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El temor a una escalada de la tensión en Oriente Medio se ha disparado en los últimos días tras el ataque con un dron contra una instalación militar de Estados Unidos el pasado domingo que acabó con la vida de tres soldados norteamericanos y causó ... cerca de cuarenta heridos. China o Rusia son dos de los países que evidenciaban este martes su preocupación por la posible reacción al atentado -sobre suelo jordano, según EE UU; en territorio sirio, matiza Jordania- y llamaban a la «contención» y la «calma» para evitar una mayor desestabilización de una región golpeada por los cuatro costados. El presidente estadounidense, Joe Biden, aseguró horas después que la respuesta ya estaba decidida. No dio más detalles.
El ataque contra la conocida como Torre 22, donde hay unos 350 militares desplegados, ha hecho saltar las alarmas en Oriente Medio «en un contexto de un potencial ya excesivo de conflicto», reconoció el portavoz del Kremlin, Dimitro Peskov, que evitó señalar a ningún país. Rusia «no aplaude la continuación de este tipo de pasos, sin importar quién los dé», zanjó antes de animar a realizar justo el camino contrario «para reducir las tensiones» en una zona donde los problemas se han multiplicado desde el estallido del conflicto entre Israel y Hamás hace casi cuatro meses.
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Ni Rusia ni China ocultan que el escenario es «muy sensible». «Hay que evitar caer en un círculo de respuestas y represalias», defendió Wang Webin, portavoz del Ministerio de Exteriores del gigante asiático, quien apeló al «diálogo y la comunicación» por todas las partes para evitar que Oriente Medio sufra una sangría mayor a raíz de la acción reivindicado por el grupo Resistencia Islámica contra la base del ejército estadounidense, que no pudo repeler el ataque al confundir el dron enemigo con uno de los suyos. «La situación es muy compleja», insistió el representante del Gobierno de Xi Jinping, que tampoco mencionó a EE UU o a Irán, a quienes los norteamericanos atribuyen el atentado.
Biden insistió este martes en acusar a Teherán, al menos, como «responsable» indirecto de lo ocurrido el domingo en la instalación de apoyo logístico donde fallecieron los tres soldados. Un incidente -el primero desde el 7 de octubre con bajas en las tropas estadounidenses- que cargó a la república islámica «en la medida en que ha suministrado armas a quienes lo perpetraron». El régimen iraní se desvinculó, sin embargo, del suceso desde el primer momento y advirtió de una «conspiración» para empujar a Estados Unidos a una nueva guerra en Oriente Medio. Eso es lo que reclaman precisamente los republicanos al presidente norteamericano, sobre quien cada vez ejercen más presión para que el país «golpee» a Irán.
El mandatario, que eludió concretar la futura respuesta de EE UU al atentado, aseguró, eso sí, que no es su intención provocar «una guerra más amplia» en la región. «No es lo que estoy buscando», contestó este martes a los periodistas en la Casa Blanca con los soldados fallecidos ya identificados. Los tres pertenecían a la 718ª Compañía de Ingenieros, una unidad de reserva con base en Fort Moore, en Georgia, el estado donde habían nacido todos ellos. El mayor, William Rivers, tenía 46 años y había servido tiempo atrás en Irak, y junto a él perdieron la vida los especialistas Kennedy Sanders (24 años) y Breonna Moffett (23). Otros cuarenta compañeros sufrieron lesiones. Las tropas, según la información compartida por funcionarios estadounidenses, se encontraban en sus dormitorios cuando el dron impactó contra una zona de contenedores de la instalación militar.
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