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Cada mañana Rachel Goldberg cumple con el mismo ritual en su casa de Berkeley (California). Arranca una tira de cinta adhesiva, anota una cifra y se la pega en el pecho. Este domingo escribirá el número 100. Son los días que su hijo Hersh, de ... 23 años, lleva en mano de Hamás desde que el 7 de octubre fue secuestrado cuando se divertía en el festival de música Supernova cerca de la localidad israelí de Re'im. No se sabe con seguridad, pero se cree que 240 personas acabaron aquella madrugada retenidas por los terroristas y que más de 130 siguen aún con vida bajo su control. «No quiero que nadie se acostumbre al hecho de que estén desaparecidas», clama la madre de este veinteañero cuando el cautiverio alcanza el centenar de jornadas.
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Quienes esperan la vuelta a casa de los secuestrados por Hamás no quieren que esta fecha pase desapercibida. Por eso, desde el sábado, el Foro de las Familias de Rehenes y Desaparecidos, creado a raíz de los ataques del 7 de octubre, desarrolla 24 horas de eventos para recordar su ausencia desde hace 100 días. «Creo que nos hace falta presión pública, no hay otra forma de verlo», reflexionaba su portavoz, Dorit Gvili, al canal 12 de la televisión israelí. Entre sus acciones destaca la construcción de un túnel frente al Museo de Tel Aviv –una zona conocida ahora como plaza de los rehenes– que simula los agujeros horadados por los terroristas donde se encuentran los cautivos para concienciar a la población. «Estoy temblando», reacciona Ela Ben Ami al ver la enorme maqueta. Su madre fue retenida y después liberada «en una condición terrible» por los islamistas y su padre sigue bajo su poder.
En el túnel –abierto a cualquiera que quiera entrar para hacerse una lejana idea de lo que soportan los cautivos– se han escrito los nombres de algunos de los secuestrados y se han hecho muescas con los días que suman en manos de Hamás. El lunes harán la marca 101. «El tiempo pasa y al final recuperaremos 136 ataúdes», denuncia ante la misma cadena de televisión Dekel Liphsitz, de 22 años, cuyo octogenario abuelo, Oded, aparece en la lista de rehenes. Su temor es compartido por los familiares de otras personas retenidas por los terroristas, que en los primeros días de la guerra compartieron vídeos de algunos de sus prisioneros. Ahora nada se sabe de su situación, ni siquiera si están vivos o muertos.
Israel estima que de los 240 secuestrados por la milicia palestina el 7 de octubre –sobre todo en los kibutz cercanos a la verja de separación y el festival Supernova– algo más de la mitad, 132, siguen con vida en manos de Hamás. Otras 25 habrían muerto, algunos incluso el mismo día de la incursión en territorio hebreo, y 105 –la mayoría mujeres, niños y personas de edad avanzada– fueron liberadas durante la tregua de una semana que estuvo en vigor a finales de noviembre. La presión de las familias de los cautivos sobre el Gobierno de Benjamín Netanyahu para que emprenda nuevas negociaciones con los terroristas en busca de nuevas liberaciones no cesa, pero tampoco parece dar resultados.
Hila Rotem Shoshani, de 13 años, es una de las cautivas que recuperó la libertad durante aquel alto el fuego. Estos días se encuentra en Nueva York, donde el viernes participó en una protesta para que nadie se olvide de quienes permanecen secuestrados. También en las calles de Jerusalén, París o Londres hay este fin de semana convocadas marchas similares. «La vida como rehén en Gaza no es vida, es un infierno. Vine hasta aquí para pedirle al mundo entero que nos ayude a traer de vuelta a todos los rehenes», compartió esta adolescente en una concentración donde se guardaron cien segundos de silencio. Uno por cada día que dura el cautiverio de Hamás.
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