Benjamín Netanyahu no sólo escucha voces en su contra por la ofensiva sobre Gaza desde el exterior. Cada vez es mayor la presión para que cambie de rumbo que recibe también dentro su propio país. Y eso no lo lleva tan bien, como se pudo ... comprobar el sábado en Tel Aviv, donde la Policía israelí disolvió a cañonazos de agua una manifestación ante el cuartel militar de Kirya que pedía la dimisión del primer ministro hebreo, la convocatoria de elecciones anticipadas y un acuerdo para la liberación del centenar de rehenes que continúa en manos de Hamás desde el sangriento 7 de octubre. La protesta, secundada por miles de personas, acabó con 21 detenidos por «reunión ilegal» y «perturbación de la paz».
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Las marchas críticas con el Gobierno de Netanyahu, y sobre todo para exigirle que alcance un pacto para la vuelta a casa de los cautivos, se han multiplicado en las últimas semanas, pero los choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad subieron el sábado de nivel. Tanto que el Ministerio de Justicia decidió este domingo abrir una investigación por la brutalidad exhibida por algunos agentes. La Policía defiende que realizó «repetidos esfuerzos de negociación» con los asistentes –más de uno requirió atención médica– y que varios de ellos sólo acudieron a la protesta con el objetivo de «enfrentarse» a los uniformados. Entre las denuncias que serán analizadas destaca la supuesta agresión de un policía montado sobre su caballo a un hombre, al que habría golpeado con sus riendas.
El ex primer ministro de Israel y actual líder de la oposición, Yair Lapid, cargó contra la actuación policial. «La violencia contra los manifestantes, entre ellos las familias de los rehenes, es peligrosa, antidemocrática y no puede continuar», expresó sobre lo ocurrido en una marcha que había arrancado con un minuto de silencio por los centenares de militares muertos en la guerra de Israel contra Hamás. Allí estaba uno de los soldados heridos durante el conflicto, el teniente Or Scheinberg, con un mensaje claro para el Ejecutivo de Netanyahu:«Márchense». «Voy a ir al frente siempre que me convoquen porque amo a mi país, pero uniros a mí para protestar contra este Gobierno», animó durante el recorrido. Hogeg Golan, superviviente del ataque del 7 de octubre, acusó directamente al mandatario israelí de financiar al movimiento islamista durante años. «Nos merecemos un líder acorde a este maravilloso pueblo», apuntó.
Entre las peticiones de los manifestantes se escuchó con fuerza la demanda de un acuerdo para la liberación de rehenes tras varios intentos fallidos. En los últimos días se busca ese pacto a través de las conversaciones que representantes de Israel, EE UU, Egipto y Catar desarrollan en París –en paralelo se dialoga para un alto el fuego en Doha– y que parecen haber llegado a un punto de «entendimiento» sobre los pilares de ese futuro consenso. Pero «todavía se negocian los detalles», explicó el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.
Netanyahu advirtió este domingo en la cadena norteamericana CBS que su ejército atacará Rafah se llegue o no a ese pacto para un alto el fuego. «Si tenemos un acuerdo, se demorará un poco, pero ocurrirá», dijo. Una operación militar en esta zona fronteriza con Egipto, argumentó, colocaría a Israel a semanas de una «victoria total» sobre Hamás.
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