre considera muy «razonable» pensar que los rehenes siguen siendo objeto de violaciones y otras vejaciones en su encierro.
Todas estas informaciones y la propia prolongación del cautiverio pasan una profunda factura a las familias. «¿Cómo puedo sentir hambre o pensar en comer cuando siempre estoy pensando en que mi hijo tiene hambre todo el tiempo en Gaza?», exclamaba este martes en el Parlamento Shelly Shem-Tov, padre de un jovende 21 años capturado en el festival de música Supernova el 7 de octubre. Según un informe médico presentado a la Cámara, el 96% de los familiares de rehenes han sufrido pérdidas de peso severas y un deterioro de su salud mental entre moderado y grave. El consumo de antidepresivos se ha disparado y un 93% padece problemas de insomnio.
Israel sospecha que unos secuestrados permanecen bajo control de la Yihad Islámica y otros son prisioneros de los Comités de Resistencia Popular. Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa también tendrían en su poder a civiles y militares. Al resto los custodia Hamás; en concreto, de una unidad especializada en mantener a las víctimas en túneles y pisos francos y negociar su liberación a cambio de prisioneros palestinos.
Algunos supervivientes han explicado que esta brigada se hace llamar Shadow Unit (Unidad Sombra) y fue creada en 2016 bajo la dirección del jefe del ala militar de Hamás, Muhammed Deif. Su rastro ha sido encontrado y perdido en los pasadizos en varias ocasiones durante los registros del ejército israelí. Precisamente este martes el ejército desarticuló el mayor túnel localizado hasta ahora bajo Gaza, de cuatro kilómetros de longitud y otros tres en diferentes ramificaciones que llegaban hasta el mismo límite de la Franja con Israel.
Los negociadores egipcios y cataríes de la tregua tampoco han conseguido comunicarse con el jefe de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, quien debería dar el visto bueno a cualquier decisión sobre el cese de las armas. Permanece aislado desde hace semanas y, según la inteligencia militar, se encuentra en un refugio recóndito bajo la ciudad de Khan Jounis, precisamente rodeado de rehenes para asegurar su vida en caso de un ataque israelí.
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