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Israel dio un paso más en su pulso contra el derecho al retorno de los refugiados palestinos e informó de manera oficial a Naciones Unidas del fin de su cooperación con la UNRWA, la agencia de la ONU que se hacía cargo de este colectivo. ... Una semana después de que el Parlamento en Jerusalén aprobara dos leyes para prohibir su actividad en suelo hebreo y limitarla en los territorios ocupados, el Ministerio de Exteriores notificó al organismo internacional por carta la «cancelación del acuerdo», vigente desde 1967.
La decisión coincidió con la alerta del Programa Mundial de Alimentos sobre la extrema situación humanitaria en Gaza, que «pronto podría convertirse en hambruna», mientras las fuerzas israelíes continúan restringiendo la entrada de comida y otros suministros, sobre todo en el Norte.
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Las autoridades hebreas consideran a UNRWA «organización terrorista» y acusan a parte de su personal «de haber participado en la masacre del 7 de octubre», según la carta. En el texto se insiste en que «la ONU ha recibido innumerables pruebas de que agentes de Hamás son empleados de la agencia y que sus instalaciones están siendo utilizadas con fines terroristas». El jefe de la entidad, Philippe Lazzarini, dice que ellos no han recibido en los últimos meses respuesta a las peticiones de información sobre esas supuestas evidencias.
UNRWA fue creada en 1950 y desde entonces presta servicios sociales a millones de refugiados palestinos en los territorios ocupados, Jordania, Siria y Líbano. Dos de sus labores más importantes son ocuparse de la educación y la salud de una comunidad que, según la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU, tiene derecho a retornar a las tierras de las que fueron expulsados por los judíos. En 1950 unas 750.000 personas tenían el estatus de refugiadas, hoy son casi 6 millones y para los israelíes su regreso es una línea roja. Desde 1967 estaba vigente el acuerdo para las operaciones en los territorios palestinos ocupados ese año por el ejército hebreo, que 57 años después siguen bajo régimen de ocupación militar.
Desde el comienzo de la venganza israelí en Gaza tras los ataques de Hamás del 7 de octubre, UNRWA se ha convertido en el principal canalizador de la ayuda humanitaria. Jonathan Fowler, portavoz de la agencia, advirtió de que con esta decisión «se corre el riesgo de provocar el colapso de la operación humanitaria internacional en Gaza». Es el mismo mensaje que repiten los expertos en cooperación de diferentes organismos. El Estado judío, sin embargo, dice que ese vacío lo pueden llenar otras organizaciones, aunque no ha puesto sobre la mesa un plan detallado de operaciones.
Tampoco parece que la llegada de ayuda sea una prioridad para Israel, que el pasado mes permitió la entrada de una media de 30 camiones con ayuda por día, «la cifra más baja desde hace mucho tiempo», denunció Lazzarini. El máximo responsable de UNRWA dijo que esto es totalmente insuficiente para responder a las necesidades de más de dos millones de personas, «muchas de las cuales están hambrientas, enfermas y en condiciones desesperadas». Acabar con UNRWA es un viejo objetivo de Israel y en estos trece meses más de 200 empleados han muerto por unos ataques israelíes que han golpeado también en numerosas ocasiones a las escuelas de la agencia, reconvertidas en refugios para familias desplazadas.
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