Rostros de angustia, dolor e incertidumbre entre los familiares de los cautivos concentrados delante del Parlamento en Jerusalén. AFP

Los rehenes, entre el fuego y la tregua

Egipto y Qatar informan de un posible respiro a las armas durante tres días a cambio de que los islamistas liberen a una docena de cautivos

Mikel Ayestaran

Enviado especial. Jerusalén

Miércoles, 8 de noviembre 2023, 21:20

Iván Illarramendi y su pareja, Dapna Gercovich, han pasado a formar parte de la lista negra de fallecidos en el brutal asalto de Hamás a Israel del 7 de octubre. El joven guipuzcoano no llegó a estar secuestrado por el grupo islamista y sus ... restos y los de su esposa fueron identificados un mes después en una morgue de Tel Aviv. La trágica noticia llegó en una jornada marcada por los mensajes de Qatar y Egipto sobre la proximidad de una posible liberación de varios cautivos por parte de Hamás a cambio de unos días de alto el fuego.

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La cadena libanesa Al Mayadeen aseguró que el acuerdo que se discute es una tregua de tres días, pero todavía la noche de este miércoles no se había confirmado la duración y si el alto el fuego sería completo en el norte de Gaza. Lo que sí se da por fiable es que podría aplicarse este mismo jueves. Parece ser que la mitad de los liberados tendrían la ciudadanía de Estados Unidos. Hasta ahora, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se ha negado de forma radical a una pausa sin una liberación previa de los rehenes y no ha cedido ni siquiera ante las presiones del presidente estadounidense, Joe Biden, con el que ha mantenido repetidas conversaciones telefónicas sobre este asunto.

La Plataforma de Familias de los Rehenes y Desaparecidos recibe cada día noticias como la de la identificación de los restos de Iván Illarramendi y su mujer. Los familiares viven «en una incertidumbre permanente. No sabemos nada de los nuestros, de cómo van las negociaciones, muy pocos han recibido pruebas de vida y hay muchos cuerpos aún sin identificar, el proceso de ADN es lento y laborioso», asegura Jacob Godo, cuyo hijo, Tom, también murió el mismo día del asalto de los islamistas en Kisufim, el kibutz donde vivía Illarramendi.

Del español y su pareja, las autoridades dieron credibilidad a la posibilidad de que hubieran sido secuestrados. El hallazgo de sus restos demuestra que ni siquiera eso es una certidumbre.

¿Cuántos rehenes hay?

«Muchas familias no han recibido pruebas de vida y hay numerosos cuerpos aún por identificar»

La organización de familiares tiene actos diarios en las principales ciudades del país y han llenado las calles con fotografías de los rehenes y desaparecidos. El centro de operaciones en Jerusalén lo han situado a las puertas de la Knesset y los diputados tienen que pasar forzosamente ante sus tiendas para entrar y salir del Parlamento.

«Lo primero es la guerra»

«Los rehenes no son una prioridad. Para este Gobierno, lo primero es la guerra y sus objetivos militares, no los rehenes y muchos van a morir si esto no se detiene ya», lamenta Godo, una sensación compartida por otros muchos allegados. Están unidos para pedir el regreso de sus seres queridos a casa y «la dimisión inmediata de Netanyahu. No puede seguir un minuto más al frente del país porque es el culpable de este desastre», opina Godo.

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Pese a la negativa frontal del primer ministro a un alto el fuego, las negociaciones avanzan y el diario 'Haaretz', citando fuentes egipcias y palestinas, adelantó que está a punto de declararse una pausa humanitaria a cambio de la liberación de algunos de los rehenes. El día elegido, según estas fuentes, sería este jueves. Hasta el momento Hamás ha liberado a cuatro mujeres y el grupo declaró el martes su disposición a liberar a otros doce cautivos, pero acusó al ejército israelí de no hacerlo posible debido a la extrema violencia de los bombardeos.

Las tropas avanzan con rapidez en el interior de Gaza y ya combaten en numerosas calles de la ciudad. Los civiles huyen por miles al sur durante las ventanas de cuatro horas que anuncia el ejército y se multiplica la intensidad de los choques entre milicianos y militares. Hamás arremetió este miércoles contra la ONU y le acusó de «tener un acuerdo» con Israel para colaborar en el «desplazamiento forzado» de civiles.

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La obsesión de los militares es encontrar y destrozar los túneles donde se esconde el enemigo, pero es aquí también donde retienen a los más de 240 cautivos, según la última cifra aportada por las autoridades, que no ha variado desde los primeros días pese a que la milicia afirma que varios de ellos han muerto bajo las bombas. Los responsables políticos y militares hablan cada día de «acabar con Hamás», pero apenas se refieren a los rehenes. El último fue el ex jefe del Ejército y actual aliado de Netanyahu, Benny Gantz, quien aseguró que «no hay un límite de tiempo para la operación (…) porque combatimos por nuestra existencia y por el sionismo».

6 de los cautivos

a liberar tendrían ciudadanía estadounidense, según se negocia.

La analista política Nour Odeh recordó en una entrevista concedida a Al Jazeera que «existe una doctrina militar israelí (al menos para los soldados), que se llama Directiva Aníbal y dicta que es mejor un militar muerto que secuestrado, lo que da luz verde a matar a un compañero en caso de que vaya a ser apresado por el enemigo». En opinión de Odeh, «Netanyahu, por un lado, habla de la importancia de recuperar a los rehenes, pero este nivel masivo de bombardeo lo complica mucho desde el punto de vista logístico y pone en peligro sus vidas».

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Otra de las filosofías empleadas por el ejército en este primer mes de guerra es la Doctrina Dahiya, que se formuló durante la guerra del Líbano de 2006, en opinión de la asociación de antiguos soldados Breaking The Silence. «Su fundamento principal consiste en llevar a cabo ataques desproporcionados contra estructuras e infraestructuras civiles. Los bombardeos masivos sobre Gaza en las últimas semanas están deliberadamente dirigidos a dañar infraestructuras y propiedades pertenecientes a civiles inocentes», explica el comunicado de este colectivo. Se trataría en ese caso de todo un castigo colectivo por el apoyo popular a Hamás en la Franja.

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