EE UU quiere construir un puerto flotante para llevar ayuda a una Gaza devorada por el horror

Ni el transporte en camiones -escaso, sujeto a un estricto cribado fronterizo de Israel y víctima de frecuentes asaltos- ni el lanzamiento de mercancía desde aviones detienen el horror que devora la Franja. Es el mismo horror que abunda en los ojos sobresalientes sobre rostros hundidos que llenan los hospitales. La ONU está a punto de declarar oficialmente el estado de hambruna. Unas 576.000 personas sufren malnutrición severa. Los médicos denuncian que la falta de alimentos ha cruzado la línea roja para un número indeterminado -e indudablemente elevado- de civiles, abocados a una muerte irreversible sin vitaminas, sales o humedad en sus cuerpos. Los niños. Hay innumerables imágenes aberrantes de esta guerra, pero la de los niños desnutridos supera el umbral del dolor. Que se sepa, han fallecido una quincena. Pero Unicef calcula que en las próximas semanas otros 10.000 sufrirán emaciación, la delgadez extrema que conduce a lesiones físicas y cerebrales graves y, si nadie le pone freno, a la muerte.

El desorden en la mitad norte de la Franja es tan absoluto entre los combates y la ausencia de autoridad alguna que a las agencias les resulta imposible moverse para medir el grosor de los brazos de los civiles. Así se conoce hasta dónde la carne se ha consumido. Cuántos días quedan para un final tortuoso. Aun así, les basta con mirar alrededor. «Vimos a mucha gente muy delgada sentada y mirando al vacío con aspecto de estar consumida», relata a Reuters el cirujano británico Nick Maynard, a la vuelta de su trabajo asistencial en el centro de Gaza.

La OMS y Naciones Unidas advierten que la próxima semana podría decretarse el estado de hambruna para los 2,4 millones de habitantes de la Franja. A este dramático nivel se llega cuando el 20% de la población no tiene qué comer, dos personas de cada 10.000 mueren a diario y uno de cada tres niños sufre una desnutrición extrema. O cuando la Asamblea General de la ONU escucha la historia de Yazan al-Kafarna, de 12 años, afectado de parálisis cerebral que falleció el lunes en un hospital de Rafah transformado en un esqueleto tembloroso abrazado a su madre. «Él solía comer, beber, moverse, jugar, reír. Yo jugaba con él», explicó ella más tarde. Hacía semanas que en Rafah había dejado de haber leche y fruta para su papilla. Al morir Yazan apenas pesaba seis kilos. Poco más o menos, el contenido de un par de bolsas de comida.

A la espera de que Biden confirmase la noticia en su discurso, la Casa Blanca consideró ayer una «misión de emergencia» la construcción de la pontona, aunque es consciente de que la obra tardaría como mínimo uno o dos meses en realizarse. En caso de salir adelante, el Pentágono pretende movilizar al Cuerpo de Ingenieros y la Séptima Brigada de Transporte, dos unidades especializadas en montar rápidamente muelles flotantes con destino a operaciones militares o, como en este caso, humanitarias. Todo ello se encamina a abrir una nueva entrada en la Franja para el tránsito diario de cientos de camiones, cuya carga sería previamente inspeccionada en Chipre. La comunidad internacional ha emplazado a Israel a que abra la mano en el paso de alimentos, agua, medicamentos y otras necesidades perentorias como la tiendas de campaña, hasta ahora muy insuficiente.

La construcción es solo la etapa principal de todo el proyecto. El ejército deberá diseñar también una operación de escolta militar a los buques que transporten a los soldados y los equipos de construcción, según señalaron fuentes del Gobierno que añadieron que en el desarrollo de la iniciativa Israel «ha trabajado estrechamente» con Estados Unidos.

Washington ya había analizado con otros países europeos y del entorno de Oriente Medio la posibilidad de abrir una ruta marítima de mercancías con Gaza. Pero el planteamiento cobró ayer más fuerza después de que la delegación de Hamás abandonase la reunión de El Cairo donde se negociaba un posible alto el fuego con EE UU, Catar y Egipto, debido al bloqueo de las conversaciones con Tel Aviv. A las dos partes les separan varios apartados de la lista de condiciones que manejan para la tregua, pero sobresalen los desacuerdos sobre la permanencia del ejército en Gaza y la liberación de rehenes.

«La delegación de Hamás salió de El Cairo esta mañana para consultar con los dirigentes del movimiento», indicó la milicia en un comunicado donde, no obstante, precisó que «continúan las negociaciones» puesto que está previsto que la comisión vuelva el lunes a sentarse en la mesa de la capital egipcia. Se supone que con nuevas instrucciones de la cúpula islamista. Su portavoz, Jihad Taha, responsabilizó al Gobierno israelí de «negarse a dar garantías» hasta el punto de «frustrar» las conversaciones. Por su parte, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, defendió ante los cadetes de una escuela militar que el país libra una «guerra existencial» y seguirá «persiguiendo» a los «terroristas» «hasta el último rincón», incluido Rafah.

Egipto mantendrá la presión sobre los dos actores principales de esta crisis para forzar el acuerdo, aunque la posibilidad de establecer un alto el fuego para el inicio del Ramadán, justo después del fin de semana, ya se ve imposible. Entre las opciones que los negociadores barajaron 'in extremis' para salvar esta opción fue la de fijar una tregua breve, de apenas tres días, para sembrar confianza en israelíes y palestinos y abrir el camino al alto el fuego de seis semanas previsto en un principio. Y ni así ha sido posible.