T. Nieva
Viernes, 10 de noviembre 2023
Los 11.200 muertos que ya se ha cobrado la ofensiva israelí en Gaza han obligado a excavar decenas de cementerios improvisados para los cuales vale cualquier terreno: desde un huerto hasta un campo de fútbol o un jardín. Las familias se ven obligadas a ... enterrar apresuradamente a sus allegados ante la amenaza de los bombardeos y, en un gran número de casos, las organizaciones humanitarias advierten que, si algún día regresan al norte de la Franja, será imposible que puedan localizar las tumbas tras el paso de los tanques y las excavadoras israelíes o porque, simplemente, un misil de la aviación ha hecho saltar el lugar por los aires.
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A Yahmoud Al-Masry, un agricultor egipcio de 60 años residente cerca de la frontera con Israel, esta idea se le hace particularmente angustiosa. Recuerda que su aldea fue una de las primeras afectadas por la ofensiva de Israel tras la matanza de Hamás. Hubo un bombardeo. Cinco de sus hijos y tres hermanos murieron. Debió darles sepultura a todos en ellos en su huerto antes de emprender la evacuación hacia el sur de Gaza con el resto de sus allegados.
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En una conversación con France Presse Al-Masry reconoce el dolor profundo que sintió por la aniquilación de sus parientes y, luego, por la necesidad imperiosa de darles tierra fuera del camposanto. «No tuvimos otra opción, ya que el cementerio está situado en la zona fronteriza por la que entraron los tanques». Su intención es recuperar los cuerpos y «transportarlos» al cementerio en cuanto «acabe la guerra», aunque reconoce que no sabe qué encontrará si consigue volver. «Las excavadoras demolieron mi casa. No sé si la tumba permanece o la destruyeron». Precisamente, el deseo de no dejar solos a los muertos es el que lleva a miles de civiles a quedarse en el norte, aunque «también les toque morir».
Las sepulturas se multiplican según transcurren las horas. La intensificación de las operaciones bélicas han supuesto un mayor grado de destrucción y, por tanto, de muertes. Además de abultado balance facilitado este viernes por el Ministerio de Salud de Gaza, las autoridades confirman la existencia de 1.500 desaparecidos, entre ellos cerca de un millar de niños, enterrados bajo los escombros.
La mayoría de los cementerios donde todavía es posible llegar sin encontrar la zona clausurada por el ejército están saturados. En los hospitales se acumulan las bolsas con cadáveres. Hay fosas comunes donde se depositan los restos de decenas de personas imposibles de identificar. Los bombardeos masivos contra escuelas de la ONU, como el de este viernes, o campos de refugiados han obligado a buscar soluciones urgentes.
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En el reciente ataque aéreo sobre el campo de Yabatia hubo medio centenar de muertos y los vecinos tuvieron que trasladar los cuerpos, en carros tirados por caballos ante la falta de combustible, hasta un campo de fútbol de tierra a pocos metros del hospital Indonesia, señala 'The Times of Israel'. La gente excavó una enorme fosa dividida en dos partes, una de ellas para las mujeres y otra para los hombres, y luego la cubrieron con tierra.
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