«Reconocer el Estado palestino es un trofeo para Hamás», advierte la embajada de Israel en España

«Todavía no hemos visto del todo las implicaciones de aquel día. Mientras el mundo pasa página, Israel se ha quedado en el lugar, en el momento», explica esta diplomática natural de Afula, una población al norte de Israel donde ahora las puertas de las casas se cierran a cal y canto. «Se echa el cerrojo incluso estando dentro. Existe pánico a que alguien pueda entrar en cualquier momento, asesinarte o secuestrarte en pijama. Ese es el trauma nacional que estamos viviendo», exclama.

Ella creció entre alarmas. A Afula han llegado a veces misiles disparados por Hezbolá desde Líbano. Como los que recientemente mataron a doce niños en los Altos del Golán. «Eran drusos, lo que demuestra que Hezbolá no distingue entre judíos u otro pueblo. Se trata de matar. Conozco el terrorismo muy bien. De niña nos entrenaban para identificar bombas que podían explotar, mochilas abandonadas o a gente que vestía de modo raro en días de calor».

– Irán y Hezbolá han anunciado que vengarán el asesinato por Israel del líder de Hamás, Ismael Haniye. ¿Qué clima deja eso en su país?

– Ahora hay una gran incertidumbre en términos de ambiente. Pero cabe recordar que los ataques de Hezbolá no son nuevos. Ha disparado 7.000 cohetes contra objetivos civiles israelíes desde el 8 de octubre y obligado a 62.000 personas del norte a convertirse en desplazados.

– ¿Qué supondrá la designación del jefe militar Yahya Sinwar como nuevo líder de Hamás?

– La proclamación de Yahya Sinwar evidencia que no hay diferencia entre el brazo político y el terrorista. Resulta un mensaje claro al mundo de lo que es Hamás.

La portavoz observa que en su país los miedos son ahora diferentes. «Es que cuando nos referimos al 7 de octubre, hablamos de asesinatos, del secuestro de bebés, del abuso sexual –yo no había visto antes la utilización de la violación como un arma de guerra–, de rehenes. Todavía tenemos más de cien secuestrados en Gaza que pasan todos los días por el sufrimiento de ser abusados», detalla para moldear los patrones de la pesadilla.

A ella le mantiene impresionada y desconcertada precisamente la ferocidad sexual de los milicianos contra las y los civiles israelíes. Hace dos semanas, los medios nacionales se hicieron eco del primer testimonio de un joven recién liberado sobre las vejaciones casi cotidianas sufridas desde su secuestro. «¿Por qué el mundo está pasando de puntillas sobre esta monstruosidad? ¿Dónde están los movimientos feministas y el MeToo?», denuncia.

Itzhakov tiene un discurso encaminado a denunciar tres aspectos que le inquietan de modo especial: esa violencia sexual ejercida como «un patrón de guerra» por Hamás, la concienciación contra el antisemitismo y la batalla por el «relato». «La rapidez en cómo se adaptan las versiones de Hamás es algo tremendo», dice. Le duele que se aplique a su país el término de «genocida» o la utilización política de la consigna del nacionalismo palestino «desde el río hasta el mar», en referencia al territorio situado entre el Jordán y el Mediterráneo. Esta semana, un tribunal alemán ha multado a una mujer que gritó el lema en una manifestación. La sentencia ha causado revuelo internacional.

«No sé si los políticos que lo reivindican entienden lo que eso significa. O quizá sí lo sepan. Pero no es el término más afortunado cuando en realidad se llama a la destrucción de Israel». ¿Y qué piensa del reconocimiento del Estado palestino por decenas de países, entre ellos España? «Un reconocimiento así después de cometer una masacre es solo un trofeo para Hamás», zanja.

Tras los ataques israelíes de esta semana, el número de fallecidos en la Franja se acerca a 40.000 personas. La mayoría son civiles. Mujeres y menores entre ellos. Gaza se ha convertido en un territorio de niños amputados. Sin embargo, el discurso de Itzhakov no se desvía un ápice del exhibido por su Gobierno. «Es obvio que hay civiles muertos, pero el ejército hace todo lo posible por minimizar los daños. Vuelvo al relato. No se dice que Hamás utiliza a los civiles como escudos humanos».

La embajada hace actualmente campaña contra el antisemitismo. La comunidad judía revela un alza vertiginoso en Europa. En España, estos movimientos se han multiplicado por cinco y a la legación llegan informes de boicots a comercios hebreos y pintadas violentas. «Debe darse un compromiso en contra de los discursos de odio. Hay israelíes con miedo a hablar en la calle en hebreo».