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En el momento más delicado de la historia de Hezbolá, Hasán Nasrala ofreció este jueves uno de los discursos más tranquilos que se le recuerdan. Sin embargo, desafió a Benjamín Netanyahu y le advirtió de que, si no hay alto el fuego en Gaza, «los ... colonos no podrán regresar a vivir a la frontera» con Líbano, uno de los grandes objetivos del primer ministro israelí. El secretario general del Partido Dios compareció ante las cámaras para hacer un balance de las dos jornadas de ataques del Mossad a los equipos de comunicación de la milicia chií, que dejan por el momento 34 muertos y miles de heridos, y admitió haber recibido «un duro golpe».
Líbano es un país acostumbrado a vivir en el alambre, pero los dos días de explosiones en los 'buscas' y walkie-talkies empleados por Hezbolá han dejado al país en shock. Nasrala no alzó la voz, ni dio golpes en la mesa. Se centró en intentar elevar la moral de los suyos. Dijo que «el enemigo ha superado todos los límites, reglas y líneas rojas» y que a las explosiones en cadena «se le puede llamar crimen de guerra o declaración de guerra que tendrá su justo castigo».
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Desde los ataques de Hamás del 7 de octubre, Hezbolá lanza ataques diarios contra posiciones israelíes y en las últimas veinticuatro horas al menos dos soldados israelíes perdieron la vida. El Estado judío responde con bombardeos y toda la zona fronteriza se ha convertido en un campo de batalla del que han tenido que escapar 150.000 civiles. De ellos, 60.000 son israelíes y Netanyahu declaró el lunes que uno de los objetivos de la nueva fase de la guerra es su vuelta a casa.
Un Nasrala en horas bajas retó a Netanyahu y a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, y les dijo que no podrán «devolver a estas personas al norte. La única manera de lograrlo es deteniendo la agresión contra Gaza y Cisjordania. Ésta es la única manera».
Las operaciones militares israelíes contra el Hezbolá libanés van a «seguir, aunque la nueva fase de combate incluye riesgos significativos», declaró este jueves el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant. «En la nueva fase de la guerra hay oportunidades importantes. Hezbolá se siente perseguido y la secuencia de acciones militares continuará», añadió.
«Nuestro objetivo es garantizar el retorno seguro de las comunidades del norte de Israel a sus hogares. A medida que pase el tiempo, Hezbolá pagará un precio cada vez mayor», manifestó Gallant.
De hecho, Israel volvió a bombardear este jueves el sur del Líbano después de que Hezbolá disparara misiles. Varios de sus aviones de guerra atacaron aldeas, según confirmó el canal de televisión Al-Manar de la milicia chií. La operación comenzó poco después del mediodía y se prolongó durante varias horas.
Ante una posible invasión terrestre israelí para fijar una «zona de seguridad» a lo largo de la frontera, el secretario general de Hezbolá apuntó a que se trata de «un plan tonto» que traerá «terribles consecuencias» para el enemigo. El tono general empleado durante la intervención de casi una hora, más breve de lo habitual, indica que una vez más la milicia proiraní optará por una respuesta contenida, como ya lo hizo tras el asesinato de su comandante militar, Fuad Shukr. Esta estrategia ha acabado con el poder de disuasión de Hezbolá e Israel golpea cada vez más fuerte.
Como ocurre cada vez que habla Nasrala, Beirut se silenció y el rostro del religioso emergió de cada una de las pantallas de televisión en cafeterías y restaurantes. Los taxistas sintonizaron las radios para escuchar la intervención en directo y los israelíes enviaron aviones para volar a baja altura en la capital y recordar a los libaneses, por si quedaba alguna duda, que están en su punto de mira. Al terminar, no hubo ninguna muestra de euforia. Hezbolá investiga lo ocurrido, es consciente de que tiene un grave problema de infiltración y necesitará tiempo para recuperar esa imagen de organización robusta que se ha esfumado con los ataques a sus sistemas de comunicación del martes y miércoles.
«No sabemos lo que ocurrirá dentro de un minuto, así es nuestra vida. Hezbolá debe darse cuenta de que es una milicia y no puede arrastrar a todo un país a la guerra. Se enfrenta a Israel y a Estados Unidos, los ejércitos más poderosos del mundo, y esta vez le han dado un duro golpe», opina Nidal, funcionario del sistema de Salud libanés que se siente «angustiado por la posibilidad de una guerra como la de 2006 o peor».
La situación a las puertas de hospitales como el de la Universidad Americana, en el céntrico barrio de Hamra, roza la histeria. El centro médico está lleno de heridos, algunos reciben el alta y les acompañan a casa sus familiares. Hay amigos y parientes sentados por todas las esquinas y el personal médico no ha librado desde el martes. «La mayor parte de heridas son en ojos y manos», explica un joven médico que pide mantener el anonimato.
Los militares aseguran el recinto. En un callejón cercano han cerrado el paso a vehículos y peatones y realizan una detonación controlada con la ayuda de un robot. Al reventar el artefacto, quienes no están al tanto del trabajo de los efectivos salen disparados pensando que se trata de una oleada de explosiones.
Los ataques tecnológicos israelíes han superado cualquier guion de ficción y han metido el terror en el cuerpo a cada libanés porque ya nadie sabe hasta dónde ha llegado la mano del Mossad.
Las autoridades israelíes anunciaron este jueves que habían detenido a un ciudadano hebreo acusado de participar en un complot diseñado por Irán para planificar los asesinatos de altos cargos de Israel, incluido el primer ministro, Benjamín Netanyahu. Según los investigadores, esta operación fallida pretendía responder a la 'eliminación' Ismail Haniyeh por parte de los servicios secretos de Tel Aviv. El líder del movimiento islamista palestino Hamás fue abatido en Teherán mediante explosivos. La República Islámica acusó a Israel de haberle asesinado y su guía supremo, Alí Jamenéi, prometió «venganza» y un «duro castigo».
La Policía de Israel y los servicios de inteligencia interior, Shin Bet, señalaron que el arrestado en un «empresario reclutado por la inteligencia persa. Fue introducido ilegalmente dos veces en el país de los ayatolás y recibió un pago por llevar a cabo misiones», señaló en un comunicado conjunto. Netanyahu, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el jefe del Shin Bet, Ronen Bar, así como otros altos cargos, figuraban entre los objetivos.
Los medios locales identificaron al detenido como Mordechai Maman, nacido en 1952 y originario de Ascalón. Reportaron que fue detenido el 29 de agosto. (Por R. Asla)
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