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Más de 300.000 palestinos han llegado al norte de Gaza desde la retirada israelí del paso de Netzarim. La alegría inicial por el regreso a casa se ha convertido en depresión porque en la mayoría de casos lo único que han encontrado son escombros. ... En las últimas dos semanas han entrado decenas de miles de tiendas de campaña a la Franja y muchas han llegado al norte a bordo de 15 camiones, según las cifras ofrecidas por los israelíes. El acuerdo alcanzado por Hamás y Tel Aviv recoge que en la primera fase de 6 semanas deben entrar 60.000 casas prefabricadas y 200.000 tiendas, según los detalles del texto a los que tuvo acceso 'The New York Times'. Todo será necesario en una Franja en la que el 69% de los edificios han resultado dañados o destruidos, en base al cálculo de la ONU.
Los reencuentros entre familiares y amigos después de 15 meses de separación resultan agridulces por los más de 47.000 muertos y la destrucción. En la Ciudad de Gaza los precios del pan o el transporte se han disparado tras la llegada de los desplazados del sur y hay problemas para conseguir agua, con esperas interminables. Muchas familias que no obedecieron la orden de Israel y optaron por quedarse, ahora deben abandonar las casas que han ocupado porque han regresado sus dueños. Alquilar un piso es una misión casi imposible porque apenas hay oferta y los precios superan los 1.000 euros mensuales, cantidad inalcanzable para la mayoría. La única alternativa es conseguir una tienda.
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Gaza se enfrenta a su mayor crisis humanitaria cuando faltan 24 horas para que entre en vigor la legislación anti UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, aprobada por Israel. El Parlamento aprobó una ley que impide operar a la agencia en Israel y Jerusalén Este a partir del 30 de enero. Tel Aviv también aprobó una ley que prohíbe el contacto entre funcionarios hebreos y UNRWA. Aunque estas leyes técnicamente no prohíben que la agencia opere en Gaza o Cisjordania, el futuro es toda una incógnita porque Estados Unidos planea retirar su contribución, tal y como hizo en el primer mandato de Donald Trump. Desde el comienzo del alto el fuego, UNRWA ha sido la encargada de meter y distribuir el 60% de los alimentos que han llegado a Gaza, según los datos ofrecidos por la propia agencia.
Las armas han callado, pero las condiciones de vida son duras y sobre el cielo de Gaza sobrevuelan los planes de Trump de «limpiar» la Franja y enviar a Egipto y Jordania al mayor número posible de palestinos. El presidente estadounidense echó más leña al fuego y aseguró que mantuvo una conversación sobre este tema con el presidente Abdelfata Al Sisi y que este le dijo que «le gustaría ver la paz en Oriente Medio». Desde El Cairo negaron que esta llamada tuviera lugar y la posición oficial, como la de Ammán, es la de no permitir la llegada masiva de refugiados palestinos.
Este desplazamiento de gazatíes será uno de los temas clave que abordará Benjamín Netanyahu en la visita que planea realizar la próxima semana a la Casa Blanca. En los medios israelíes apuntaron también a Indonesia y Albania como posibles destinos para los habitantes de la Franja. El primer ministro albanés, Edi Rama, tuvo que comparecer ante los medios para negar la noticia ofrecida por la televisión israelí de que su país estaba en conversaciones para acoger a unos 100.000 gazatíes.
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