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La primera huelga general desde el estallido de la guerra en Gaza paralizó parcialmente Israel durante toda la mañana de este lunes. Escuelas, universidades, tiendas, fábricas, servicios de transporte y el aeropuerto internacional de Tel Aviv suspendieron sus actividades para presionar a Benjamín Netanyahu y ... empujarle a aceptar un acuerdo que permita el regreso seguro a casa de los cautivos. El plan del principal sindicato del país era alargar el parón hasta las seis de la tarde, pero la justicia ordenó el regreso a la actividad a las dos y media. La central acató la decisión y acabó con una protesta que se prolongó durante ocho horas.
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Este es el segundo gran paro que sufre Netanyahu en los últimos años, ya que en marzo de 2023 se produjo la misma situación en señal de protesta por sus planes para cambiar el sistema judicial. En aquella ocasión se logró el objetivo y el primer ministro retrasó los cambios, pero ahora parece muy complicado que cambie su estrategia en Gaza, aunque no ha conseguido de momento ni acabar con Hamás ni liberar a los rehenes, sus dos grandes objetivos.
100 cautivos
estarían aún en poder de Hamás, aunque el ejército cree que algunos han fallecido.
Una parte de la sociedad israelí pide el alto el fuego, lo mismo que un sector del Gobierno liderado por el titular de Defensa, Yoav Galant. Consideran prioritaria la liberación de los cautivos. Los responsables de los servicios de Inteligencia, actores clave en las negociaciones en Doha y El Cairo, respaldan la necesidad de sellar el pacto lo antes posible para lograr la vuelta a casa de los retenidos. Netanyahu, sin embargo, no cede y, pese a la propuesta de acuerdo presentada hace dos meses por Joe Biden, se niega a aceptar la retirada de las tropas y el alto el fuego definitivo. El presidente de EE UU reiteró este lunes que el primer ministro no está haciendo lo suficiente para lograr un acuerdo, pero el líder hebreo, que este lunes pidió un tímido perdón a las familias, mantiene su apuesta por el uso máximo de la fuerza y exige la permanencia de tropas en puntos estratégicos como el corredor de Filadelfia, que separa Gaza de Egipto y que, según Netanyahu, es el camino de entrada de las armas. Hamás se niega a aceptar estas condiciones y los mediadores son incapaces de acercar las posturas.
Los ministros ultranacionalistas respaldan la estrategia de fuerza máxima del mandatario y acusaron a los promotores de la huelga y a los miles de manifestantes de ceder ante el chantaje terrorista. El responsable de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, declaró que «estamos usando nuestro poder en el Gobierno para evitar un acuerdo imprudente», y añadió que «con Hamás el único diálogo posible es con las armas». Los medios cercanos al Ejecutivo, como el Canal14, hablaron durante toda la jornada de la huelga como una «incitación contra Netanyahu».
Día a día, protesta a protesta, la respuesta de las fuerzas del orden se endurece contra las movilizaciones que critican al Gobierno y piden el acuerdo con Hamás, aunque de momento los métodos empleados están a años luz de los que emplean contra marchas palestinas. «La lucha por los rehenes y contra este gabinete se desarrolla en las calles entre manifestantes y un cuerpo de Policía que ha sido privatizado y convertido en arma privada por el colono nacionalista de extrema derecha Itamar Ben Gvir», denunció en su perfil de X la analista hebrea Mairav Zonszein.
Ezequiel Kopel, autor de libros como 'Medio Oriente, lugar común', piensa que «una huelga no es suficiente para que Netanyahu firme el acuerdo. Para eso necesitan parar Israel varios días, entrar en conflicto con el Estado... A esto hay que añadir que Netanyahu representa a la mayoría silenciosa del país, aquellos que no salen a la calle, pero son más de los que hemos visto en Tel Aviv y Jerusalén. Esta parte de Israel cree que es el momento de arreglar lo que llaman 'el problema palestino' y, además de Gaza, van a por Cisjordania. Ahora o nunca».
Los allegados de los cautivos lideraron las movilizaciones en las calles. Dirigieron duras palabras a Netanyahu con un comunicado en el que recordaron que «el primer ministro, bajo cuyo mandato se produjo el mayor desastre que le ha ocurrido al pueblo judío desde el Holocausto, haría mejor si centrara sus esfuerzos en traer de vuelta a nuestros hijos e hijas con vida, no en bolsas negras».
Israel estima que queda un centenar rehenes en Gaza, aunque a varios de ellos los dan por fallecidos. El domingo, el ejército recuperó seis cuerpos de un túnel de Rafah y dijo que fueron «asesinados de una manera brutal» por los captores. El Ministerio de Salud aseguró que las autopsias revelaron que fallecieron a causa de numerosos disparos a corta distancia. Hamás lo negó en un principio y defendió que murieron a consecuencia de los ataques aéreos, aunque no aportó prueba alguna para corroborarlo. Sin embargo, dentro de la guerra psicológica que mantienen ambos bandos, el grupo islamista difundió a través de las redes un vídeo donde cada uno de los seis cautivos enviaba ante la cámara «su último mensaje al mundo» antes de ser ejecutados.
Los asesinatos fueron finalmente confirmados la noche de este lunes por Abú Obaida, portavoz del Movimiento Islamista, que explicó el cambio de estrategia y reconoció que se había dado la orden de matarlos desde la operación en Nuseirat. «Después de este incidente se dieron nuevas instrucciones a los muyahidines asignados a custodiar a los prisioneros sobre cómo tratar con ellos si el ejército de ocupación se acercaba a su lugar de detención», detalló.
El Gobierno de Reino Unido ha ordenado paralizar 30 de los 350 permisos de exportación de armas que existen actualmente para Israel por entender que hay un «claro riesgo» de que los equipos sean utilizados para perpetrar «violaciones graves del Derecho Internacional Humanitario».
El ministro de Exteriores británico, David Lammy, anunció la medida este lunes, alegando que «no es un embargo de armas» como represalia a la ofensiva militar lanzada sobre la Franja de Gaza. Sí señaló que en conflictos de este tipo Londres tiene la «obligación legal» de revisar caso por caso.
La lista incluye componentes susceptibles de ser utilizados en aeronaves, incluidos drones, así como otros objetos que facilitarían los movimientos en tierra, según especificó la cadena de televisión BBC.
No se trata en cualquier caso de contratos directos entre Reino Unido e Israel a nivel de Estados, sino que corresponden a acuerdos suscritos por empresas privadas británicas.
Lammy quiso matizar también ante la Cámara de los Comunes que «el Gobierno (de Reino Unido) no es un tribunal internacional, de tal manera que los recelos empresariales expresados este lunes no puedan entenderse como un posicionamiento sobre los presuntos abusos que estaría perpetrando Israel, informó a través de Sky News. «No se determinan inocencias o culpas y no se presuponen determinaciones futuras por parte de los tribunales competentes», añadió el jefe de la diplomacia británica. (Por R. Asla)
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