La Corte Internacional de Justicia exigió este jueves a Israel que adopte «todas las medidas necesarias y eficaces» para poner freno a la hambruna que soporta la población en Gaza. Con ese objetivo ordena al Estado hebreo que garantice «sin demora», y en cooordinación con ... Naciones Unidas, el suministro «sin obstáculos y a gran escala» de ayuda humanitaria a la Franja, lo que incluye alimentos, agua y atención médica, pero también electricidad, combustible, vivienda o saneamiento para los 2,3 millones de personas -un millón de menores entre ellas- que viven en la Franja.
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La decisión llega después de que Sudáfrica, que llevó a Israel ante la Corte Internacional por supuesto «genocidio», presentase a principios de mes ante La Haya una segunda solicitud de medidas cautelares en vista de la creciente hambruna en el enclave. En su escrito advertía de la necesidad de «garantizar la seguridad» de los palestinos que siguen en Gaza y, además, denunciaba las «continuas violaciones» del Estado hebreo respecto a la orden anterior. Entonces, con poco éxito, el tribunal ya pidió que Tel Aviv asegurara el acceso de la población a ayuda humanitaria en la Franja.
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Mercedes Gallego
Ahora, la Corte Internacional insiste en que se debe «aumentar la capacidad y el número de cruces terrestres» para que la ayuda pueda ser entregada a los gazatíes y aboga por mantener esos pasos «abiertos durante el tiempo que sea necesario». En su escrito, como en el primero que emitió, no se refiere a un posible alto el fuego, pero sí insta a Israel a que su ejército «no cometa actos que puedan constituir una violación de los derechos de los palestinos en Gaza».
Mientras, salvo que un inesperado acuerdo de última hora entre Hamás e Israel lo evite, la operación militar sobre Rafah es sólo cuestión de tiempo. Poco tiempo. El ejército israelí se prepara para el asalto al último bastión de los islamistas y cuenta con las lecciones aprendidas en los seis meses de guerra. La presencia de 1,5 millones de civiles y su evacuación a lugares seguros es uno de los grandes retos que afronta y uno de los puntos de fricción entre el Estado hebreo y EE UU. Los militares estiman que el brazo armado de la milicia podría contar con entre cuatro y ocho mil miembros listos para el combate, según el dato ofrecido por el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer.
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Tel Aviv trabaja de lleno en la operación para entrar en Rafah, ciudad fronteriza con Egipto en la que espera encontrar a los más de cien cautivos que siguen en manos de los grupos palestinos y cazar a Yahya Sinwar, líder de Hamás y cerebro de los ataques del 7 de octubre. El lunes, Benjamín Netanyahu suspendió la visita de dos asesores a la Casa Blanca para debatir la operación como muestra del enfado israelí por la abstención de Estados Unidos en la votación del Consejo de Seguridad que aprobó un alto el fuego inmediato para Gaza. Pero 48 horas después el primer ministro dio marcha atrás y pidió reprogramar el encuentro, consciente de la importancia de contar con el respaldo total de su mayor aliado.
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Fuentes militares citadas por 'The Jerusalem Post' admitieron que la seguridad de los civiles de Rafah es clave para obtener la luz verde del Pentágono. Hasta ahora el ejército «no había tenido plenamente en cuenta que el traslado de civiles desde Rafah es completamente diferente al de otras evacuaciones en términos de alimentos, tiendas de campaña y hospitales de campaña. Para satisfacer a Estados Unidos no basta con trasladar a los civiles sin que les disparen; también necesitan tener comida, refugio y acceso a medicamentos una vez que sean trasladados».
Se trata de todo un reto logístico teniendo en cuenta que las «islas humanitarias» preparadas para los evacuados en otros puntos de Gaza carecen de una infraestructura mínima y ya no estarán pegadas al cruce de Rafah, puerta de entrada de la ayuda internacional desde Egipto. Las mismas fuentes militares aseguraron que la evacuación podría llevar entre uno y dos meses en el mejor de los escenarios y las pretensiones del Gobierno son mucho más inmediatas.
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Tras la reunión mantenida entre el secretario norteamericano de Defensa, Lloyd Austin, y su homólogo israelí, el ministro Yoav Gallant, Washington emitió un comunicado en el que explicaba que, «con respecto a Rafah», gran parte de la entrevista giró en torno al tipo de operación militar que Tel Aviv quiere llevar a cabo y la «alternativa» que EE UU busca para evitar «poner potencialmente en peligro a la población civil». Ese 'plan b' invita a pensar en una campaña lenta, gradual y precisa, alejada de lo que se vio en el norte durante los primeros meses de guerra con bombardeos masivos y miles de muertos.
En opinión del analista Seth Frantzman, del diario 'The Jerusalem Post', «la cuestión en Rafah será encontrar el momento oportuno. Estados Unidos está enviando personal y barcos para construir un muelle temporal frente a la costa de Gaza. Sin embargo, no se completará hasta mediados o finales de abril. Las preocupaciones sobre la entrada de ayuda humanitaria eclipsarán la operación».
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El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, dio este jueves el visto bueno a la composición del nuevo Gobierno que liderará Muhamad Mustafa como primer ministro y que tomará posesión el próximo domingo. El Ejecutivo contará con 23 ministros, entre quienes estará el exalcalde de la ciudad de Gaza, Maged Abu Ramadan, y tendrá como objetivos mejorar la situación humanitaria en la Franja, la reconstrucción tanto del enclave como de Cisjordania y la consolidación de la situación financiera. Pero la «máxima prioridad nacional», subrayó su líder, será el fin de la guerra.
Mustafa, de 69 años y exasesor económico de Abbás, encabezará el decimonoveno Gobierno palestino después de que el anterior, con Mohamed Shtayé al frente, dimitiera en bloque hace un mes por la delicada situación derivada del conflicto bélico que ha causado más de 32.000 muertos en la Franja, El futuro primer ministro, que asumirá también la cartera de Exteriores, adelantó este jueves que su gabinete «trabajará en la formulación de visiones para reunificar las instituciones, incluida la asunción de la responsabilidad de Gaza», y que abordará la corrupción con «transparencia» y una política de «tolerancia cero».
La renovación del Ejecutivo palestino llega en un momento en el que la comunidad internacional aumenta la presión sobre el presidente Abbás para que emprenda reformas institucionales -algo que el propio secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, le pidió en una visita a principios de año- con la vista puesta sobre todo en la posguerra en la Franja.
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