Bajo la creciente preocupación de que los enemigos de Israel intenten ampliar la guerra, el presidente Biden se enfrenta a la difícil misión de prevenir la expansión del conflicto por otras áreas de Oriente Próximo. En un viaje de alto nivel y no exento de ... riesgos, se reunirá con los líderes de Israel, la Autoridad Nacional Palestina, Jordania y Egipto. A su avanzada edad, afronta su segunda visita a un país en guerra después acudir a Ucrania en febrero, un viaje que contará con medidas especiales de seguridad.
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La visita de Biden se produce en «momento crítico» para la región, y sigue al acuerdo alcanzado con el Gobierno de Benjamín Netanyahu sobre ayuda humanitaria para Gaza. Según el secretario de Estado, Antony Blinken, el acuerdo incluye la provisión de ayuda humanitaria y la designación de áreas seguras a los más de dos millones de personas en la Franja, bajo el bombardeo incesante israelí, y necesitados de agua, alimentos, y ayuda médica urgente.
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El presidente se reunirá en Amán con el rey Abdulá de Jordania, el presidente egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, así como su homólogo de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, con el fin de evitar un desastre humanitario aún mayor, y una guerra regional que podría arrastrar a Irán y a Estados Unidos.
En un cara a cara con los aliados de la región Biden intentará revitalizar los esfuerzos diplomáticos de su administración, que hasta ahora se han mostrado elusivos.
La visita pondrá prueba la capacidad diplomática de Biden, así como, su reputación internacional y su posición en el ámbito doméstico en vísperas de un año electoral. La Casa Blanca esperaba haber llegado a un acuerdo humanitario con Netanyahu en los últimos dos días, que no terminaba de materializarse.
Blinken retrasó el anunció el viaje del presidente, según el 'Washington Post' y 'Haaretz', hasta lograr el compromiso israelí tras una maratoniana sesión de más de siete horas de conversaciones con Netanyahu y su gabinete de seguridad nacional.
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El asedio de Israel a Gaza y su ultimátum de evacuación de más de 1,1 millones de civiles ante una invasión terrestre inminente a gran escala se sitúan en el centro de gravedad de la escalada de tensiones que Biden intenta evitar.
La Administración Biden ha movilizado sus esfuerzos diplomáticos, así como un poderoso frente militar de ataque en el Mediterráneo oriental, con el objetivo de disuadir a Irán y Hezbolá de abrir un segundo frente. Según fuentes familiarizadas con los esfuerzos, la Casa Blanca ha enviado mensajes a Teherán a través de canales diplomáticos.
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El Pentágono ha desplegado también una fuerza de respuesta rápida de unos 2.000 soldados de Infantería y de Marina que permanecen en estado de alerta para actuar en una posible orden de respuesta rápida en apoyo a Israel ante cualquier cambio en la situación de seguridad en Oriente Próximo.
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Gerardo Elorriaga
Olatz Hernández
Biden viaja también bajo la intensa presión de los llamamientos al alto el fuego de la comunidad internacional y dentro del país, por su propio partido y la comunidad judía estadounidense.
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La comisión de derechos humanos de la ONU, que monitorea la crisis humanitaria en Gaza, ha denunciado los «espantosos informes» de civiles asesinados en el sur de Gaza hacia donde las autoridades israelíes les conminaron a huir por su propia seguridad. La portavoz Ravina Shamdasani hizo un llamamiento a Israel para que evite los «ataques indiscriminados o desproporcionados». En un paso más, declaró que el ultimátum de evacuación de Israel podría ser ilegal.
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