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43 minutos de sangre. 43 minutos de violencia extrema. 43 minutos de odio desatado. 43 minutos de realidad. 43 minutos de vergüenza para los responsables de seguridad de Israel que lamentaron «el desastre» del pasado 7 de octubre. El Ejército de Israel convocó a la ... prensa internacional en una base próxima a Tel Aviv para mostrar una grabación de 43 minutos de grabaciones obtenidas de las cámaras de los milicianos de Hamás, cámaras de seguridad de los kibutz próximos a la Franja y de teléfonos de las propias víctimas. Sin edición, sin filtros, sin cortes. Brutal.
«Algunos medios intentáis comparar lo que hace el Ejército de Israel ahora con lo que hizo Hamás y con estas imágenes queda claro que no es comparable. Esto no fue una operación militar, fue un acto bárbaro con el objetivo de matar y secuestrar al mayor número posible de israelíes», declaró el general Michael Edelstein, responsable del Ejército en Gaza entre 2013 y 2014. Hamás es una organización considerada terrorista por países como Estados Unidos o Reino Unido.
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El Ejército tituló a esta recopilación de vídeos y fotografías como «La masacre de Hamás». Los militares aseguraron disponer de muchas más grabaciones, pero se limitaron a mostrar estos minutos en un momento marcado por los brutales bombardeos de aviación y artillería en Gaza que ya dejan más de 5.000 muertos, la mayoría mujeres y niños. El portavoz de las fuerzas armadas, Daniel Hagari, reconoció que dudaron mucho si exhibir o no las imágenes y destacó que estas forman parte del proceso interno del Ejército de «entender por qué está en guerra» y destacó que la actual guerra en la Franja «no tiene nada que ver con los palestinos o con el islam» sino que se trata de «no permitir que gobierne el terror».
Este pulso de imágenes de horror muestra a los civiles como grandes víctimas a un lado y otro de la verja de separación. Los israelíes que vivían en los pequeños kibutz fueron masacrados por unos milicianos que dispararon a quemarropa, lanzaron granadas en los búnkeres donde se cobijaban las familias, quemaron cuerpos y a quien estaba malherido lo remataban en el suelo o le decapitaban con una azada.
Uno de los vídeos corresponde a la grabación de una casa en la que un padre trata de salvar a sus dos hijos, se meten en el búnker, pero una granada acaba con el padre y los hijos salen ensangrentados. Luego, en la cocina de la casa, los hermanos, entre un llanto sordo, gritaban que iban a morir mientras un miliciano se bebía una Coca-Cola del frigorífico.
También se difundió un audio de un islamista que aprovechó el teléfono de una de las víctimas para llamar a sus padres y decirles que «he matado a diez he matado a diez judíos con mis manos y os he enviado las fotos por WhatsApp». Al tono de voz extasiado del miliciano respondían sus padres desconcertados pidiéndole que regresara con vida a Gaza. Los militares aseguraron que las órdenes dadas por Hamás fueron «matar y secuestra al mayor número posible de israelíes y documentarlo todo».
Ese 7 de octubre ha quedado marcado en la historia de Israel como un día negro. «Ahora hay que afrontar la guerra y después llegará el momento de investigar a fondo porque fallamos a nuestra gente», lamentó Edelstein, tras mostrar unas imágenes que revelaron la indefensión de los civiles que vivían a las puertas de la Franja.
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