Un pacto oculto entre Netanyahu y Trump facilitó el alto el fuego en Gaza

Según la información revelada por el portal hebreo 'Ynet News', el presidente -que entonces no había tomado aún posesión del cargo- ofreció a Netanyahu y a su ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, un acuerdo con condiciones que establecía que si Tel Aviv aceptaba en ese momento la tregua y retiraba al ejército de la Franja, Washington apoyaría en el futuro que Israel violara el cese de las hostilidades en el enclave.

El acuerdo de alto el fuego que oficialmente se cerró, y que ya ha permitido un primer canje de rehenes por presos palestinos, es el mismo que Netanyahu planteó el pasado 27 de mayo a Joe Biden con el propósito de impulsar la reelección presidencial del demócrata y que, paradójicamente, fue boicoteado docenas de veces por el Gobierno israelí. Gestos teatrales aparte, la oferta 'irrechazable' que contiene el segundo acuerdo lateral presentado por el enviado de Trump en Oriente Medio, Steve Witkoff, incluye las concesiones que se podían esperar del nuevo presidente estadounidense. El magnate tiene una deuda con los superdonantes judíos sionistas -como Miriam Adelson, amiga personal de Netanyahu, que dio 100 millones a la campaña del republicana- que le han elevado de nuevo al poder.

El texto sellado por el primer ministro israelí y Trump contempla tres concesiones fundamentales. La primera de ellas suprime las sanciones impuestas a los colonos y «elementos de extrema derecha», responsables de la violencia contra los palestinos y en los asentamientos ilegales en la Cisjordania ocupada. Un hecho que adelanta la luz verde implícita que el presidente de EE UU planea ofrecer para la proliferación de este tipo de espacios en el enclave.

El segundo punto del pacto es el fin de la prohibición de la tecnología israelí de espionaje digital Pegasus, conocida en el sector como Zero Click. Su fabricante, la firma de ciberseguridad NSO Group, vende a regímenes autoritarios el sistema para la vigilancia secreta de empresas, periodistas y activistas que permite intervenir teléfonos móviles y ordenadores sin conocimiento del usuario, a veces por medio de un simple clic en un enlace.

Tras conocerse que la CIA y el FBI eran clientes de Pegasus, Biden ordenó su erradicación, así como su prohibición de importación a EE UU, al tiempo que el Departamento de Justicia iniciaba una investigación criminal tras una denuncia de que el Grupo NSO ofrecía «bolsas de dinero en efectivo» a cambio de datos confidenciales de teléfonos móviles de la empresa tecnológica estadounidense Mobileum. La huella de Pegasus apareció también en los móviles de nueve funcionarios del Departamento de Estado involucrados en asuntos relacionados con Uganda, según la agencia Reuters y el diario 'The New York Times'.

En su tercera concesión, el acuerdo paralelo de Trump con Netanyahu contempla el regreso de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) a Gaza en el futuro, un movimiento que contaría con el apoyo de Estados Unidos. Se trata, por tanto, de un pacto de doble fondo, cuya segunda parte permite a Israel incumplir la primera.

Salvando las distancias, lo pactado recuerda a la crisis de los rehenes en Irán de 1980, cuya liberación fue bloqueada por la campaña republicana -que ofreció al Gobierno persa un «acuerdo mejor» si esperaba- en una operación secreta orquestada para provocar la derrota electoral del entonces presidente Jimmy Carter. Los 53 secuestrados estadounidenses fueron liberados por Teherán el 20 de enero de 1981, día de la investidura de Ronald Reagan.

Con un guion similar, Netanyahu otorgó este regalo a Trump para engrandecer con tonos históricos su ceremonia de toma de posesión presidencial, a la que el primer ministro hebreo, sin embargo, no asistió debido a su temor a volar al extranjero tras la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional contra él.

Aun con la firme oposición de algunos miembros ultraconservadores, el Gobierno de Netanyahu ratificó el alto el fuego en Gaza y el acuerdo sobre el intercambio de rehenes tras una reunión de gabinete en medio del 'shabat' que duró más de seis horas y terminó en la madrugada del sábado. Con ello, el pasado domingo dio comienzo una tregua de seis semanas junto al primero de una serie de intercambios de rehenes por prisioneros que idealmente podrían abrir el camino para poner fin a la guerra de 15 meses en la Franja.

En una entrevista el pasado martes en el pódcast conservador 'Call Me Back' de Dan Senor, el nuevo asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, señaló que el acuerdo sobre los cautivos se debe en parte al aislamiento de Hamás y al «efecto Trump», refiriéndose a su imprevisibilidad y furia.

Waltz señaló también que Israel aún no ha logrado todos sus objetivos declarados, y que la milicia palestina debe ser destruida completamente. «Y por eso necesitamos sacar a nuestra gente y luego lograr esos propósitos en esta guerra», dijo, dejando entrever la posibilidad de que Tel Aviv no llegue a cumplir con la segunda fase de desmilitarización de la Franja una vez se produzca la liberación de los rehenes.

Vale reconocer que la fragilidad del acuerdo reside en que carece de mecanismos de implementación y que, en caso de violación, presumiblemente por parte de Israel, no habría forma de obligar a Netanyahu a cumplirlo. «Una ambigüedad constructiva», que hubiera dicho Henry Kissinger.