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Antes de que el estallido de violencia de Hamás se llevara por delante la vida de 1.400 judíos el pasado 7 de octubre, todos los analistas temían que algo así ocurriera en Cisjordania, donde la violencia de los colonos, envalentonados por el Gobierno de ... extrema derecha de Benjamín Netanyahu, ha traído una radicalización de la militancia palestina. A ellos apelaba Hamás en los vídeos publicados en Telegram días después de la matanza. Lo que no ha conseguido la propaganda terrorista, lo pueden conseguir los ultraortoxos desalmados que ocupan sus propiedades, arrasan sus cultivos y matan a sangre fría.
«Es como echar gasolina al fuego», advirtió el presidente Joe Biden la semana pasada. No respondía a ninguna pregunta expresa. Era un mensaje que quería lanzar, porque estaba «alarmado por los ataques de colonos extremistas a palestinos en Cisjordania», dijo en medio de otros asuntos al principio de la conferencia de prensa que sostuvo con el primer ministro australiano, Anthony Albanese. «Están atacando a los palestinos en lugares en los que ellos tienen derecho a estar y eso tiene que parar ya».
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Su ultimátum no surgió efecto. Según dijo este miércoles el coordinador de emergencias humanitarias de la ONU, Martin Griffiths, solo desde el 7 de octubre esa violencia ha forzado a 828 palestinos de 15 aldeas a abandonar sus casas. Con ello el número de desplazados internos en Gaza se estima ya en 2000 en lo que va de año, de los que el 43% se habrían producido en las últimas tres semanas.
Llegan precedidos por soldados israelíes, que hacen de facto las funciones de cuerpo de seguridad y transmiten el ultimátum. Bilal Saleh, un padre de familia de 40 años, estaba recogiendo aceitunas con su familia el sábado pasado en su aldea de Al-Sawiya cuando los soldados israelíes le dieron tres minutos para marcharse antes de que llegaran los colonos. Como debió parpadear, estos llegaron y no se lo pensaron: apenas empezó la discusión le metieron un disparo en el pecho delante de sus hijos.
El líder del asentamiento judío al que pertenecían los colonos, Yossi Dagan, declaró en un vídeo que le habían disparado «en defensa propia» tras ser «atacados con piedras por docenas de seguidores de Hamás». Con esa excusa suman sus víctimas a la ofensiva del ejército israelí en Cisjordania, que ha resultado ya en el año más mortal que se haya vivido en los territorios ocupados que gobierna la Autoridad Nacional Palestina desde la segunda intifada, hace más de dos décadas. Al fragor de la guerra, con las miradas centradas en Gaza, solo desde el 7 de octubre han sido asesinados en Cisjordania más de cien palestinos, la mayoría durante violentas incursiones militares.
La organización israelí de Derechos Humanos B'Tselem ha documentado siete asesinatos como el de Bilal a manos de colonos durante estas últimas tres semanas, aunque la Autoridad Palestina eleva esa cifra a 90. Su aldea, Al-Sawiya, está completamente rodeada de asentamientos ilegales que han sido colonizados con 3.500 judíos y asedian a los aldeanos. «Todo tiene que ser revisado y aprobado por la ocupación israelí, desde recoger las aceitunas en nuestra propia tierra a construir algo en ella», dijo Al Jazeera el jefe del Consejo de la aldea, Nihad Arar.
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En ese ambiente de genocidio a fuego lento se cuece la ira por la masacre en la vecina Gaza, y también la preocupación internacional de que la guerra se contagie. «Los actos de violencia perpetrados por los colonos contra la población Palestina se están multiplicando», dijo en un comunicado el Ministerio francés de Asuntos Exteriores, en línea con el Gobierno estadounidense. «Son inadmisibles y tienen que parar».
Con las primeras lluvias de otoño llegó también la temporada para recoger la cosecha de aceitunas, lo que ha dejado expuestos a los agricultores y sus familias a los ataques de Israel y sus colonos, que desde 1967 han arrancado ilegalmente más de 800.000, según la revista 'New Yorker'. Su rabia contenida es también lo que utiliza de excusa el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, para armar a los más de 4.000 ultraortodoxos que viven en Cisjordania, que según el rotativo tenían en julio pasado unas 2.600 armas.
El grueso del Ejército israelí estaba desplegado en esta zona cuando Hamás aprovechó el vacío para los ataques del 7 de octubre. «La campaña que tiene lugar en Cisjordania bajo los auspicios del Gobierno de ultraderecha y los colonos, ahora con la cobertura de la guerra, ha ganado un momentum inmenso», dijo recientemente en un editorial el diario 'Haaretz', que sabe que con ello se fortalece la narrativa de la milicia islamista, interesada en provocar un levantamiento en Cisjordania.
«El Ejército israelí no podrá cubrir dos confrontaciones en dos frentes diferentes», dijo en un vídeo Saleh al-Arouri, adjunto a la Jefatura Política de Hamás, al alentar la rebelión. «A partir de ahí nadie podrá apuntaros con un rifle, meteros una bala, clavaros una navaja o lanzaros un cóctel molotov».
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