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M. Pérez
Martes, 11 de junio 2024, 16:53
- «¡¿Dónde están todos?!», grita un oficial en hebreo inmediatamente después de irrumpir en la habitación.
- «¡Aquí están! ¡Aquí!», responde otro miembro de la Yamam, la unidad de élite del contraterrorismo israelí.
- «¡Nombre, nombre!», reclama el primero mientras Almog Meir Jan, Andrey Kozlov ... y Shlomi Ziv responden desde el suelo, donde se han apiñado en busca de refugio en cuanto han escuchado los primeros disparos. «Tres rehenes están en nuestras manos», comunica el oficial por su transmisor. A decenas de kilómetros de allí, el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, y Ronen Bar, director del servicio de inteligencia Shin Bet, respiran más tranquilos.
Luego, el oficial de la Yamam choca su puño con el de Meir Jan. «Todo está bien. Hemos venido a rescatarte, ten calma».
Pocas calles más allá, al lado del mercado de Nuseirat, otro comando revienta una casa particular al mismo tiempo. Debajo un hombre vende su mercancía ambulante. Otro llega con su hermano de comprar el pan. El hermano recibe tres disparos durante el allanamiento. Permanecerá tirado en el suelo sin asistencia durante una hora.
Los agentes capturan a un grupo de individuos armados que hacen guardia en la vivienda. No han tenido tiempo de reaccionar. Entran y descubren a Noa Argamani. Está sola en una habitación. Lavando los platos de la comida. «¡Rescate! ¡Rescate! ¡Estate tranquila!», le dicen los militares en hebreo ante la cara aturdida de la joven. «Al principio pensé que se estaban burlando de mí y no me moví», ha declarado Noa al Canal 12 israelí. «Pero luego uno de ellos me preguntó: '¿Puedo echarte sobre mi hombro?' y me di cuenta de lo que estaba pasando».
Mientras salen a la calle, uno de los agentes comunica por la radio: «Tenemos los diamantes en la mano». «Diamante» es la palabra clave del operativo. La que indica que los cuatro cautivos están vivos y a salvo, según explicará posteriormente el portavoz del ejército, Daniel Hagari.
Las dos escenas, grabadas en vídeo por las cámaras corporales de los agentes antiterroristas, corresponden a la operación de rescate realizada este sábado pasado en la ciudad de Nuseirat que permitió la liberación de cuatro jóvenes secuestrados por Hamás el 7 de octubre. Noa Argamani, Almog Meir Jan, Andrey Kozlov y Shlomi Ziv, todos ellos menores de 30 años, fueron raptados en la zona donde se celebraba el festival de música Supernova.
(warning ⚠️ some of the attached videos are LOUD 🔊)
— Matthew Feinberg (@thewebbie) June 9, 2024
IDF: The 'Arnon' Operation; footage from the operation of the Command Team and the 98th Division in the south
Yesterday (Saturday), the soldiers of the Yamam Unit and personnel of the ISA's Operational Unit rescued four… pic.twitter.com/IhY6GfVbUe
Han pasado ocho meses en manos de la milicia islamista. Los cuatro se encuentran ingresados en el hospital Sheba de Tel Aviv. El médico que les trata ha explicado a 'The Times of Israel' que sufrieron golpes y abusos casi a diario. «Ha sido una experiencia muy, muy dura». Noa ha explicado también que fue trasladada de casa en cuatro ocasiones. Aprendió árabe para poder comunicarse con sus captores y transmitirles peticiones de otros cautivos. Shlomi Ziv también aprendió árabe viendo los canales de Al Jazeera. Los milicianos le obligaban a rezar y leer el Corán a diario.
Todo el operativo antiterrorista se encuentra ahora bajo el escrutinio internacional. El rescate se planificó durante semanas y logró mantenerse en secreto hasta el último minuto. Incluso fueron construidas dos maquetas de las viviendas donde permanecían los rehenes para que las fuerzas especiales ensayaran el rescate.
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A mediados de la semana pasada, una brigada de excavadoras limpió de escombros y obstáculos las carreteras elegidas como posibles rutas de escape. Debían llegar en furgonetas a un punto fuera de Naseurit donde dos helicópteros evacuarían a los cautivos. Ni siquiera hubo una reunión de repaso de los detalles finales para evitar posibles filtraciones de última hora.
Sin embargo, todo estuvo a punto de fracasar por cuestión de segundos. El rescate de la joven Noa fue «limpio». «Les sorprendimos por completo», ha informado Hagari sobre los milicianos que custodiaban a la rehen. Los agentes antiterroristas llegaron hasta el inmueble a bordo de un camión rotulado con marcas comerciales y escondidos entre pilas de muebles en la caja de una segunda camioneta que el Sin Beth había mimetizado con cualquiera de los cientos de vehículos que pasan de continuo por el campo de refugiados con palestinos en pleno éxodo.
Sin embargo, en el caso de los tres muchachos, la operación se convirtió en «una zona de guerra» con numerosas víctimas, según ha relatado el general en la reserva Amir Avivi, antiguo comandante de las Fuerzas de Defensa. Los rehenes fueron primeramente subidos a una furgoneta, pero ésta se averió poco después, bajo los disparos de los milicianos que habían conseguido rodearles. El comando se refugió en un edificio.
Y a continuación llegó el infierno. El ejército reconoce que la aviación israelí barrió las calles adyacentes para establecer un corredor y facilitar la huida de los agentes y los rehenes. Según estas fuentes, los miembros de Hamás habían logrado acorralarles con disparos de ametralladoras y lanzagranadas y por eso decidieron pedir apoyo aéreo. Un paramédico lo describió más tarde como un «pasillo de sangre». «Había restos de cuerpos, metralla y vehículos blindados por todos lados». «Disparaban a todo por todas partes», añadió un trabajador del cercano hospital Al-Awda.
Según el Ministerio de Salud gazatí, en el bombardeo perecieron 274 personas. Las autoridades israelíes han reconocido este martes «más de un centenar» y, entre ellos, «civiles». Niños, mujeres y hombres de edad avanzada figuran entre los fallecidos. Ni el Gobierno ni Hamás han dado una aproximación de los combatientes islamistas muertos en la refriega. Lo que sí parece cada vez más diáfano es que la aviación israelí se empleó con dureza en unas calles «estrechas atestadas de gente», ya que este enclave es desde hace meses un refugio para decenas de miles de personas que huyen del resto de la Franja.
La ONU ha anunciado la apertura de una investigación para determinar en qué condiciones se produjo el bombardeo y por qué hubo un número tan «abrumadoramente alto» de víctimas civiles. Naciones Unidas apunta a que Israel y Hamás podrían ser acusadas de crímenes de guerra; el primero por autorizar un ataque de gran envergadura en un lugar densamente poblado y el segundo por utilizar a los civiles como pantalla durante los combates.
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