Un mes después del asesinato de tres niñas que disfrutaban de una clase de danza en Southport, la mayoría de la sociedad británica cree que su muerte a manos de un adolescente diagnosticado con espectro de autismo no es la causa principal de los disturbios ... que le sucedieron, sino la insatisfacción con los niveles de inmigración y su gestión por el Gobierno.
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Robert Shrimsley, comentarista del 'Financial Times', señala también «problemas subyacentes reales en el tejido de la sociedad británica, exacerbados por años de austeridad, y la reducción de los estándares de la vida cotidiana que siguieron a la crisis financiera de 2008». La integración de comunidades y la mejora de la economía son cuestiones que requieren tiempo y políticas complejas. Los amotinados quieren soluciones radicales e inmediatas.
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Los ataques a una mezquita en Southport como respuesta al asesinato llevaron a la asociación del primer disturbio con la extrema derecha, que tuvo partidos ambiciosos -el Frente Nacional y el Partido Nacional Británico- ahora desintegrados. Esa tendencia política habitualmente violenta está dispersada ahora en pequeñas asociaciones y grupos unidos en las redes de internet y en WhatsApp.
Una de esas asociaciones, Patriotic Alternative (PA), convocó la protesta en Southport. Matthew Hankinson, recientemente puesto en libertad tras ser encarcelado en 2018 por pertenencia al prohibido National Action, fue fotografiado allí. Según la BBC, John Honey, de 25 años, ha participado en eventos de PA, descrito por 'The Times' como «el mayor movimiento británico de supremacismo blanco».
A los 19 años Honey fue juzgado por presentarse en una comisaría con varios cuchillos. Explicó a la recepción que quería robar un supermercado y «eliminar a los europeos». Vivía con sus padres adoptivos, que le protegen por su espectro de autismo. El juez creyó que era demasiado vulnerable para enviarle a una prisión. Sus padres contrataron a un psicólogo para disuadirle de sus ideas políticas.
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Esta vez, también en Hull, Honey destrozó con otros un BMW con tres rumanos en el interior, a los que golpearon y robaron. Causaron daños a otros nueve coches. Cometió robos en tres tiendas, filmado por las cámaras. Fue condenado a cuatro años y ocho meses de presidio. A los policías que le llevaban del juzgado a la cárcel les preguntó si querían su autógrafo, porque es famoso en las redes sociales.
Los hombres que le acompañaban en el banquillo forman una muestra de los cientos de casos. Uno de 46 años fue condenado a seis de presidio por su rol en el asalto a los rumanos y en ataques a policías. Se mostró enojado cuando su abogado pidió un castigo leve, porque sus hijos se han apartado de él por su conducta pública y no podrá tener relación con sus nietos. Tiene problemas con drogas.
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Otro se arrepentía de atacar a la Policía, porque su vida habría cambiado desde que tuvo un hijo hace seis meses. Fue condenado a dos años. El que tenía 21 no paró de llorar durante la vista. Fue condenado a 12 meses en un centro penal para jóvenes. El juez de Hull advirtió a la Fiscalía del Estado que una condena de tres años le pareció excesivamente leve para un convicto de golpear a una agente y derribarla.
Una chica de 13 años se declaró culpable de causar desorden público ante un hotel que hospeda inmigrantes en Aldershot y un chico de 15 se declaró culpable en Bristol del delito de motín, con castigo más severo que el cargo más extendido en los primeros días, el de causar desorden violento. Dos chicos de 12 aceptaron su culpa en disturbios en Southport y Mánchester. Un participante se fue de vacaciones a Grecia con la familia y otro con su novia a Dubai para esquivar la primera vista del juicio.
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En la batalla contra policías en notable inferioridad numérica para proteger el asalto a un hotel que hospeda a inmigrantes en Rotherham, había entre la turba un montador de andamio que considera su conducta 'inaceptable', un exmilitar «extremadamente arrepentido», un mecánico de 20 años cuya familia dice que »no tiene un pelo racista». Cuatrocientos se congregaron para entrar en el hotel.
La idea de prender fuego a lugares que albergan personas ya había sido promovida en las redes. Julie Sweeney, de 53 años, que cuida a su marido, de 76, se indignó cuando vio en la televisión que residentes en Southport colaboraban para reparar los daños causados a la mezquita en los iniciales disturbios. «Es ridículo», escribió. «No protejáis la mezquita. ¡Reventadla con los adultos dentro!».
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Un miembro del grupo de Facebook la denunció y fue condenada en Chéster a 15 meses de prisión. El marido afirmó al 'Daily Telegraph' que la sentencia, como la presencia de tres coches de Policía para detener a su esposa, son exageraciones ridículas. Pero el juez sentenció que «los llamados 'guerrilleros de la tecla', como usted, deben asumir la responsabilidad de su lenguaje repugnante e inflamatorio».
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