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Han sido necesarios seis meses de guerra y más de 32.000 muertos, la mayoría mujeres y niños, para que el Consejo de Seguridad de la ONU llame a un alto el fuego en Gaza. Después de media docena de vetos, tres de ellos estadounidenses, ... Washington optó este lunes por la abstención y el Consejo aprobó con catorce votos a favor y una abstención la primera resolución para pedir el cese temporal de las hostilidades. El dictamen exige «un alto el fuego inmediato» durante lo que queda de Ramadán (unas dos semanas), la «inmediata e incondicional liberación» de todos los cautivos y garantías de una entrada amplia de ayuda humanitaria.
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El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, mostró su enfado por la abstención de su aliado, mientras que Hamás agradeció el resultado de la votación y adelantó que «estamos dispuestos a comenzar de manera inmediata con el intercambio de prisioneros». La resolución es jurídicamente vinculante y llama a un alto el fuego temporal, no permanente. La pelota queda ahora en el tejado del primer ministro israelí.
Desde hace semanas se percibían las diferencias entre Netanyahu y el presidente estadounidense, Joe Biden, pero por primera vez las discrepancias se transformaron en una decisión de peso. La representante estadounidense en el Consejo, Linda Thomas-Greenfield, confirmó el cambio de postura, aunque justificó la abstención en que «no estamos por completo de acuerdo con la resolución. Se ignoran ciertos puntos clave, incluida nuestra solicitud de agregar una condena a Hamás».
El enfado del primer ministro israelí tuvo consecuencias directas y canceló la visita que dos de sus asesores de confianza tenían prevista a la Casa Blanca para explicar los planes sobre la operación militar en Rafah. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, que se encuentra en Washington de viaje oficial, dijo ante los medios de comunicación que «Estados Unidos no tiene el derecho moral de parar la guerra hasta que todos los rehenes vuelvan a sus casas». Por su parte, la oficina de Netanyahu difundió rápidamente un comunicado donde acusó a EE UU de perjudicar el «esfuerzo bélico» y los intentos de liberar a los cautivos. La abstención es «un claro retroceso de la posición consistente de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad desde el comienzo de la guerra» y proporciona a «Hamás la esperanza de que la presión internacional le permitirá lograr un alto el fuego sin liberar a nuestros rehenes».
El portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, se mostró «muy decepcionado» por la cancelación de la visita de los asesores de Netanyahu que tenía por objeto «conversar sobre alternativas viables para la operación terrestre en Rafah». En esa ciudad fronteriza con Egipto se refugian 1,5 millones de personas y los aliados del Estado judío le piden un plan de evacuación para civiles.
El secretario general de la ONU, António Guterres, se adelantó a la posible respuesta de Tel Aviv y manifestó que «esta resolución debe implementarse. No hacerlo sería imperdonable». La votación en la sede de Naciones Unidas en Nueva York se produjo mientras prosigue el diálogo indirecto entre Israel y Hamás en Doha. La negociación avanza y, según el Canal 12 de la televisión israelí, los enviados de Netanyahu habrían ofrecido «liberar hasta ochocientos prisioneros, incluidos cien condenados por asesinato», a cambio de cuarenta cautivos, que permanecen retenidos en Gaza desde los atentados del 7 de octubre. Ahora correspondería a los islamistas responder a la propuesta aunque, conocida la decisión del Consejo de Seguridad, los milicianos adelantaron su disposición a retomar los intercambios de rehenes por presos palestinos.
La diplomacia trabaja con lentitud, pero la crisis humanitaria se expande a toda velocidad. El «uso del hambre como arma de guerra» por parte de Israel, tal y como denunció el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha provocado una situación de hambruna que se agravará tras la decisión israelí de impedir el acceso de camiones de la agencia UNRWA con comida al norte de la Franja. Esta es la parte más castigada por los bombardeos y los combates y cientos de miles de personas sobreviven en situación límite.
«A partir de hoy, UNRWA, el principal salvavidas para los refugiados palestinos, no puede proporcionar asistencia vital al norte de Gaza», anunció el máximo responsable de la agencia para los refugiados palestinos, Philippe Lazzarini. El comisionado calificó la medida de «indignante» y añadió que ahora «muchos más morirán de hambre, deshidratación y falta de refugio. Esto no puede ocurrir. Mancharía nuestra humanidad».
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