La tecnología moderna empequeñece las distancias geográficas, de manera que los israelíes y los hutíes pueden atacarse y hostigarse entre sí, aun estando separados por 1.700 kilómetros, que es más o menos la distancia entre el País Vasco y Polonia. Como quien dice, aquí ... al lado. Pero es necesario entender las motivaciones de los hutíes para buscar pelea tan lejos de casa, cuando la tienen a domicilio a manos llenas.
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Recapitulemos: los chiíes quintimanos, llamados zaidíes, viven sobre todo en el norte de Yemen, donde forman la mayoría de la población. Los zaidíes más xenófobos, chapados a la antigua y hostiles a la unificación de Yemen del Norte y del sur, se fueron agrupando en torno al movimiento llamado 'Compañeros de Dios' (Ansar Alah) que es de facto un instrumento de las ambiciones políticas de la familia Al-Houthi, de donde viene el nombre de hutíes para el movimiento. Los hutíes son los principales culpables de la presente guerra civil en Yemen, pues se sublevaron en 2014 para impedir que el Gobierno central instaurase una nueva división en seis provincias, porque eso amenazaba su control caciquil del territorio.
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Tras derrotar a sus enemigos locales y a las siempre incompetentes tropas saudíes, los hutíes controlan Yemen del Norte, incluso la franja costera, donde los zaidíes son muy minoritarios. El dominio de la costa ha sido decisivo para la victoria hutí, pues mantiene abiertas sus comunicaciones con Irán y les permite atacar el tráfico marítimo en el Mar Rojo.
Hay que resaltar que los líderes del linaje Al-Houthi no son vasallos ni peones de nadie. Son tipos duros y ambiciosos que juegan su propio Juego de Tronos con un objetivo meridianamente claro: dominar Yemen del Norte. Están aliados con los chiíes duodecimanos de Irán porque les conviene, y por eso se muestran dispuestos a devolverles favores. Por otra parte, el odio sectario a los judíos es parte integrante del hutismo desde su fundación. Sin embargo, lo más probable es que los lideres hutíes busquen forzar un tratado de paz que sancione su dominio de Yemen del Norte. Porque la guerra civil de Yemen ha terminado de facto con la victoria hutí, pero nadie quiere reconocerlo, así que los combates esporádicos se prolongan agónicamente sin un final a la vista.
En este sentido, el contraataque israelí, sembrando la devastación en el puerto de Hodeida, pretende ser mucho más que una represalia brutal. La victoria hutí en Hodeida, entre junio y noviembre de 2018, fue la batalla decisiva de la guerra. Pero los saudíes y sus aliados no pretendían arrasar la ciudad o el puerto, sino rodearlos para forzar su rendición sin una sangrienta lucha casa por casa. Los israelíes no van a mostrar tantos escrúpulos y quieren dejar claro que ellos podrían 'gazatizar' Hodeida, cortándoles a los hutíes su vital conexión con su patrocinador iraní.
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Los hutíes pueden enviar unos cuantos drones y matar a un puñado de israelíes, pero estos pueden responder arrasando hasta los cimientos ciudades enteras. Ambos bandos pueden ladrar cuanto les plazca, pero está claro quién tiene los colmillos más afilados.
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